Hoy es el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres. La Familia Agustino-Recoleta tiene proyectos centrados en la defensa de los derechos de las mujeres. Hoy acompañamos a la misionera agustina recoleta Irma Bulux, que se dedica en cuerpo y alma a esta causa.
Irma Bulux, misionera agustina recoleta guatemalteca, llegó a Guamote (Chimborazo, Ecuador) a finales del 2019. Indígena (como el 95% de la población del lugar donde desarrolla su ministerio) y con estudios de Psicología, se esfuerza en su día a día por acompañar a la población femenina con las armas de la empatía, la comprensión y la convicción de haber recibido esta misión como parte de su consagración religiosa.
Ella es una testigo privilegiada en la lucha contra el machismo estructural y la violencia contra las mujeres. De su mano queremos entender mejor el problema, vislumbrar las posibles soluciones y reforzar el conocimiento y divulgación de la tarea de la Familia Agustino-Recoleta por la dignidad de todas las mujeres.
¿A qué formas de violencia contra la mujer te enfrentas cada día?
Es muy triste decirlo, pero este es un problema muy grave y complejo que afecta a las comunidades indígenas y también fuera de ellas. Es muy común escuchar a las propias mujeres cómo sufren de violencia física (golpes y lesiones) y psicológica (manipulación y humillación). También hay mucha violencia sexual (abuso, violación y acoso) y violencia material (privación de los recursos, dependencia).
Otro tipo terrible es la violencia obstétrica, la causada por los profesionales de la salud aprovechando el embarazo o el parto. En la provincia del Chimborazo las estadísticas hablan de que el 58% de las mujeres la sufre. En los hospitales las niñas deben escuchar de todo e incluso es común que, sin su permiso ni conocimiento, les hagan implantes anticonceptivos.
Otros dos tipos de violencia que quiero señalar son la laboral y la educativa. Muchas niñas y adolescentes trabajan por 2 dólares/día teniendo que pagarse desplazamiento y comida; o podemos hablar de la niña embarazada por una violación que intentó seguir sus estudios pero ninguna institución le permitió matricularse.
En el caso del mundo indígena se complica más, el español no es su lengua vehicular y les cuesta interactuar, les mandan de un sitio a otro, les dicen que está inscrita, luego que no, y como no saben defenderse ni conocen sus derechos desisten, acaban sin estudiar.
Uno de los aspectos más terribles de la violencia contra la mujer es el silencio. Nuestras niñas y mujeres no hablan, se callan. Además de la agresión, sufren un grave problema de autoestima. Y cuando el agresor es un familiar la familia exige encubrirlo.
¿Cuál es el impacto social de la violencia contra la mujer?
Es enorme. Pierden toda confianza en la familia y prefieren abandonar la comunidad para no revivir el dolor. Sin autoestima, sin confianza, con depresión, ansiedad y vergüenza, no consiguen establecer relaciones saludables, todo se desestabiliza y los conflictos crecen.
¿Cómo reacciona la sociedad ante la violencia contra la mujer?
Los factores sociales y culturales hacen que la violencia hacia la mujer se perpetue, se normalice mediante creencias, actitudes y roles. El machismo es estructural y tan fuerte que incluso las líderes formadas pueden decirte: “No puedo hacer esto porque mi esposo no me deja”. El “qué dirán”, “qué pensará mi familia, mis vecinos” también causa ocultamientos.
En Guamote hay instituciones que luchan contra esta violencia, pero las mujeres no denuncian. Lo admiten como algo natural, viven perpetuamente tristes pero creen que es lo lógico, hay que aceptarlo. Una frase, que a mí me ha sacado muchas veces de mis casillas, en su forma natural de hablar:
— “¡Marido es, pegue no más! ¡Si más me pega es porque más me quiere!”. Traducido: “Eres mi marido, pégame si no lo hice bien; si me pegas mucho es porque me quieres mucho”.
Dedicamos horas de conversación privada y grupal, de formaciones y de talleres, a recordarles que el marido no es un dueño, que el amor no admite jamás la violencia, que los hombres también deben hacer las tareas del hogar… Y también hablamos de cómo y dónde denunciar, de no callarse ni vivir aguantando lo que no es admisible bajo ningún concepto. Solo unas pocas lo van sacando a la luz, poco a poco, cuando se sienten más seguras.
