El que fue seminario menor en Navarra de la Provincia de San Nicolás de Tolentino en España hasta 1993 fue inaugurado en la fría mañana del 11 de enero de 1925. De la mano del Boletín de la Provincia recordamos aquella jornada y su primer año de vida.
El pasado 11 de enero el Diario de Navarra, en su sección “Diario del recuerdo”, recordaba una de las noticias que había publicado un siglo antes:
“Se inauguró en Lodosa el Colegio de los Agustinos. Los Padres Agustinos procedentes de San Millán de la Cogolla establecieron en Lodosa un Colegio-Seminario, que se inauguró en este domingo, caracterizado por un frío intensísimo. Se celebró una Misa solemne, oficiada por el director del nuevo colegio, P. Joaquín Usubiaga. Terminada la Misa, se trasladó el Santísimo bajo palio desde la Parroquia al oratorio del nuevo Colegio. Al finalizar el acto, los colegiales cantaron el Himno a San Agustín”.
El Boletín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino publicó los pormenores de esta fundación, hecha con el fin de trasladar a la nueva casa el Colegio Preparatorio San José situado en San Millán de la Cogolla (La Rioja, España).
El Vicario en España se fijó en un “edificio propio para el objeto” en Lodosa, a 76 kilómetros al este de San Millán y se procedió a su compra. El Boletín explicó los pormenores de aquel primer año (texto resumido y editado).
15 de enero de 1925
Por fin ha sido inaugurado nuestro nuevo Colegio Preparatorio. Lo que durante mucho tiempo ha sido una aspiración es ya una realidad. Adquirido el edificio con su jardín y dependencias, y obtenidos todos los requisitos canónicos y legales, fue señalado el 2 de de enero de 1925 para la salida de San Millán de la primera expedición.
Estaba compuesta por el director fray Joaquín Usubiaga, fray Juan Machicote y once niños. En la mañana del día 5 salía la segunda, otros 16 niños del primer curso como los anteriores, acompañados por fray Manuel Carceller.
Ya estábamos en Lodosa, donde desde el primer momento comenzamos a recibir visitas y pruebas de simpatía y afecto. Nuestros vecinos vinieron a ofrecérsenos para todo. El párroco, don Santiago Arnaiz, propuso el domingo 11, fiesta de la Sagrada Familia, para la inauguración del Colegio, con solemne misa en la iglesia parroquial. El día de Reyes anunció la fiesta al pueblo.
Amaneció el 11 muy desapacible. Un cuarto de hora antes de las 10 los colegiales, de uniforme completo y seguidos por los religiosos, fueron hasta la parroquia entre la admiración de los lodosanos, muchos de los cuales llenaban ya las amplias naves de la iglesia, mostrando su agrado por nuestra venida.
Los colegiales cantaron con mucho entusiasmo y airosos. Fray Pedro en el sermón hizo una hermosa oración de saludo y presentación, desarrollando luego el tema de “La mies es mucha y los obreros son pocos”.
En la iglesia, además de las autoridades, estaban las asociaciones religiosas, niños de las escuelas públicas con sus maestros y los del Colegio del Sagrado Corazón de Jesús de las Hermanas de la Caridad de San Vicente Paúl.
Terminada la misa se organizó una procesión para trasladar el Santísimo al Colegio, pues el obispo Mateo Múgica ha concedido a nuestro oratorio el carácter de semipúblico.
En el salón de recepciones del Colegio fueron obsequiados con un lunch clero, autoridades y otras personalidades. A la una se sirvió el banquete en el hermoso salón-comedor, sentándose en las cabeceras el director y el párroco, y a sus lados el alcalde Rufo Tapia, el teniente de la Benemérita Jesús Miranda, el Juez municipal Vicente Ramírez, los tres coadjutores, los señores Jerónimo del Rey, Ángel Marín y Felipe Revert y los religiosos Hilario Vega, Rogelio Barasoain, Pedro de la Dedicación y Manuel Carceller.
Durante la comida reinó franca alegría y animación, como si de antiguo nos conociéramos todos, y tras los postres y el café recreó nuestros oídos el gramófono. Después de un rato de sobremesa, fray Pedro impresionó un cliché de todos los convidados en la galería de entrada (foto de portada).
