“La felicidad de José no está en la lógica del autosacrificio, sino en el don de sí mismo. (…) Toda vocación verdadera nace del don de sí mismo, que es la maduración del simple sacrificio. También en el sacerdocio y la vida consagrada se requiere este tipo de madurez”. (Francisco, “Con corazón de padre”, 2020).

Fray Luis Diego Ramírez, agustino recoleto y formador de religiosos.

La Solemnidad de San José está ya asociada en España y en otras partes del mundo a la celebración del Día del seminario. Muchos de los seminarios para el sacerdocio o casas de formación de instituciones religiosas tienen a san José como patrono.

En la vida de san José, hombre justo y temeroso de Dios, hay un testimonio de entrega total, audaz, alegre y modélica para quienes se preparan al sacerdocio o a la vida consagrada, especialmente por dos dimensiones de su vida: ser custodio y ser ejemplo.

San José es esposo de santa María Virgen y padre adoptivo de Jesús. Dios le pidió ser centinela del Misterio y protector de la Verdad. Así, el humilde carpintero, de la misma forma que ha cuidado de Jesús en su infancia, adopta la tarea de acompañar al cuerpo místico de Cristo, la Iglesia y sus miembros.

Y quien es protector de toda la Iglesia debe ser venerado con especial predilección por aquellos que, al igual que su hijo y actuando en su nombre, han querido consagrar su vida al servicio de los demás y a la predicación del Evangelio. Quienes deben tener “corazón de pastores” pueden verse en el espejo del “corazón de padre”.

Los seminaristas transitan durante su formación por un camino de configuración de su persona con la persona de Cristo. Pueden acercarse a san José como lo ha hecho el Maestro: con la docilidad de quienes tienen en él a un padre al que acudir con confianza y pedir ayuda, especialmente en los momentos difíciles.

Las Constituciones de los Agustinos Recoletos (n. 80 y Cód. Ad. 197) invitan en especial a los que se encuentran en formación inicial a orar y pedir la intercesión de san José. (cf. Const. n.80; Cod. ad. n.197). La Ratio fundamentalis, documento eclesial que orienta la formación sacerdotal, dice: “Se proponga y dé a conocer esta devoción [a san José] a los seminaristas, para que tengan siempre presente ante sus ojos su humilde y maduro modo de servir, así como de participar en la ‘economía de la salvación’” (n. 112).

Según el uso y costumbre de los religiosos, los seminarios de los Agustinos Recoletos se conocen como “casas de formación». En la Provincia de San Nicolás de Tolentino son seis:

  • Aspirantado San Ambrosio (Guaraciaba do Norte, Ceará, Brasil)*
  • Aspirantado y Postulantado San Ezequiel Moreno (Pozos de Santa Ana, San José, Costa Rica)
  • Aspirantado y Postulantado San Agustín (Ciudad de México, México)
  • Aspirantado y Postulantado San Benito (Montebello, California, Estados Unidos)
  • Noviciado Nuestra Señora del Camino (Monteagudo, Navarra, España).
  • Casa de Formación San Agustín para la última etapa de la formación inicial (Las Rozas, Madrid, España).

(*) En el caso de Brasil, la etapa previa al noviciado se lleva a cabo en el Postulantado Nuestra Señora de Aparecida de Franca (São Paulo, Brasil), perteneciente a la Provincia hermana de Santo Tomás de Villanueva.

Para los jóvenes que viven en estas casas de formación, san José es un modelo que les desafía a vivir su propia vocación con madurez y entrega. Es posible que el modo de entender los parámetros de la “llamada” cambie según los valores de la sociedad de cada momento. También es verdad que la edad y la experiencia ya no son garantía suficiente de madurez.

En un proceso comenzado hace más de tres décadas, los formandos llegan a la vida religiosa con mayor edad y con titulaciones o conocimientos laborales previos. Los “seminarios menores” que acogían a niños y adolescentes con inquietud vocacional ya no existen en la Familia Agustino-Recoleta.

Como ha ocurrido casi siempre en materia vocacional a lo largo de la historia, la perseverancia de los candidatos es frágil o las motivaciones no siempre tienen una solidez suficiente; muchos optan o son invitados a decidirse por otro camino diferente. En el trasfondo está la lógica de la completa donación, que hoy día no es tan popular.

Para quienes trabajamos con jóvenes en formación inicial, se percibe mucho miedo a asumir un proyecto de vida con radicalidad, a tomar riesgos profundos y vitales por el Evangelio, y la idea del “para siempre” es casi ajena a su cultura y experiencia.

No obstante, y tomando distancia de un desalentador pesimismo, el estilo formativo que ofrecemos los Agustinos Recoletos invita a “volver al corazón”, a responder a Dios desde aquellas claves vitales de san José: la entrega, la humildad, la sencillez, la disponibilidad y la fe en quien propuso con su llamada esa vocación consagrada.

El lema del Día del seminario este Año Jubilar es “Sembradores de esperanza”: que los formandos agustinos recoletos puedan ser tierra fértil para la fe y lugar de encuentro con Dios; y que su proceso vocacional esté marcado por la esperanza y puedan ser, al mismo tiempo, fuentes de esperanza para cuantos desean descubrir su vocación.