Manuel Martín, profesor del Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en Valladolid, en Houston, Texas.

Manuel Martín (Valladolid, 1982) fue alumno y es hoy profesor del Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en Valladolid, España. Participa del programa “Profesor Visitante” en Houston (Texas, Estados Unidos) en un momento en el que la inmigración llena la agenda social y política en medio mundo.

¿Cómo accediste a la experiencia de “profesor visitante”?

Llevo 18 años dando clases en el Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en Valladolid. Hace tres años, por medio de otro profesor que había estado cinco años en Dallas (Texas, Estados Unidos), conocí el programa Profesor Visitante, que ya cuenta con 25 años de experiencia.

Más de 600 profesores españoles enseñan en países como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Irlanda o China. Ganamos una rica experiencia actuando en otros sistemas educativos e implementamos nuestro conocimiento de la lengua y cultura del país de acogida. Solicité Texas y me seleccionaron para una escuela en Houston.

Fue una decisión y proyecto que envuelve a toda la familia, pues incluye la mejora profesional, la inmersión lingüística y una rica experiencia de todos, los padres en ámbito laboral y mis tres hijos como estudiantes.

En unas pocas semanas, todo parece haber cambiado para los extranjeros en ese país.

La palabra que resume todo lo que se vive desde la toma de posesión del nuevo Gobierno de Donald Trump es incertidumbre, porque todas las leyes previas son vulnerables y plausibles de modificación, cambio o derogación mediante los decretos presidenciales.

Por ejemplo, en su primer día como presidente firmó 26 órdenes ejecutivas, que no requieren de ninguna aprobación del Congreso y están en línea con lo que el presidente quiere de su mandato; pero más que eso, afectan a millones de personas.

En este sistema el presidente tiene un poder muy grande. Para hacernos una idea de la magnitud, sus predecesores Biden y Obama, entre los dos juntos y en su primer día, llegaron a firmar solo nueve órdenes ejecutivas.

En la calle hay mucha preocupación. Los inmigrantes luchan por sus derechos y comienzan a organizarse: el lunes 3 de febrero se celebró una protesta llamada “Día sin inmigrantes”. No fueron a sus trabajos, no llevaron a sus hijos a la escuela, no compraron, querían demostrar qué pasaría si no existiesen. En Houston muchas calles quedaron desiertas y se comprobó que son parte fundamental de la vida, la economía y el desarrollo de la sociedad en su conjunto.

¿Qué clima notas en tu trabajo?

Tengo la suerte de haber sido destinado a un colegio de un barrio con mucha migración. De los 900 alumnos, el 75% son hispanos de 14 nacionalidades diferentes. También destaca la comunidad afgana, con muchos refugiados de guerra. El 95% de nuestros alumnos son de familias de bajos ingresos que reciben ayudas como, por ejemplo, acceso a desayuno, almuerzo y meriendas en el centro escolar.

En este contexto, la primera semana del Gobierno republicano fue horrible. Por ley los profesores tenemos prohibido preguntar a las familias si están en el país de un modo legal o no, en recurrencia del Derecho universal a la Educación reconocido en el país.

Sin embargo, esa semana hubo muchas ausencias justificadas por enfermedades, pero se palpaba la incertidumbre y el miedo. Habitualmente la asistencia está en el 92% del alumnado; en el primer mes se cumplió; en la primera semana del nuevo Gobierno no llegó al 75% y el día más crítico hubo 305 ausencias (más del 30%). Otro día se corrió la voz de que estaba la policía por el barrio.

¿Cómo lidian niños y familias con esta incertidumbre?

Es una situación muy compleja. Los niños no entienden lo que pasa y, lo que es peor, desconocen qué pasará con ellos en un futuro cercano. Un ejemplo ilustrativo: cierto día nos notificaron que la policía revisaba unos apartamentos a unos 10 minutos de la escuela. Muchos padres vinieron rápidamente a recoger a sus hijos. Sospechosamente o no, después del recreo se fueron cinco niños. Sin necesidad de explicar nada, los hechos lo dicen todo.

Ya he tenido un caso de un niño que se despidió de todos porque se volvía a El Salvador. Los sentimientos están a flor de piel. Te toca. Se siente una mayor cercanía con los niños y que más que educarles en el sentido académico, llevamos a cabo un acompañamiento que se puede traducir en escucha, cercanía y seguimiento.

