El obispo agustino recoleto Santiago Sánchez ha publicado un video de agradecimiento con motivo de las celebraciones del I Centenario de la Prelatura de Lábrea (1924-2024), donde hace un realista informe de situación en agradecimiento al apoyo exterior y al compromiso de los misioneros y misioneras, religiosos y laicos.
En la Prelatura de Lábrea, desde el interior del estado brasileño de Amazonas, entre el cielo, la selva y el río, en esta tierra de la esperanza, vivimos unidos a Nuestra Señora de Nazaret. Celebramos el I Centenario de la Prelatura y como es Nuestra Señora la que da unión y cohesión a todos, hemos preparado una peregrinación de su imagen por toda la Prelatura. Ella visita aún a nuestro Pueblo.
Se ha hecho presente en las comunidades urbanas y de las riberas de los ríos. Quiere llegar a todos a todos los lugares de nuestra selva. Ha sido muy bien acogida. Salió de nuestra catedral y está llegando a los distintos lugares, a todas las parroquias y muchas de sus comunidades.
El próximo año celebramos el I Centenario de la llegada de los Agustinos Recoletos (1925-2025). En 100 años han sido muchos los religiosos agustinos recoletos que han pasado por aquí. Sus nombres estuvieron visibles durante la celebración que abrió el Centenario en la Catedral, así como el de los cuatro obispos que ha tenido la Prelatura hasta el momento, todos religiosos agustinos recoletos.
Actualmente los Agustinos Recoletos estamos en tres de las cinco parroquias de la Prelatura: Santa Rita de Tapauá, San Agustín de Pauiní y Nuestra Señora de Nazaret de Lábrea.
Nos apoya nuestra Provincia de San Nicolás de Tolentino y toda la Orden de Agustinos Recoletos. El prior provincial y el prior general no se olvidan de nosotros y nos han visitado con frecuencia. Para nuestra Familia religiosa somos un símbolo de la misión y recibimos la ayuda y los apoyos de muchos de vosotros, que hacéis campañas para ayudarnos material y espiritualmente, con vuestro ánimo y con vuestros bienes materiales.
Centros Esperanza
Una de las obras principales que tiene hoy la Prelatura son los Centros Esperanza, obra social a favor de los jóvenes y adolescentes. Queremos que no estén en la calle, que no adquieran conductas y actitudes que no les convienen. Y formamos a sus formadores para que asuman la espiritualidad agustino-recoleta y la apliquen en su tarea educativa.
En los Centros Esperanza ofrecemos formación en valores y talleres: manualidades, arte, música, costura, cocina… Y lo que se cocina aprendiendo es lo que ellos comen, porque también les damos cada día un refuerzo alimentario, para algunos el único consistente de la jornada. Y hay deporte y actividades lúdicas y de ocio sano.
En la tarea pastoral los tres Centros Esperanza (Lábrea, Tapauá y Pauiní) tienen un lugar importante. Su comunidad educativa participa en los eventos eclesiales y sociales, como son las campañas de protección a los menores, de apoyo a la familia…
Vida consagrada en la Prelatura
Nuestra familia religiosa nos acompaña en el trabajo. Las Misioneras Agustinas Recoletas están muy integradas en la Prelatura desde hace décadas. Hoy su principal tarea es la Pastoral Rural, visitando las comunidades por los ríos, navegando durante jornadas incansables, solas o acompañadas por algún misionero sacerdote. Otra de sus tareas fundamentales es la atención al Educandário Santa Rita. Es más que un colegio, ofrece un verdadero servicio de educación integral.
En Tapauá están las Oblatas de la Asunción. Una de sus actuales tareas es el Hogar Hermana Rosa (LACIR) para adolescentes y niños, algo así como un Centro Esperanza para los más pequeños, los que aún no tienen edad para entrar en el Centro Esperanza.
Las dos Parroquias donde no actúan los Agustinos Recoletos actualmente son la Parroquia de San Juan Bautista de Canutama, que ha ofrecido la primera vocación autóctona y para la Prelatura, Tiago, el primer sacerdote en 100 años, esperemos que no sea el último; y la Parroquia de San Sebastián y San Francisco, que ocupa poblaciones y comunidades de los municipios de Canutama y Tapauá en su área limítrofe.
En esta Parroquia, en Belo Monte, están cinco Misioneras Josefinas. La Parroquia cuenta con dos sacerdotes, Eder y Tiago. También colabora con ellos el obispo emérito, el agustino recoleto Jesús Moraza.
Los Maristas llevan muchos años en la Prelatura de Lábrea, históricamente ya estuvieron atendiendo colegios en Lábrea, Canutama y Tapauá. En este momento son cuatro, de los que dos residen en Lábrea y continúan con la educación como ministerio, y los otros dos están en una comunidad rural de la Parroquia de San Sebastián y San Francisco.
