Con la ayuda del agustino recoleto José Manuel Romero (Madrid, España, 1972), párroco en una localidad del sur de Inglaterra mayoritariamente anglicana, abrimos esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2025.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que celebramos del 18 al 25 de enero, es una oportunidad para reflexionar sobre el camino ecuménico entre católicos y cristianos de diferentes denominaciones en Inglaterra.
La unidad de los cristianos es el gran deseo de Cristo, quien en su oración al Padre en la Última Cena pidió: “Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti” (Juan 17:21). Este camino de unidad es una expresión de la Comunión de los Santos, querida por Jesús como imagen de la Trinidad.
En Inglaterra, la relación entre católicos y otras denominaciones ha evolucionado significativamente. Tras la Reforma Anglicana iniciada por Enrique VIII en 1534, la Iglesia Católica vivió perseguida. La Ley de Tolerancia de 1689 permitió cierta libertad religiosa a los católicos, aunque con restricciones. El siglo XIX vio un resurgimiento del catolicismo, posibilitado por la Ley de Emancipación Católica de 1829 y la restauración de la jerarquía católica en 1850.
El Movimiento de Oxford en la década de 1830 buscó revitalizar la fe anglicana y fomentó un mayor respeto entre anglicanos y católicos. Sin embargo, la Bula del Papa León XIII reafirmó la invalidez de las órdenes anglicanas, dificultando los esfuerzos de reunificación. Cambios recientes en la Comunión Anglicana, como la ordenación de mujeres y clérigos homosexuales, también han complicado el camino ecuménico.
En 1982, el Papa Juan Pablo II aprobó una disposición pastoral para permitir que grupos de anglicanos ingresaran a la Iglesia Católica manteniendo elementos de su identidad anglicana. En 2009, el Papa Benedicto XVI estableció un procedimiento para la creación de ordinariatos personales.
Gracias a estas y otras disposiciones pastorales, tenemos en Inglaterra un buen número de sacerdotes católicos de rito romano casados y con hijos: son aquellos que siendo vicarios anglicanos casados y con familia fueron recibidos en la plena comunión con la Iglesia Católica y tras un periodo de formación fueron ordenados con dispensa del celibato.
El 8 de septiembre de 2022, durante su coronación, Carlos III se comprometió a ser el garante de la libertad religiosa, subrayando la importancia de la diversidad religiosa y de su papel de proteger la libertad de todas las confesiones.
Bajo el liderazgo del Papa Francisco, se han dado pasos significativos hacia la reconciliación entre la Iglesia Católica y la Comunión Anglicana. El Papa ha enfatizado la importancia de caminar y rezar juntos, superando las diferencias para trabajar en conjunto en desafíos globales.
En un coloquio con fieles anglicanos, respondiendo a sus preguntas, Francisco expresó su convicción de que: “No se puede llevar a cabo el diálogo ecuménico quietos… El diálogo ecuménico se hace en el camino, porque el diálogo ecuménico es un camino y las cosas teológicas se discuten en el camino.”
El camino de la vida juntos es un camino de diálogo y de unidad. Sólo aquí en Honiton, una ciudad de unos 14.000 habitantes, hay seis Iglesias cristianas: católicos, anglicanos, baptistas, metodistas y otras dos congregaciones evangélicas.
Aquí, el camino ecuménico se vive día a día. Las familias mixtas con miembros de diferentes iglesias no son raras, y muchos acompañan a sus cónyuges en los servicios de sus respectivas iglesias: tenemos varios anglicanos que asisten regularmente a la Misa con sus esposas católicas; incluso un vicario anglicano retirado acompaña a su esposa a Misa y participa gustosamente en la celebración. Otras veces ella le acompaña a los servicios anglicanos.
Hasta antes de la pandemia, ecuménica todas las comunidades cristianas de Honiton compartían noticias y reflexiones en una revista. También colaboramos en un banco de alimentos común. Cuando un nuevo vicario o pastor llega a Honiton, invita a los líderes de otras Iglesias a su toma de posesión; y cuando Isabel II murió, nos unimos a ciertos actos litúrgicos celebrados por la Iglesia Anglicana.
En los funerales, los cristianos se unen para celebrar los ritos litúrgicos de la denominación del difunto; así, he celebrado un funeral católico en una iglesia anglicana y con una comunidad en su gran mayoría anglicana, y he acompañado a un vicario anglicano en una ceremonia de matrimonio entre una católica y un anglicano.
En nuestro Centro Santa Rita acogemos a grupos cristianos de diversas denominaciones, fomentando relaciones con sus vicarios y pastores. La Vicaria Anglicana de Honiton ha participado aquí de cursos sobre la espiritualidad de los ejercicios espirituales ignacianos con un grupo de líderes de nuestra Diócesis, y ha colaborado en algunos retiros espirituales ignacianos acompañando a algunos de los participantes.
Una seminarista Baptista que trabaja en el servicio de Capellanía hospitalaria, en su último año de formación para ser ordenada ministra, hizo un estudio sobre la Iglesia Católica para tratar de comprender y atender mejor a pacientes católicos en su ministerio, y se interesó por lo que como católicos hacíamos en Saint Rita’s Centre.
