Retiro de Cuaresma 2025. Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta. México.

El Postulantado San Agustín de los Agustinos Recoletos en Ciudad de México fue la casa anfitriona del retiro anual de Cuaresma de las Fraternidades Seglares Agustino-Recoletas del centro del país (Querétaro, Morelos, Estado de México y Ciudad de México).

El jueves 8 de marzo las Fraternidades Seglares Agustino-Recoletas de Ciudad de México (Postulantado San Agustín, Hospitales, Santa Mónica, Churubusco, Avante, Tecamachalco), Querétaro y Cuernavaca celebraron el retiro anual de Cuaresma bajo el lema “Caminemos juntos en la esperanza”.

La comunidad local preparó una acogedora carpa para el desarrollo de las actividades, con la ayuda y asistencia constante de los postulantes para que todo se desarrollase conforme al programa.

La presidenta de las Fraternidades Seglares en el país, Lourdes Laraque, dio la bienvenida antes de proceder a la primera actividad, una adoración Eucarística preparada por la Fraternidad de Santa Mónica.

Rosaluz Galindo habló a continuación sobre el acompañamiento, basando su intervención en el Documento instructivo de acompañamiento a la Fraternidad Seglar. Una dinámica dirigida por la Fraternidad de Hospitales sirvió de intermedio. Fue un comentario a las Siete Palabras de Jesús en la cruz aplicadas a la vida cotidiana.

El agustino recoleto Jorge Quirós habló de “La mochila del peregrino”. Mostró los objetos que contenían sendas mochilas portadas por un religioso y un postulante: el mapa (Sagrada Escritura), el alimento (Eucaristía), el agua (Bautismo), la vestimenta (gracia), el bastón (compañeros)… Un cuento (abajo) sirvió de explicación de la dinámica.

La comida fue completamente compartida, una puesta en común de lo que cada uno ha preparado previamente y se dispone para que cada cual elija su almuerzo.

Por la tarde los postulantes interpretaron música sacra: Caritas abundat, The mise thiel, Kyrie de la misa de ángelis, Ánima Christi, Stabat Mater, En tus manos y Cruz Santa antes de la Eucaristía presidida por el vicario de México y Costa Rica, el agustino recoleto Martín Luengo, que sirvió de cierre de la jornada.


“Fraterna seglar se va de viaje”.

En un lejano pueblo había una mujer llamada “Fraterna Seglar” que, como todos, sentía el anhelo profundo de encontrar el sentido de su vida. A menudo soñaba con un lugar maravilloso, lleno de paz y luz, al que deseaba llegar con todo su ser: el Cielo.

Un día, un sabio anciano (Águila de Hipona, le llamaban) se le acercó y le entregó un mapa antiguo que mostraba el camino hacia ese destino tan deseado: “Este mapa te guiará, pero no será un camino fácil”, dijo el anciano. “Solo aquellos que son fieles a su fe y mantienen su mirada en el objetivo final logran llegar”.

Fraterna Seglar, con su corazón lleno de esperanza y determinación, comenzó su viaje. El primer paso era desear el Cielo que anhelaba en su corazón: ese deseo representaba su fe y su confianza en las promesas de Dios. Sabía que su vida aquí en la tierra era solo un paso hacia algo mucho más grande y eterno.

El viaje no sería fácil, así que Fraterna Seglar preparó bien su mochila y se puso un buen calzado, que representaba la humildad y la conversión. No se camina con orgullo ni creyéndose más que los demás. Estaba dispuesta a cambiar, a dejar atrás malas costumbres y seguir el ejemplo de Cristo.

Encontró un río de agua clara y pensó en su bautismo, el sacramento que limpia del pecado y nos hace renacer en Cristo. Se sumergió en el agua sintiendo cómo su alma se purificaba, marcando su identidad como hija de Dios. Su vida ya no sería la misma.

En la mochila llevaba unas barritas energéticas, que se comparaban con la Eucaristía. Cada vez que quería o sentía cansancio o duda, se detenía a comer una barrita que le daba fuerza para seguir adelante. Al igual que la Eucaristía, que alimenta espiritualmente al cristiano, esas barritas eran la fuente de energía que la mantenía firme en su camino.

Fraterna Seglar llevaba ropa adecuada para cada circunstancia, representaba la gracia de Dios. La ropa protege y cubre al cuerpo y la gracia de Dios la rodeaba y le otorgaba la protección para vencer las adversidades. Al avanzar, sentía que la gracia de Dios la fortalecía y le ayudaba a superar las dificultades.

Sí, Fraterna Seglar se encontró con dificultades, pero siempre tenía a mano su mapa, su destino era claro: el Cielo. El mapa era la Palabra de Dios, que siempre guía en la vida, mostrando el rumbo correcto, incluso cuando la senda se vuelve incierta.

En su viaje, también se dio cuenta de que no podía hacer el trayecto sola. Necesitaba la compañía de otros, el camino cristiano nunca se recorre en solitario. La comunidad es el grupo de peregrinos que se apoyan mutuamente, recordándose las enseñanzas evangélicas y compartiendo la esperanza en el destino final.

Fraterna Seglar continuó el viaje con paso firme, sabiendo que, aunque las dificultades eran muchas, su fe en Dios y la ayuda de su gracia la sostendrían hasta el final. Cada paso la acercaba más al Cielo, y a medida que avanzaba, su corazón se llenaba de paz y confianza. Y sigue aún peregrinando con el apoyo de los consejos del Águila de Hipona, de su comunidad y de las enseñanzas del Maestro.