Fiesta de Guadalupe 2024 en Guaraciaba do Norte, Ceará, Brasil.

La fundación del monasterio de las Agustinas Recoletas mexicanas dedicado a la principal devoción mariana en su tierra ha derivado en una increíble acogida filial. Miles de personas celebran hoy día en el nordeste de Brasil a la virgen mexicana.

Un año más la celebración de la patrona del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe de las monjas contemplativas Agustinas Recoletas en Guaraciaba do Norte (Ceará, Brasil) ha supuesto un revulsivo espiritual, una fiesta de las culturas y una muestra evidente de la acogida que ha tenido la comunidad monástica en esta parte de la Sierra de Ibiapaba, al noroeste del estado brasileño de Ceará.

Este año 2024 el tema de la celebración ha sido “María, madre y maestra de oración”, y el lema “Mujer de esperanza y reconciliación del Pueblo cristiano”. Sobre ello versaron las reflexiones, homilías y oraciones que han tenido lugar durante la novena previa. Cada año más y más personas se suman y, lo que es notable, la programación suma propuestas de carácter espiritual, cultural, celebrativo y se expande a más lugares.

Como muestra, la visita que la Virgen de Guadalupe ha hecho a una decena de villas del municipio: São Jose, Sítio Buriti, Buraco d’Água, Descoberta, São Félix I, Lagoinha, Passagem/Lameirão, Santa Luzia, Limoeiro dos Pompeus, Corça… Podemos destacar la de Lagoinha, en la que se bendijo un cáliz y un libro de oro de donaciones para la construcción de una torre en la capilla, que está dedicada a santa Magdalena de Nagasaki, mártir miembro de la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta.

Una buena representación de estas localidades ha sido protagonista cada jornada de la novena con su presencia y alegría, en ocasiones con vistosas procesiones, como una a caballo. Por las mañanas la imagen de la Virgen de Guadalupe llegaba a la localidad y por la tarde se trasladaba hasta el monasterio acompañada de buena parte de los fieles.

Una de las causas por las que cada vez más gente se suma a esta celebración es la cuidadosa puesta en marcha de un muy completo programa de actividades, religiosas y culturales, dentro y fuera del monasterio, que van más allá de la Parroquia y Municipio.

Así, dos han sido este año los obispos que han participado directamente de las celebraciones: el obispo local de Tianguá, Francisco Edimilson Neves Ferreira, que presidió el último día de la novena; y el obispo emérito de Teresina, la capital de estado vecino de Piaui, Jacinto Furtado de Brito Sobrinho, que presidió la jornada festiva final.

Desde el 2 de diciembre un sacerdote diferente ha presidido cada día la novena centrando sus reflexiones en temas marianos. A un rosario a las 18:15 horas seguía la novena a las 18:45 y una Eucaristía a las 19 horas.

Cada día hubo bendiciones especiales para grupos de fieles: para los niños, para los comerciantes, para los miembros de la Familia Agustino-Recoleta (en la jornada de aniversario de la Recolección), para los funcionarios públicos, para los jóvenes…

El día de la Recolección hubo un teatro; hubo una noche mexicana con cantos y folclore; presentaciones musicales con grupos católicos como la Banda Cruz, el Padre Gilvan y el Coro Diocesano de Tianguá; y subastas y sorteos solidarios para sufragar los festejos y proporcionar recursos al monasterio para su vida y su misión.

El día de la fiesta la programación comenzó al rayar el amanecer, a las cinco de la mañana, en la plaza del monasterio; tras una reflexión y el rezo del rosario, la imagen fue trasladada hasta la iglesia matriz, a unos cinco kilómetros, en la sede del municipio, donde permaneció hasta las seis de la tarde, en que fue devuelta al monasterio en una gran peregrinación de vehículos de todo tipo para la clausura de la fiesta.

Tras el rosario y la novena, la Eucaristía del día de Nuestra Señora de Guadalupe fue presidida por Jacinto Furtado, obispo emérito de Teresina, capital del Estado de Piauí, y que anteriormente había sido obispo de Crateús, en Ceará, diócesis vecina a la de Tianguá.

Terminada la Eucaristía hubo un concierto del Coro Diocesano de Tianguá y una gran rifa de premios entre la multitud de asistentes de la jornada.

En definitiva, esta festividad no solo es un momento álgido para la devoción mariana en la región, sino un bonito modo de compartir espiritualidad y cultura y un apoyo importante para la pervivencia del carisma contemplativo agustino recoleto en su único monasterio en Brasil.