Me pidió si le podría acompañar y mantener diálogos sobre la fe y vida católicas, así como participar en ceremonias y actividades como retiros de Adviento, funciones de Semana Santa, la fiesta de Santa Rita… Se creó una buena relación y pude asistir a la ceremonia de su ordenación como ministra baptista.
Otro vicario anglicano nos pidió ayuda para encontrar a una familia italiana. Un anciano parroquiano suyo quería agradecer a los hijos y nietos del hombre que, durante la II Guerra Mundial, lo rescató del mar cuando su avión fue derribado cerca de las costas de Sicilia. Fue emocionante grabar su vídeo de agradecimiento.
Preguntando a párrocos sicilianos de la zona donde ocurrió el rescate, logramos localizar a la familia. Aunque durante años habían intentado sin éxito encontrarla, con la ayuda de un sacerdote católico el anciano pudo cumplir su sueño antes de morir.
Otro día recibí un correo electrónico de una persona que había participado en diversas Iglesias cristianas a lo largo de su vida de conversión al Señor. Al mudarse a Honiton durante la pandemia, asistió a varios servicios y, al participar en una de nuestras misas, se sintió conmovido por el sermón sobre el sacerdocio común de todos los creyentes.
En él, se explicaba que cada cristiano debe ser un sacerdote para sus vecinos, representándolos ante Dios en la oración y representando a Dios ante ellos con su testimonio. Este sermón lo animó a llevar con más fervor el amor de Dios y el evangelio a la comunidad local, lo cual había estado haciendo desde entonces.
En su labor evangelizadora, era consciente de la larga y rica historia espiritual de otras Congregaciones e Iglesias, incluyendo los 150 años de presencia Católica moderna en Honiton. Con su actividad misionera quería unirse a este legado y ayudar a compartir el amor y el evangelio de Jesús. En este contexto, quiso reunirse conmigo, como alguien que lleva ejerciendo el ministerio en esta comunidad de Honiton, para escuchar mis consejos y parecer.
Lo recibí con mucho gusto, viendo en él a una persona sincera y humilde que había sido tocada por Dios. A pesar de sus incertidumbres sobre las diversas Iglesias, quería centrarse en lo esencial y dedicar sus últimos años de vida a llevar el evangelio a aquellos que no creían o no vivían la fe.
Había sido tratado de cáncer de páncreas y no sabía cuánto tiempo le quedaría, pero seguía vivo gracias a Jesús y se sentía llamado a esta misión por el Señor, y los pastores de la comunidad en la que se congregaba en Exeter le habían encomendado predicar en Honiton y ver si se podía formar una comunidad aquí.
Yo lo animé a seguir en su búsqueda de la Iglesia tal como la había fundado Cristo, y cómo esta subsistía en la Iglesia Católica, de la que en Honiton yo era el representante. Le expliqué que los pastores que lo habían enviado no tenían ninguna autoridad dada por el Señor para hacerlo.
Él quedó confundido y un poco desconcertado con mi posición, y dijo que él, como Pablo, se había encontrado con Cristo durante su enfermedad y se sentía seguro de que debía compartir la Buena Noticia del evangelio y ayudar a la gente a creer en Jesús. Añadió que san Pablo fue directamente a predicar sin más.
Le respondí que no negaba que él hubiese sido llamado a servir al Señor de esa manera, pero que aquellos pastores no tenían autoridad dada por Cristo para enviarlo en su nombre. Le recordé que, después de su conversión, a Pablo le impusieron las manos y fue enviado por la Iglesia a su misión, y que subió a Jerusalén a encontrarse con Pedro, movido por el Espíritu Santo, y que fue Pedro quien reconoció y confirmó su misión divina.
Le dije que el Espíritu también lo había movido a él a acercarse a compartir su vocación con el sacerdote católico, para invitarlo a conocer la plenitud de la Iglesia que Cristo había fundado y para ser bendecido y confirmado en su misión, que, aunque aún imperfecta, era sin duda buena.
De repente, ese buen hombre inclinó su cuerpo y su cabeza, pidiendo que rezara por él y lo bendijera, lo cual hice con gran emoción. Tras ello, nos dimos un fuerte abrazo lleno de emoción y amor.
Con estos ejemplos de nuestra vida diaria podemos ver la importancia de la vida, el tiempo y los procesos en el camino hacia la unidad, y la fuerza inicial de este camino que es, en mi opinión, reconocer con amor en los hermanos, aun en la imperfección objetiva de sus denominaciones, lo que la gracia de Dios obra en aquellos que lo siguen de buena fe y con buena voluntad aun en caminos imperfectos y dejarnos interpelar por los buenos frutos que producen, y proponer siempre con humildad, respeto y amor la riqueza objetiva de la plenitud de la fe y de la vida de la Iglesia.
El Papa Francisco siempre da la importancia al tiempo y a los procesos sobre el espacio y las estructuras. La visión de una Iglesia sinodal, que camina unida en Cristo para recuperar la unidad herida, se enriquece en este año santo con la idea de una multitud de cristianos que, movidos por el Espíritu Santo, peregrinan con esperanza buscando entrar por la Puerta Santa, que es Cristo, y hacer visible la realidad de un solo rebaño y un solo Pastor, querida por el Señor para sus discípulos.