Ernest Vidal conoció a los Agustinos Recoletos a través de su Parroquia en Benigànim, Valencia, donde hay un importante centro de espiritualidad de las Agustinas Descalzas. En la revista de la Beata Inés ha escrito este artículo promoviendo el voluntariado con ARCORES, del que tuvo experiencia en Sierra Leona.
Los Agustinos Recoletos son la orden religiosa que ha sido responsable de la Parroquia de Benigànim hasta el término del año 2019. Además de las actividades religiosas y pastorales, la Orden ten una Red de ayuda solidaria internacional llamada ARCORES, que se encarga de organizar y canalizar todas las actuaciones solidarias en los países donde está presente la Orden, actualmente más de 20 en todo el mundo.
ARCORES está constituida como ONG en España y en otros países; y ARCORES España se hace presente en las acciones solidarias que se llevan a cabo en otros lugares de la Red, como son Filipinas, Costa Rica, Perú, Venezuela, Argentina, Brasil, Sierra Leona…
ARCORES está en contacto con los más necesitados y vulnerables y por tal motivo sus ejes de actuación son muy diversos; por ejemplo, hay un programa de apadrinamiento de niñas y niños que en sus países no tienen la educación asegurada, dándoles una oportunidad que la vida les ha negado.
ARCORES, consciente de los problemas y necesidades de cada lugar, mantiene programas relacionados con los migrantes en la frontera sur de Estados Unidos, en Nuevo México; otro de protección de niñas que han sufrido violencia sexual en Fortaleza, Brasil; otro para romper el ciclo de la pobreza con menores vulnerables en Ciudad de los Niños, Costa Rica; otro de protección del medio ambiente y de ecología integral en la isla de Apo (Filipinas)…
Una de las actividades más destacadas, con un notable éxito, es su programa de voluntariado internacional. ARCORES organiza los veranos voluntariados en los que envía jóvenes y adultos entre los países donde está presente. Voluntarios de lugares como España han estado en Bacólod (Flipinas), Kamalo y Kamabai (Sierra Leona), Chota (Perú), Tononicapán (Guatemala), Guamote (Ecuador), Fortaleza (Brasil), David (Panamá)…
En este programa, la experiencia personal y humana de conectarse y relacionarse con gente de culturas y realidades sociales tan diferentes a la propia es tremendamente enriquecedora.
El voluntariado comienza con unas jornadas de formación en la que se organizan los grupos de entre tres y cinco personas que irán a los diferentes destinos. Se planifican las actividades, se informa de modo específico sobre la situación y las condiciones de la comunidad de acogida y se proporcionan nociones básicas de salud, primeros auxilios…
Un viaje así genera muchas incógnitas, pero con esta preparación y los conocimientos que se adquieren, todo es mucho más fácil. Además, da mucha tranquilidad saber que en todos los destinos hay esperando una comunidad de Agustinos Recoletos, que se harán cargo de los voluntarios y estarán pendientes de ellos.
No hay dos voluntariados iguales, ni siquiera parecidos, porque en cada país la situación social y la realidad cultural es completamente diferente. No tiene nada que ver un voluntariado en Ecuador con otro en Brasil o Filipinas. La problemática es propia y los voluntarios deben saber adaptarse a ella, estar en contacto con la gente, conocerlos, aprender de ellos, de su cultura y sus tradiciones, empatizar con sus problemas…
En cada voluntariado se aprende muchísimo de la gente y de las comunidades de acogida, de los Agustinos Recoletos completamente entregados a sus actividades con los más necesitados y vulnerables.
El pasado mes de agosto un grupo de voluntarios estuvimos en Kamalo y Kamabai, dos comunidades rurales extremadamente pobres en Sierra Leona, onde hay dos comunidades de los Agustinos Recoletos.
Durante ese mes hemos pintado escuelas, dado clases de refuerzo escolar y, como acaban de construir algunos pozos de agua en aldeas que durante la temporada seca se quedan sin una sola gota de agua, hemos hablado a sus habitantes sobre uso del agua e higiene básica.
También hemos entrenado a un equipo de fútbol y hemos jugado mucho con los más pequeños. Hemos estado casi sin parar para aprovechar al máximo la experiencia.
En el voluntariado se viven sentimientos encontrados. Por un lado, es muy triste percibir las grandes injusticias, el hambre y las desigualdades del mundo en que vivimos. Por otra parte, es muy reconfortante conocer a quienes dedican su vida a eliminar esas desigualdades y ayudar a los más necesitados y desvalidos.
Los misioneros y los voluntarios son gente con un corazón y una energía inimaginables, con un carisma capaz de cambiar vidas y de regalar ilusión y esperanza a quienes no tienen nada de nada.
En ARCORES suelen decir que en el voluntariado es mucho más lo que se recibe que lo que se aporta. Aunque parezca extraño, es una gran verdad, porque en cada voluntariado se recibe tanto cariño, tanto aprecio y tantas sonrisas de la gente que no se puede comparar con nada de lo que tú puedas aportarles.
Realmente es muy difícil cambiar el mundo, pero los voluntarios siempre tienen ganas de dejar su pequeña contribución, porque en realidad, tumbados en el sofá de casa, seguro que ni el mundo va a cambiar, ni irá a mejor.
Ojalá puedas interesarte por el voluntariado y animarte. En este enlace tienes más información.