[Parte 1] La ONGD La Esperanza es parte de la historia solidaria de la Familia Agustino-Recoleta y de Navarra. Tras el último mercadillo y la venta de sus bienes, su tarea se cierra definitivamente. En este homenaje ellas relatan su tarea, su fe y su historia.
¿Cómo comenzó todo?
El origen es imposible olvidarlo y se puede relatar con pelos y señales, lo recordamos como si hubiera sido ayer mismo. Fue a través Mari Carmen Lizaso, conocida aquí por todos como Mamen, y de su amistad con el religioso recoleto fray Joaquín Pertíñez.
Joaquín era muy mañoso con las manualidades e iba a unos cursillos en la Casa de la Cultura de Lodosa para trabajar el barro. Allí coincidió con Mamen y se forjó una fuerte amistad. Joaquín le compartió la ilusión con que se había ofrecido para ir a Brasil y el resultado cuando le comunicaron que estaba destinado a la Misión de Lábrea, en el Amazonas.
Mamen era muy amiga de Corpus y pasaban mucho tiempo juntas, más cuando estaban esperando sus cuarto y primer hijo, respectivamente. Mamen leyó a Corpus lo que le decía Joaquín por carta sobre la situación de los niños en aquella lejana Amazonia brasileña. Querían ayudar, pero no les sobraba nada. Mandaron alguna ayudita, pero la veían como insuficiente, hasta que Dios encendió una luz en el corazón y en la mente de Corpus:
“¡Teníamos tan poco para dar! Pero al mirar nuestro entorno, nuestras casas, en todas había mantelería y montones de cosas sin usar: ¡Cuántas cosas de más tenemos! ¿Y si montásemos un mercadillo misionero con las cosas que no utilizlllamos y están en buen estado?”.
Fueron a la Parroquia de San Miguel de Lodosa, atendida por dos agustinos recoletos, Plácido Rodrigo y Santiago García, para hablarles de su inquietud, y acogieron la idea. Comenzaron a recoger materiales y los almacenaron en la casa parroquial, vacía porque los religiosos recoletos vivían con su comunidad del Colegio San José.
Hicieron mucha publicidad para que el 19 de marzo de 1994, día de san José, la gente del pueblo se presentase en su primer mercadillo solidario. El segundo fue casi un mes después, el 10 de abril, aprovechando el Domingo de Ramos, en la vecina Parroquia de Santa María de Sesma, de donde era párroco otro recoleto de la comunidad de Lodosa, Francisco Piérola.
“Nuestra esperanza era obtener unas 50.000 pesetas (300€); las más optimistas hablaban de hasta 100.000 pesetas (600€). Pero entre los dos mercadillos conseguimos 1.017.000 pesetas (6.112,29€). Nunca se nos olvidará esa cantidad; nos parecía que habíamos escalado el Everest. Y Joaquín construyó en Lábrea el primer Centro Esperanza para 12 niños”.
Pero todo esto acabó en una ONGD con todas las de la ley. ¿Cómo fue el proceso?
La motivación era que seguían llegando cartas y fotos que mostraban lo que se había llegado a hacer con el dinero enviado. Y, por supuesto, que nunca era suficiente; escribía Joaquín:
— “Me dejan a los niños a la puerta, raquíticos, desnutridos… ¡Tenemos que ayudarles!”.
Como madres que éramos, aquello nos tocaba el alma. No somos fruto de un planteamiento programático, sino que todo ha sido por obra y gracia del Espíritu Santo, poco a poco. Siempre hemos encontrado personas que nos han querido ayudar, personas puestas por Dios.
Después de los primeros mercadillos, viendo que aquello había venido para quedarse, Plácido nos cedió unos salones de la Parroquia donde montamos unos talleres de pintura y costura. Estaba de moda la escayola y se nos ocurrió hacer nacimientos, así que fuimos a Cintruénigo (a 55 kilómetros de Lodosa) para buscar ayuda, porque allí son especialistas en la escayola.
Por otro lado, en una conversación con una misionera seglar paúl, Amaya, nos interpeló:
— ¿Por qué no hacéis una ONG?
Nuestra respuesta primera fue:
— ¿Y qué es eso?
Recopilamos información de forma autodidacta, vimos las ventajas que traía, e hicimos unos Estatutos, pero hasta cuatro versiones no consiguieron la aprobación de las autoridades. Ya habíamos tirado la toalla y decidido seguir haciendo las cosas como al principio, pero llegó el 5 de diciembre, día de la Recolección Agustiniana, y fuimos a Marcilla a celebrarlo.
Allí conocimos al agustino recoleto Pablo Panedas, que mostró mucho interés en nuestra labor y se ofreció a ayudarnos con la redacción de los Estatutos. Tras algunos viajes de invierno entre nieblas y hielos para redactarlos, al poco tiempo conseguimos el sello de aprobación. ¡Fue tanta la emoción y los botes de alegría!
