En el Día escolar de la no violencia y de la paz (DENYP) acudimos a Ana Baquerizo, antigua alumna del Colegio Romareda de los Agustinos Recoletos en Zaragoza, activista colaboradora de ONG e Instituciones que promueven la igualdad y la justicia social y periodista de la Corporación RTVE especializada en Oriente Próximo.
Conoces bien países como Irán, Siria, Líbano o Uzbekistán y, en general, toda la región de Oriente Próximo, donde la guerra y los conflictos parecen ser una realidad endémica y permanente. ¿Cómo definirías la situación actual?
La situación de toda la región es muy complicada. Ahora lo es especialmente, pero siempre lo ha sido. Se trata de una zona donde se concentran muchos recursos y muchos intereses en general.
Lo más impactante para mí ha sido ver cómo Israel ha asesinado a más de 40.000 palestinos, muchas veces con armas occidentales. Me parece una incoherencia gravísima con los valores que, en teoría, propugnan nuestras democracias.
Pero, al margen de cálculos geopolíticos y de lo que hacen los gobiernos, a mí me gusta destacar el papel de la gente corriente y de cómo esas personas ven las cosas. La gran mayoría solo quiere vivir en paz, es importante decirlo.
Irán es un gran desconocido en el mundo occidental, aunque todo el mundo parece tener su opinión sobre ese país. Fruto de tus estancias y de tus crónicas desde ese país, seguro que tu experiencia es rica e intensa.
Ese país es precisamente un gran ejemplo de lo que he relatado en la pregunta anterior: he visto muy claramente que una cosa es la República Islámica de Irán y otra cosa muy diferente es el pueblo iraní.
La República Islámica es el principal patrocinador de Hamás y Hezbolá; apoya a los rebeldes huzíes de Yemen; sostenía a Bashar Al Asad en Siria, el dictador ahora ya derrocado…
Sin embargo, la mayoría de la gente corriente de Irán está radicalmente en contra de la visión del mundo que tienen sus gobernantes. Vemos que cada vez más iraníes se juegan la vida para desafiar al régimen y lo hacen de forma pacífica frente a un sistema represivo muy perfeccionado.
No hace mucho, Parastoo Ahmadí emitió por YouTube un concierto. Es un gesto muy valiente porque está prohibido que las mujeres den conciertos. Además, cantó sin velo, sin cumplir el código de vestimenta.
Sufrió represalias, pero consiguió enviar un poderoso mensaje de lucha pacífica contra el régimen de los ayatolás y su ideología. Esto sí representa a la mayoría del pueblo iraní.
¿Crees que los occidentales tenemos demasiados estereotipos y prejuicios sobre la gente de Oriente Próximo?
Sin duda, muchísimos, pero los periodistas tenemos el trabajo de luchar contra eso. Hace pocos meses estuve en Siria y en Líbano por primera vez. Son países que albergan una gran diversidad, es muy injusto que encajemos a todo el mundo en el estereotipo de turno.
Es importante informarse por medios fiables que no se quedan en la superficie de las cosas y den el contexto suficiente para entender lo fundamental con toda su complejidad.
Lo estamos viendo ahora en Siria, donde va a ser interesante ver cómo se construye un nuevo sistema que, ojalá, respete e integre a todas las minorías, que son muchas. Algo hemos ya contado y lo seguiremos contando en el telediario.
¿Por qué te has querido dedicar a ese difícil mundo de los corresponsales de información internacional, con tantas exigencias y compromiso personal, incluso en vuestra vida privada?
Yo lo entiendo como una forma de contribuir positivamente a la sociedad. Ejerzo el periodismo para que quienes me ven consigan entender cómo funciona el mundo. Muchas veces pienso que ojalá mi trabajo sirva.
Deseo que cuando alguien haga ‘click’ se dé cuenta de las injusticias y sienta la necesidad de hacer algo. La información es una herramienta poderosa y, si se utiliza bien, puede hacer ciudadanos más conscientes y más humanos.
Como periodista me pongo muchos deberes porque informar bien no es fácil. Para mí es muy importante viajar, escuchar a la gente con la mente abierta, entender que hay otras formas de vivir y que son respetables, siempre que esas costumbres no violen los derechos humanos.
Me gusta especialmente conocer la opinión de quienes viven oprimidos en sistemas dictatoriales. Entonces el periodista se convierte en la oportunidad de hacer un poco de justicia, de dar voz a quienes no la tienen.
Tras haber sido testigo y tener en la retina las consecuencias de la guerra y la violencia, ¿crees que hay alguna forma de que en el mundo haya más paz real?
La guerra es un gran negocio para unos pocos, que se lucran sin ningún remordimiento, y un muy mal negocio para el resto.
Creo que sí hay una forma de fomentar la paz: lo que hace falta es que haya gente normal y corriente, comprometida, que tome conciencia y alce la voz.
Es fundamental tener criterio y no comprar determinados discursos.