Carta de los pueblos de las aguas y de la selva amazónica. Lábrea, Amazonas, Brasil, diciembre de 2024.

La Escuela de Formación de Juristas Populares de la Amazonia celebrada en Lábrea, parte del proyecto Amazonia Bem Viver, ha publicado como conclusión esta “Carta de los pueblos de las aguas y de la selva amazónica” que reproducimos.

Del 1 al 8 de diciembre de 2024, la Escuela de Formación de Juristas Populares de la Amazonia ha reunido a líderes locales en Lábrea (Amazonas, Brasil) para consolidar una nueva generación de defensores de los derechos territoriales y socioambientales.

Alrededor de 70 personas participaron de la Escuela, que tuvo debates que abarcaron desde el papel del Estado, el derecho y los movimientos sociales, a la importancia de que las comunidades se movilicen y se fortalezcan. El encuentro facilitó el intercambio de experiencias, con visitas a Aldeia Novo Paraíso (pueblo Apurinã) y a la comunidad ribereña de Praia do Pirão.

Para la realización de la Escuela, Cáritas Brasileira contó con el apoyo de la Prelatura de Lábrea, la Universidad Federal de Rondônia (UNIR) y la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT). El obispo emérito de Lábrea, el agustino recoleto Jesús Moraza, siguió las deliberaciones.

Esta iniciativa forma parte del proyecto Bienestar Amazonia: Comunidades Resilientes, cuya principal misión es fortalecer las comunidades amazónicas para proteger sus territorios, combatir el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad.

El proyecto es una colaboración entre Cáritas Brasil y Cáritas Alemania y está financiado por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo del Gobierno alemán (BMZ).

Grito de los pueblos de la Amazonia: por la vida, la justicia y laresistencia

Nosotros, ribereños, indígenas, quilombolas, gente de las aguas y de la selva, nos hemos reunido en Lábrea, tierra del testimonio de la hermana Cleusa, mártir de los pueblos amazónicos, entre el 1 y el 8 de diciembre de 2024, en la Escuela de Formación de Juristas Populares.

Acudimos ante toda la sociedad, ante el Estado y ante las Iglesias, para reafirmar nuestras convicciones en los valores comunitarios, los derechos humanos, la fuerza de organización y resistencia de pueblos.

Por toda parte rostro de la violencia revela su perversidad. Los poderes económicos y políticos se cruzan en los “nuevos coroneles de la selva”, y esto se materializa en las formas arbitrarias en que se ejercen los poderes públicos, en ausencia de políticas públicas, en amenazas a formas de vida comunitarias y en complicidad con los grandes proyectos que se aprovechan de la naturaleza con el lucro como objetivo.

Especialmente en la región suroeste de la Amazonia, en los municipios de Tapauá, Canutama, Lábrea, Humaitá, Pauini, Sena Madureira y Porto Velho, la realidad ha sido desafiante. Además del avance destructivo del agronegocio, se están negando los derechos a demarcar territorios por parte de los pueblos originarios.

En gran medida, o el Estado no actúa para hacer cumplir estos derechos y se omite, o incluso actúa apoyando esas agresiones, financiando la deforestación, cambiando leyes que legitiman el acaparamiento de tierras o dejando de monitorear acciones ilícitas, delitos y abusos de autoridad intencionalmente.

En esta región no existen efectivamente órganos de control e inspección o, si existen, no están estructurados ni funcionan. Algunos municipios de la región destacan, en los primeros lugares, a nivel nacional, en el ranking de deforestación, incendios, acaparamiento de tierras y violencia.

Mientras tanto, asistimos al avance de la destrucción en toda la Amazonía, a la subordinación de los poderes políticos a grupos económicos y, por tanto, a la vulneración de derechos por parte de quienes deberían promoverlos.

El avance del agronegocio impulsado por las políticas de desarrollo de AMACRO, la pavimentación de la carretera BR-319 y la inercia administrativa en la gestión y asignación de tierras públicas alimentan y legitiman gravísimas situaciones de violencia contra los pueblos originarios y las comunidades tradicionales, con noticias alarmantes de amenazas verbales y físicas, agresiones, invasión de territorios y otras violencias indescriptibles. Paralelamente, los poderes públicos locales también naturalizan toda esta situación de abandono e injusticia.

Los discursos, las narrativas de tantos líderes, reunidos a lo largo de esta semana, dieron voz, forma y testimonio a una realidad inaceptable, en la que la impunidad se vuelve natural, las facultades de inspección en general están lejos de la realidad y, el sistema de Justicia que debe responder a estos clamores de la sociedad, de los grupos comunitarios y de las personas, está ausente y muchas veces es inoperante.

Sin embargo, aquí reunidos durante esta semana de formación de agentes jurídicos populares, reflexionamos sobre la necesidad de creer en los principios, valores y derechos que, con mucha lucha y organización, llegaron a ser garantizados por la Constitución Federal de 1988. Incluso analizamos hasta qué punto estos derechos han sido agredidos, e incluso negados o revocados, en nombre de algunos intereses y proyectos.

El sentimiento de indignación nos moviliza en este sentido, a llamar la atención de las instituciones, organismos públicos y agentes políticos, con el objetivo de crear conciencia sobre estos problemas, y más que eso, a comprometernos con un gran grupo de trabajo para comprender y reconocer esta realidad, así como afrontarla con acciones concretas.

Como representantes de comunidades, grupos y pueblos indígenas y ribereños, hacemos nuestra parte; sin embargo, no contamos con las estructuras y recursos que tiene el Poder Público, y que, de manera planificada, tendría las condiciones objetivas para resolver el problema.

Así, en respuesta al llamado del Papa Francisco a no ser indiferentes a los gritos que provienen de los ríos, de los bosques y de las personas que viven en ellos, especialmente en la Amazonía, unimos nuestra voz a los gritos contra la injusticia y la explotación.

En la inspiración cristiana, la misma indignación testimoniada en la Biblia, como con Moisés y los profetas en el Antiguo Testamento (Ex 11,8; Am 2,8), con Jesús, en el Nuevo Testamento (Mc 3,5), actualizados en la recomendación del Papa Francisco que reafirma que no es saludable acostumbrarse al mal, ni anestesiar nuestra conciencia social ante la estela de deterioro y muerte en la Amazonia (documento Querida Amazonia), denunciamos las diversas y distintas agresiones y proyectos de muerte contra la selva, los ríos y sus gentes y hacemos un llamado al Estado, a las Instituciones, a los Organismos Públicos específicos, al Congreso Nacional:

“¡Basta de tanta muerte y destrucción! ¡Basta de tanta pérdida y sufrimiento! No necesitamos un desarrollismo que viole nuestros derechos y empeore las injusticias. Los pueblos y comunidades tradicionales merecen y exigen respeto, y para ello necesitan ser escuchados y no silenciados.

Que las instituciones actúen en beneficio, de forma prioritaria, de los intereses públicos, y que la promoción y protección de la vida digna para todos sea, más allá de la letra de la ley, promesas y discursos, implementada en la vida cotidiana de las personas y comunidades tradicionales en el campo y en las ciudades”.

Lábrea, Amazonas, Brasil.