El día resultó lleno de gratas y dulces impresiones que nos llenaron de esperanzas muy grandes. Lodosa, sin duda, se ha dado cuenta de la importancia que entraña nuestra venida y contribuyó al mayor lucimiento de la fiesta de inauguración, testimoniándonos con ello su adhesión, que sobremanera agradecemos.
Se cursó un telegrama al obispo de Pamplona, saludándole y pidiendo su bendición, y al momento respondió otro: “Concedidas peticiones bendición cordial”. También vía telegrama se adhirieron el comisario general y el vicario de la Provincia; y por carta 17 alumnos de la Preparatoria de Marcilla y los 47 colegiales de San Millán.
Está situado nuestro Colegio en la misma entrada del pueblo, poco después de pasar el puente sobre el Ebro. Todo el solar se halla cercado, tres lados con pared y el cuarto, que corre a lo largo de la carretera, con una artística verja de hierro sobre zócalo de piedra artificial. Tiene una gran portada central para carruajes con arco voltaico en la parte superior, y otra puerta pequeña de servicio a un lado; a continuación de la verja está la casa-portería, nuestra también.
Toda la fachada mide 42 metros; la parte izquierda, 56; la derecha, 58, y la trasera,51. Media huerta está cultivada y la otra media son jardines con palmeras y árboles; hay también un estanque y una bonita imitación de gruta por la que pasa el agua, en la que los niños pusieron una imagen de la Virgen de Lourdes y llenaron de cuadritos, gustando mucho a los visitantes. Sobre la gruta se levanta un cenador.
Consta la casa de entresuelo, con un metro de saneamiento sobre la tierra, piso principal y segundo. La entrada principal es una pequeña escalinata de mármol comprimido y una galería con losas del mismo material, encima de la cual se extiende una bien soleada terraza, todo con balaustrada de piedra artificial.
La escalera, muy hermosa, es de mármol blanco natural, con un elegante y artístico barandado colocado sobre candeleros y un pasamanos de tapicería cubierto de terciopelo y con fleco; en la pared hay unas anillas de metal blanco en las que se coloca un hermoso cordón rojo de seda.
Los suelos son en unos sitios de mosaico y en otros de pino americano; pasillos y escalera están pintados al óleo, lo mismo que algunas habitaciones; otras están empapeladas, teniendo todos los techos, de cielo raso, hermosas y artísticas decoraciones de escultura decorativa.
La habitación convertida en oratorio tiene una bonita rotonda de cristales de colores, en donde se ha colocado el altar. Sobre dicha rotonda hay otra pequeña terraza. Entre el comedor de los Padres y el recibidor y la sala principal hay una puerta muy valiosa, de cristales de colores; otras dos del mismo estilo existen en las escaleras.
Hay tres chimeneas de mármoles de Inglaterra en otras tantas habitaciones. La cocina tiene paila-termosifón con agua caliente para lavabos y cuarto de baño, que está forrado con azulejos lo mismo que los tres excusados, los cuales tienen W.C. Hay sótanos bien acomodados para despensa. Parte del edificio está coronado por una elegante barandilla de piedra artificial.
Tiene la casa otras dependencias junto al muro de la huerta: una hermosa y capaz cochera y, separados por un patio, pajar y cuadra en un mismo edificio y un depósito sobre una gruesa columna de cemento armado, cuya altura es de unos once metros, ascendiendo el agua impulsada por una motobomba. Hay también lugar apropiado para animales de corral.
Hoy por hoy no sirve más que para los niños que hay, por eso se va prolongar hacia uno de sus lados la parte más alta, para que puedan alojarse de 75 a 80 colegiales, lo cual ya podrá ser por el próximo septiembre, quedando con esto un elegante y buen Colegio. Y mucho más lo será el día cuando se construya la capilla que está en proyecto y cuyas obras comenzarán apenas se termine el edificio.
16 de marzo de 1925
En estos dos meses nuestra vida se ha deslizado alegre y tranquila. Los colegiales continúan contentísimos, correteando por todo este hermoso solar sin querer volver a donde estaban.
Sus familias, que han venido a visitarles, se han ido gratamente impresionadas después de haber visto lo coloradotes que se encuentran y de haber admirado la preciosidad del edificio y sus buenas condiciones. La impresión que en más de uno ha producido el nuevo Colegio, ha superado a lo que por referencias se habían figurado.