El tesoro de la infancia
La Catequesis es una de las tareas pastorales que más nos ocupa, con grupos numerosos porque son muchos los niños que nacen y crecen aquí. Actualmente adaptamos el proceso catequético al sistema de la Iniciación a la Vida Cristiana. Como en casi todos nuestros servicios, necesitamos más catequistas, laicos preparados. Los que tenemos están muy empeñados en su tarea.
La Pastoral de la Infancia es muy importante en la Prelatura, el cuidado y atención a los menores de cinco años y a sus madres. Gracias a esta Pastoral su situación es hoy inmensamente mejor que en tiempos pasados, cuando la mortalidad infantil tenía cifras clamorosas.
Nuestros niños crecen con salud y los cuidamos para que se desarrollen bien. Formamos a los agentes y hemos logrado que la Pastoral de la Infancia sea objeto de agradecimiento por toda la población, independientemente de su credo.
La Infancia y Adolescencia Misionera (IAM) nos permite que los pequeños tomen pronto conciencia de la necesidad de la misión y la entrega a los demás. Después de tiempos muy florecientes y de alguna etapa de decaimiento, la IAM brota hoy de nuevo y es palpable en sus encuentros la alegría de los niños al sentirse misioneros, de sus ganas para colaborar con los otros.
Otro espacio de atención a la infancia son los enormes grupos de monaguillos. Quieren colaborar con la Iglesia y lo hacen con alegría y compromiso.
Nuestra preocupación por la infancia es grande, ellos son el futuro, aquí tienen muchas necesidades y carencias y por eso necesitan de acompañamiento y cuidados especiales y seriamente planificados. Todo esto nos exige muchos recursos.
Las Hermanas Josefinas desde hace poco tiempo tienen además el Proyecto Gabriela que atiende a niñas que han sufrido o tienen riesgo de sufrir abusos. Cuentan con dos grupos de atención, uno en Belo Monte y otro Foz de Tapauá, y el objetivo es lograr su reintegración social.
Hay una gran demanda por este tipo de servicios sociales por la infancia y nos sentimos limitados en recursos y espacios. Todos saben de nuestro ideario católico, pero atendemos sin distinción de credo y la sociedad local le reconoce independientemente de la religión que practiquen
En Lábrea, además, colaboramos con la Asociación de Padres y Amigos de las Personas Especiales. Es un problema social más, agravado en esta parte del mundo por la falta de políticas y ayudas públicas. Les cedemos locales y les ofrecemos ayuda material. Ellos también con frecuencia se hacen presentes en la sociedad local, sensibilizando y exigiendo respeto por sus derechos, tan olvidados.
Hacienda Esperanza
Una última obra social que quiero presentar es la Hacienda Esperanza en Lábrea. En nuestra región amazónica es difícil que llegue el progreso y los avances materiales, pero todo aquello que es socialmente problemático sí nos llega rápido. En este caso hablamos de las adicciones.
La Prelatura de Lábrea ha cedido el espacio donde se lleva a cabo este proyecto de atención a dependientes químicos, así como de una constante atención espiritual. Promovemos mediante la Pastoral de la Sobriedad la ayuda a estas personas y sensibilizamos a la sociedad y a los fieles. Para ello hemos llevado hasta la Hacienda Esperanza algunos de nuestros encuentros y retiros.
¡Gracias!
Somos una Iglesia grande, una Iglesia sinodal, una Iglesia urbana, una Iglesia rural y ribereña, una Iglesia indígena. El responsable es el obispo, pero no estoy solo, tengo sacerdotes y religiosos, religiosas, laicos, todos muy comprometidos, pero… ¡pocos!
La mies es tan abundante que no llegamos, y no solo no llegamos en la tarea pastoral: son muchas nuestras necesidades materiales. Recurrimos a la elaboración y presentación de proyectos para conseguir recursos y recibimos con mucha alegría todo lo que nos mandáis gracias a vuestra colaboración.
Nuestra preocupación son sobre todo los más pequeños, los más vulnerables, nuestras familias grandes pero sin recursos, sin trabajo, explotados. Esto no impide que crezcan alegres, felices y sobre todo, esperanzados.
Compartimos esta preocupación con toda la Iglesia Amazónica, con problemas y desafíos similares. Los ocho obispos de nuestra región episcopal dentro de la Conferencia Episcopal Brasileña ya nos visitaron, conocieron la ciudad y nuestra realidad.
Contamos con la intercesión de los que aquí dejaron su vida, misioneros y misioneras que se entregaron hasta el fin. Y también contamos y agradecemos desde ahora mismo toda la ayuda solidaria que nos enviáis. Este Centenario es también fruto de vuestro esfuerzo, consideración, apoyo y ánimo.