Desde octubre de 1996 éramos oficialmente una Organización No Gubernamental. Esto implicaba que podíamos optar a subvenciones oficiales de Administraciones públicas, de sus presupuestos para ayuda al desarrollo.
En este periodo era el agustino recoleto Jesús Vera el que nos ayudaba nos llevaba y traía a los mercadillos. Jesús Mari Garrasa era el alcalde de Lodosa, le presentamos la ONG y nos puso a disposición a María Gurpegui, técnica de la Oficina de Turismo y Desarrollo Local, para que nos ayudara con el papeleo. Lo nuestro era la ilusión, el empuje, hablar a la gente y convencerlos de ayudar… pero los papeles no.
Cuando cambió el Ayuntamiento estas cuestiones técnicas y de papeleo pasaron a la Comisión de Misiones y Desarrollo Social de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de los Agustinos Recoletos, que puso a nuestra disposición a su técnico, Inés Parrondo.
Inés, entregada y fiel, consiguió que la ONG abriese tres delegaciones más (Pamplona, Madrid y Chiclana de la Frontera, Cádiz) ampliando la posibilidad de presentarnos a más subvenciones en más áreas geográficas y ante más Administraciones.
Con estas colaboraciones se hicieron muchas cosas, aunque el problema no era tanto presentar los proyectos, sino conseguir todo lo necesario para justificar los gastos según el estándar de aquí pero con los papeles y las dificultades de comunicación de allí.
También llegó el momento de independizarnos, como quien dice; los Agustinos Recoletos ya no atendían la Parroquia de Lodosa y tuvimos que devolver los salones parroquiales, porque ahora ya sí se necesitaban. Nosotras teníamos el convencimiento de que esto era obra de Dios y de nuestro padre san Agustín; sin recursos propios, pues todo lo enviábamos a las misiones, conseguimos comprar un local y una furgoneta, porque la que nos habían prestado los Recoletos ya no daba para más. Y salimos adelante, porque la obra es de Dios.
El siguiente paso fue la implicación de nuestras familias y entorno. Un sobrino que gestiona una empresa de conservas de calidad, tuvo la oportunidad de visitar algunas de las misiones y proyectos concretos a las que ayudábamos en Brasil y Sierra Leona. Se implicó sobremanera; entregaba cada año para los mercadillos 2.000 tarros de conservas: la empresa ponía el género, las máquinas y el trabajo, pero no dudaba en pedir colaboración a sus proveedores.
Los mercadillos han sido vuestro santo y seña más reconocible. ¿Fueron muchos?
Realmente hemos perdido la cuenta de cuántos mercadillos hemos realizado: son innumerables. Hemos recorrido las provincias de Navarra, Zaragoza, Madrid… Algunos años hemos llegado a la media docena, según surgían posibilidades. El resultado, más de dos millones de euros han ido a quienes más lo necesitaban. Todo lo conseguido con ese dinero ha sido super importante, buenísimo.
Además del dinero de los mercadillos hemos enviado muchos bienes de primera necesidad a las zonas de misión, especialmente a Sierra Leona; incluso hasta hace bien poco: el año pasado, por medio de unos médicos, conseguimos enviar a las Clarisas de Lunsar (Sierra Leona) 40 cajas de alimentos y máquinas de coser.
El último mercadillo tuvo lugar en Madrid, en la curia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino. Incluso alguna de nosotras tenía bronquitis, pero era nuestra despedida. Conseguimos algo más de mil euros y dejamos nuestros últimos materiales a una ONGD hermana, AyudaFortaleza, y conservas para el Monasterio de Santa Isabel de las Agustinas Recoletas contemplativas.
En Lodosa nos despedimos con dos mercadillos, uno en las fiestas de agosto, el día 4, y otro el 5 de octubre, durante la Fiesta del Pimiento del piquillo. Entre ambos conseguimos 2.500€ para la India, a la misión donde trabaja el salesiano lodosano Alfredo Marzo, de más de 90 años de edad y 70 trabajando allí, otro habitual de nuestro empeño.
El material que quedaba se donó al grupo de Ayuda a Lábrea de Getafe; y el broche de oro serán la venta de la furgonejgta y del local. Los 5.000€ de la furgoneta se han enviado al Hogar Santa Mónica de Fortaleza; y por acuerdo y deseo de todas, lo obtenido del local se enviará a aquellos con quienes empezó todo: a Joaquín Pertíñez, hoy obispo de Río Branco, Acre, Brasil; y a los Centros Esperanza del Amazonas.
• Parte 1: “¡Gracias, La Esperanza! 31 años de servicio a los más vulnerables de unas mujeres de fe”
• Parte 2: “Lavamos las conciencias y limpiamos los armarios”.