El solar ha sido agrandado con la adquisición de una hermosa huerta. Hemos hecho algunas reparaciones en la pared que la cerca y se han abierto los cimientos y se ha ahondado lo que van a ocupar los sótanos del nuevo edificio.
Las gentes continúan con el mismo afecto o más que el primer día y el nombre Recoleto comienza a conocerse, con nuestros religiosos predicando por los alrededores.
18 de mayo de 1925
El día que firmé mi crónica anterior, a las tres de la tarde, se echaba la primera paletada de hormigón de los cimientos. La pared fue subiendo hasta un metro sobre el suelo, al igual que lo restante de la casa, donde ha de estar el piso del refectorio y las salas de clase, con tabiques movibles para convertirse en un espacioso salón de actos.
A continuación del hormigón sigue la pared de ladrillo hueco, de muy buena calidad, subiendo de trecho en trecho con ocho columnas de cemento armado, cuatro en cada lado, para mejor enlace.
El maderamen del piso ya está colocado, así como los marcos de puertas, ventanas y balcones. Ahora aguardamos las vigas de hierro en forma de T para seguir con los otros dos pisos de dormitorios.
La casa y los jardines han quedado más hermosos y alegres con la primavera, que nos ha traído a los ruiseñores y ha cubierto de hojas y flores a los árboles y plantas. Resulta, en verdad, encantador y hasta poético, todo este paisaje.
Nuestra vida sigue pacífica y tranquila. Los colegiales, alegres y juguetones, pasan casi todos los recreos con el balón, habiendo formado dos equipos completos. A este paso van a adquirir tal facilidad que pronto van a codearse con Zamora, Samitier y demás figuras. Durante el recreo no se oye otra cosa que “mano”, “córner”, “penalti”, “gol”, etc.
En nuestro oratorio no se hizo función de Semana Santa y asistimos a la Parroquia, aumentando el esplendor de los actos, sirviendo también nuestros colegiales de ejemplo de orden y compostura para los demás niños.
Las vacaciones de Pascua dimos paseos a Alcanadre, Sartaguda, Sesma y Cárcar, donde las gentes salieron a ver a los colegiales que llamaban la atención por su buen aspecto, sus gorras y su uniformidad. Más de un niño se quedó con las ganas de seguirlos.
13 de septiembre de 1925
Al fin llegaron las viguetas de doble T, fueron colocadas y se continúa la obra. A últimos de este mes serán trasladados los colegiales que quedan en San Millán, ingresarán los de primer curso y, a primeros de octubre, darán principio las clases.
El día que se terminó de levantar el tejado, a eso del mediodía, nos sorprendieron unos cohetes. Salimos y vimos a los trabajadores colocando la última teja y, según costumbre, la bandera para solemnizar el acontecimiento. Por la tarde recibieron un obsequio del maestro de obras.
Los Colegiales continuaron alegres y contentos, entretenidos ahora en el arreglo de los jardines además de jugar; el sol y el aire ribereño han teñido sus rostros, un color que es salud y vida, como se puede observar en las visitas del médico, que hasta ahora han sido de amigo, y que siga así para bien de todos.
El 22 de junio nos llegó un hermoso piano adquirido en la Casa Luna de Zaragoza, que ha gustado mucho a todos los que lo han visto y oído, marca Orphens, de nogal, cuerdas cruzadas y dos pedales, de voces muy cristalinas.
Creíamos que este año pasaría casi desapercibido por las circunstancias el día de san Agustín, pero aún tuvimos algo de fiesta. A las ocho de la mañana, colocados los niños en el recibidor y abiertas las puertas para que cupiera más gente, se cantó la Misa y, al final, el Himno a san Agustín.
Al mediodía se sentaron en nuestra mesa Jerónimo del Rey, Ángel Marín y un guardia civil padre de dos Colegiales. Por la tarde recibimos la visita del párroco, los tres coadjutores y el capellán del Hospital. Los obsequiamos con pastas, licores y una sesión de gramófono y piano.
El 31 de agosto, fiestas de Lodosa, asistimos y cantamos en la Misa Mayor para honrar a los Patronos y al pueblo que tan bien nos ha recibido, acompañados de fray Miguel Avellaneda, de visita.
Las familias de los Colegiales han venido en vacaciones para visitarles, marchando muy bien impresionadas y encantadas de tener aquí a sus hijos, en un lugar tan bueno y en tan buenas condiciones.