¿Hay cifras sobre el alcance de la violencia contra la mujer en Ecuador?
Según la encuesta nacional sobre las relaciones familiares y violencia contra la mujer publicada en el año 2023 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos del Gobierno de Ecuador, el 64,9% de las mujeres en todo el país han sufrido algún tipo de violencia en su vida. De entre ellas, las cifras concretizadas por tipos de violencia son terribles: física, el 74,2%; psicológica, 78%; económica, 77%; obstétrica, 80%.
En Guamote las cifras son significativas: mujeres víctimas de violencia psicológica: 56%; sexual: 32%; económica: 16,4%. En lo que llevamos de 2024 se han reportado en nuestra región (y no son todos los ocurridos) 180 asesinatos de mujeres por violencia de género.
¿Cómo es el proyecto de las Misioneras Agustinas Recoletas?
El principal objetivo de nuestro proyecto es la erradicación de los embarazos no deseados en adolescentes, que en no pocos casos proceden de la violencia sexual. Para alcanzar este objetivo consideramos que el mejor modo es formar a las adolescentes y sensibilizar a la sociedad.
Ofrecemos charlas, talleres y capacitaciones en centros educativos y comunidades sobre la violencia contra la mujer, sus causas y cómo prevenirla; cómo evitar una relación tóxica; derechos y deberes de la mujer, educación sexual y prevención de enfermedades y embarazos.
Nos centramos en las habilidades, en la resolución de conflictos, en el autocuidado y el apoyo emocional mutuo, en la creación de un proyecto de vida; que las adolescentes sepan cómo cuidar su cuerpo, empoderarse, ser protagonistas de su propia historia, desde el equilibrio y el encuentro con ellas mismas, cómo hacerse respetar aun en un ambiente tan hostil.
Sabemos de la importancia de involucrar a las familias y a la comunidad, a los profesores y a los agentes de pastoral, a todos aquellos que trabajan con menores. El papel de la familia es importante, aunque la realidad nos dice que las mamás participan, pero los papás están ausentes y difícilmente se involucran, aunque se trate de velar por sus propias hijas.
¿Cuáles son los desafíos que habéis de superar?
El mayor es la resistencia al cambio, al progreso, a reequilibrar su cultura para mantener tradiciones, ritos o costumbres sin dañar a sus hijas, a separar cultura y violencia. La lengua es otro desafío, así como la accesibilidad a las comunidades, diseminadas por la sierra.
Tenemos como aliada a la radio, que nos permite llegar a esas comunidades más lejanas. En el programa “Mujeres de mi tierra” (martes, 16 h.) proponemos ejemplos de empoderamiento de la mujer, salud y prevención, denuncia de la violencia… El programa “Tu voz” se emite por Facebook y se centra en la mujer, los niños y las familias.
¿Un mensaje para esta jornada mundial?
Con todo lo que hemos dicho y compartido, podríamos concluir que realmente la realidad es triste. Pero también hay signos de esperanza, posibilidad de que esto cambie: la ayuda de ARCORES, las madres adolescentes que siguen estudiando y quieren cambiar su realidad.
Vemos cambios, muy lentos, pero cambios: mujeres que no hablaban y hoy día hablan, se relacionan, tienen otra visión. Hoy ellas mismas dicen: “¡Sí se puede cambiar!”.
Tres de nuestras beneficiarias deben caminar media hora hasta acceder a un vehículo que les traslada a Guamote, y desde aquí otro bus hasta Colta, donde estudian. Una termina Enfermería y las otras dos estudian Educación bilingüe. “A veces no tenemos ni para comer, pero hacemos nuestro esfuerzo para terminar la Universidad”, nos dicen.
Y eso también son signos de esperanza: aun en medio de tanta dificultad, que desanimaría a cualquiera, para ellas la educación transforma. Aunque los frutos no se vean, no se noten de manera inmediata o a primera vista, esta lucha seguro que los dará.