
La Parroquia Santa Mónica y el Colegio Romareda, con su medio siglo de vida, son los últimos testigos de una larga y variada presencia de los Agustinos Recoletos en Aragón, que se remonta prácticamente a la fundación de esta Orden religiosa.
La Familia Agustino-Recoleta nació en diciembre de 1588 y solo catorce años después, en 1602, fundó su primer convento en Zaragoza de manos de fray Jerónimo de Saona. Estaba ubicado en la calle Mantería, cerca del Coso; era un convento humilde, con templo pequeño y sin posibilidad de ampliación.
En una fecha imprecisa, pero posterior a 1638, los Recoletos se trasladaron al entorno del Santuario de la Virgen del Portillo, entonces a las afueras del núcleo urbano, donde levantaron la sede de la Provincia de Nuestra Señora del Pilar (constituida en 1621), que llegó a tener doce conventos, todos en la antigua Corona de Aragón: dos en Zaragoza y los restantes en Zuera, Borja, Alagón y Calatayud (Zaragoza), Huesca y Benabarre (Huesca), Caudiel y Valencia (Valencia), Guisona (Lérida) y Barcelona.
Parte de esa historia volvió a la luz para la sociedad aragonesa no hace mucho. El 7 de abril de 2008 se concedió a los Agustinos Recoletos la Medalla de “Defensor de Zaragoza” en “público reconocimiento de gratitud histórica por el socorro prestado a la ciudad durante los Sitios de 1808 y 1809” y por el “testimonio de su presencia y trabajo continuado entre la sociedad zaragozana y aragonesa”.
Esta medalla entregada durante las fiestas del bicentenario de los Sitios de Zaragoza recuerda el papel de los Recoletos en ese evento histórico, uno de los más marcantes de toda la historia de esta ciudad. Lugar estratégico clave para controlar Aragón y garantizar las comunicaciones con Cataluña, la ciudad de Zaragoza se sublevó contra Napoléon el 2 de mayo de 1808, siguiendo la estela de todo el país.
La población resistió ante los franceses, superiores en número y armamento, que sitiaron por primera vez la ciudad. A finales de ese año las tropas napoleónicas regresaron en mayor número y reanudaron el sitio. Pese a la feroz resistencia, Zaragoza, diezmada por la batalla y las epidemias, capituló finalmente el 21 de febrero de 1809.
Los sitios de Zaragoza legaron un gran número de héroes. El agustino recoleto José Ibáñez de la Consolación (1769-1809) fue uno de ellos. De profunda espiritualidad y celo pastoral, tenía gran ascendiente entre la gente sencilla, ante las autoridades y ante el mismísimo general Palafox, jefe de defensa de la ciudad.
El fraile recoleto no cesó de recorrer las trincheras animando, asistiendo y visitando a los heridos. Los franceses lo detuvieron el 30 de noviembre de 1809, el 9 de diciembre lo ejecutaron y arrojaron su cuerpo al Canal de Aragón. En 1816 se recuperaron sus restos y tuvo un primer homenaje; en 1908 fue incluido en el monumento del I Centenario de los Sitios; y en 1943 se le dedicó una calle de la ciudad.
La Guerra de la Independencia (1808-1814) cambió la sociedad española y también a los Agustinos Recoletos. 115 frailes fueron víctimas entre asesinados, encarcelados y fallecidos por las epidemias. En Zaragoza, 18 recoletos fallecieron durante los sitios.
De los dos conventos de la ciudad, el Portillo quedó en ruina; menos sufrió la casa de formación, popularmente conocida como los “Agustinicos”, dedicada a San Nicolás de Tolentino y que estaba no lejos de la Basílica del Pilar.
El final abrupto de esta primera etapa tuvo lugar con la Desamortización (1835-1844), proceso por el cual el Gobierno clausuró la vida religiosa y expropió y subastó los bienes de la Iglesia para sostener la guerra carlista y disminuir la deuda externa. La Ley del 29 de julio de 1837 decía: “Quedan extinguidos en la Península, Islas adyacentes y posesiones de España en África, todos los monasterios, conventos, colegios, congregaciones y demás casas de religiosos de ambos sexos…”.
Entre el 11 de agosto de 1835 y el 15 de enero de 1836 fueron exclaustrados los 129 recoletos de la Provincia del Pilar; en Aragón fueron 105 entre Calatayud (27), Borja (18), Alagón (16), Zaragoza-Portillo (15), Zuera (15) Benabarre (11), Huesca (10) y Zaragoza-San Nicolás (8).
Restos de la portada del antiguo convento (1606-1835) de San Nicolás de Tolentino de los Agustinos Recoletos o de la Correa en Calatayud (Zaragoza, España). Plaza de la Correa.
Ha habido no pocos recoletos ilustres aragoneses. Cuatro de ellos son beatos: Martín de San Nicolás, zaragozano, mártir en Japón en 1632; y tres de los siete mártires recoletos en Motril (Granada, 1936): José Rada, de Tarazona; Vicente Pinilla, de Calatayud; y Vicente Soler, de Malón.
Aragonés de la provincia de Teruel fue el primer obispo recoleto en Colombia, en concreto en Santa Marta, Eugenio Sesé (1750-1803). Tomó el hábito recoleto en El Portillo de Zaragoza y en la capital aragonesa fue profesor de teología hasta que, con 39 años, marchó voluntario a Filipinas e inició su vida misionera.
Juan Gascón (1806-1884) nació en Cuevas de Cañart (Teruel). Fue formador de renombre al que se debe la salvaguarda de la espiritualidad agustiniana y el carisma recoleto en el convulso siglo XIX.
Fernando Cuenca (1824-1902), natural de Paracuellos de la Ribera (Zaragoza) fue el gran impulsor de la isla de Negros, en Filipinas: gracias a su empeño, en menos de 40 años la isla pasa de la irrelevancia al primer puesto en el comercio exterior, representando su azúcar el 20% de las exportaciones filipinas en 1892.
Pío Mareca (1825-1899) nació en Fréscano (Zaragoza). Llegó a ser un orador muy afamado y un profesor brillante.
Leandro Arrué (1837-1897) nació en Calatayud (Zaragoza). Fue el constructor de la iglesia de Bácong (Liloan, Sumag), hoy la más antigua y mejor conservada de Negros Oriental. En 1885 fue nombrado obispo de Jaro, uno de los últimos obispos españoles en Filipinas.
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