Cuando un alumno falta dos días seguidos hay que llamar a su casa, interesarse por él, jamás mencionar nada sobre la situación legal familiar y recordar e insistir sobre la importancia de la educación y de acudir a las clases.

Paradojas de la vida, en Ciencias Sociales hablamos precisamente sobre los derechos de las personas: todo niño tiene derecho a la educación, toda persona tiene derecho a trasladarse para encontrar paz o progreso… ¿Y cómo lo explicas con lo que sucede alrededor?

¿Qué han hecho las autoridades educativas ante esta situación?

Desde la Houston Independent School District (HISD), la autoridad de este Distrito Educativo, se nos ha entregado un nuevo protocolo. Señala que si el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por su siglas en inglés) viniese, en portería no tienen autorización para dejarles acceder.

Si llegasen a entrar, los profesores no tenemos permiso para abrirles la puerta del aula ni para intercambiar con ellos ninguna información que incluya listas, domicilios… A tal efecto hemos recibido una formación y firmado un compromiso.

¿A qué planteamientos personales te ha llevado todo esto?

Me ha llevado a una reflexión profunda sobre los derechos humanos y el sentimiento de humanidad. Los políticos deberían ser líderes positivos pero, en este caso, con sus medidas solo aumentan la vulnerabilidad real de los más desfavorecidos. Los más afectados son los que ya luchan por lo básico, por un futuro mejor mediante trabajos durísimos por muy poco dinero.

¿Pueden defenderse? Lo tienen muy complicado. Ni siquiera pueden crear una Asociación, porque al no tener una situación legal en el país se pondrían la soga al cuello, dejarían sus cabezas en bandeja al Gobierno para ser detenidos y deportados.

Es triste que las personas no tengan las mismas oportunidades y sean clasificadas en función de dónde son, de cómo han llegado hasta aquí, cuando esa respuesta está marcada por la emergencia y por el sufrimiento en sus propios lugares de origen.

No es justo tampoco acabar siendo víctima de generalizaciones, como esa de que todo el que viene de fuera llega para delinquir; la mayoría tiene una gran valía y hacen un gran aporte a la sociedad en la que se integran.

¿Y en España, cómo se podría concienciar sobre esto?

Como profesor de un colegio de los Agustinos Recoletos, he sentido que nuestro ideario y carisma está muy implicado con la sociedad, nunca somos ajenos a inculcar valores relativos a la promoción y defensa de los Derechos Humanos.

Recuerdo que ya desde mi época de estudiante se nos mostraban sin tapujos las historias de catástrofes, atentados, las familias empobrecidas de las misiones, las injusticias, o cuestiones como la guerra de Ucrania, todo con el objetivo de crear en los alumnos y en toda la comunidad escolar empatía hacia quien sufre.

Todo lo que sea concienciar es educar; y todo lo que sea educar, es formar para el futuro, para que ese futuro sea distinto y mejor.

Para entender mejor

Aproximadamente 46,6 millones de inmigrantes vivían en Estados Unidos en 2020, el 13,7% de la población total. Alrededor de 11 millones (23% de los migrantes, 3,2% de la población total) tienen un estatus migratorio no regular.

América Latina es la principal región de origen, aproximadamente el 44% de los inmigrantes, con una gran mayoría de México. Sigue Asia, segunda región de origen, con tres países principales: China, India y Filipinas.

Los inmigrantes son el 17% de la fuerza laboral en Estados Unidos con una amplia gama de trabajos, desde la agricultura hasta la tecnología y los servicios. Contribuyen significativamente a la economía, tanto por cubrir puestos de trabajo esenciales como  por contribuir con sus impuestos federales, estatales y locales.

Houston es una de las ciudades más diversas de los Estados Unidos: más de dos millones de personas, un 28% de su población, son inmigrantes. Por origen destacan México, El Salvador, Honduras, Guatemala, India y China.

El Distrito Escolar de Houston es el mayor de Texas, con 200.000 estudiantes. Alrededor del 25% son hijos de inmigrantes. Enfrentan desafíos relacionados con su estatus migratorio, la falta de recursos familiares o el temor a las políticas migratorias.

Según el Pew Research Center, alrededor de 600.000 inmigrantes sin estatus legal vivían en el área metropolitana de Houston en 2016, lo que convertía a esta ciudad en una de las que tiene más población no regularizada en el país.