San Agustín dando clase en Roma.

El agustino recoleto Enrique Eguiarte explica cómo, si bien San Agustín no participó nunca en un Jubileo, sí estuvo en Roma y visitó la Basílica de san Pedro. En los videos podremos comprender mejor qué es un Jubileo, y de la mano de Agustín de Hipona comprender mejor términos como peregrinación, perdón e indulgencia.

Por Enrique Eguiarte, agustino recoleto

Alguno podría preguntarse si san Agustín vivió y participó alguna vez en un Jubileo. La respuesta sería clara: ‘No’. De hecho, el primer Jubileo de la historia fue convocado por el papa Bonifacio VIII en el año 1300, 870 años después de la muerte de san Agustín.

Ahora bien, si nos preguntaran si san Agustín algún día visitó Roma y la Basílica de San Pedro, la respuesta sería también clara: ‘Sí’. Su primer viaje a la capital del Imperio fue el año 383, cuando decidió dejar la capital del norte de África, Cartago, en busca de nuevos horizontes.

No obstante, la recepción que Roma brindó a Agustín no fue precisamente muy acogedora, ya que al poco tiempo enfermó y estuvo a punto de morir. En Las confesiones dejó escrito que lo que evitó su muerte fueron las oraciones devotas y continuas de su madre santa Mónica (Conf. 5,16).

Tuvo una segunda desilusión en Roma. Como maestro de gramática y retórica, muy pronto se puso a dar clases, y en un primer momento las cosas le parecieron mejor que en Cartago, ya que los alumnos romanos eran muy respetuosos y disciplinados, en contraposición con la indocilidad e indisciplina de los alumnos cartaginenses.

Pero al final del curso le esperaba una desagradable sorpresa de parte de sus respetuosos alumnos: terminadas las lecciones, desaparecieron sin pagarle sus honorarios (Conf. 5,22). Muy disciplinados, pero poco honrados…

Agustín regresó a Roma después de su bautismo. Iba de camino a su patria pero no pudo llegar hasta Cartago porque en el año 387 había comenzado la guerra civil entre el emperador Valentiniano II y el usurpador Magno Máximo.

Después de la muerte de su madre santa Mónica en Ostia, y ante la imposibilidad de embarcar a Cartago, san Agustín fue a Roma y visitó en la zona del Aventino diversos monasterios, como nos recuerda en su libro De moribus (1,33,70).

Visitó también la Basílica de San Pedro. No era la monumental basílica que hoy podemos contemplar como una de las siete maravillas del mundo contemporáneo, fruto del arte y el ingenio de algunos de los mejores artistas del Renacimiento italiano.

La que visitó es la que había mandado edificar el emperador Constantino. San Agustín se refiere a ella como la “memoria del apóstol Pedro”, según dice en su Carta 29,11. Técnicamente hablando, una “memoria” era la tumba de un mártir, en este caso la de san Pedro.

Dos datos curiosos para concluir: Agustín vio con escándalo que dentro de la Basílica de San Pedro se permitía que los fieles “comieran y bebieran con el mártir san Pedro”, costumbre que en Milán estaba prohibida y que poco tiempo después, cuando san Agustín sea presbítero en Hipona, él mismo eliminaría en su propia Iglesia local.

El santo sí comprende que dicha costumbre se mantuviese en la Basílica de San Pedro, que ya era visitada por personas de Iglesias lejanas donde la práctica era costumbre. Apela a la universalidad y catolicidad de la Iglesia, así como al respeto por las sanas costumbres vigentes en cada lugar.

Un segundo dato- curioso es que la Basílica de San Pedro que visitó san Agustín había sido construida sobre el cementerio en el que fue sepultado el apóstol Pedro después de su martirio hacia los años 64-67.

Este cementerio, en el que se mezclan tumbas paganas y cristianas, puede ser visitado en la actualidad. La Necrópolis Vaticana se encuentra entre 5 y 12 metros por debajo de la Basílica de San Pedro y su existencia fue revelada en las excavaciones realizadas en la década de 1940.

Durante la construcción de la Basílica de Constantino no se destruyeron muchas de esas tumbas cristianas y paganas, sino que se cubrieron con tierra, mientas que parte de la estructura se aprovechó para los cimientos de la nueva basílica.