El Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe de las Agustinas Recoletas contemplativas celebró el pasado 16 de noviembre la profesión simple de la novicia Francisca Izabela Vale de Mesquita.
El monasterio de las Agustinas Recoletas de Guaraciaba do Norte (Ceará, Brasil) vivió el pasado sábado 16 de noviembre la alegría de la incorporación a la comunidad de una nueva monja de clausura, con la profesión simple de la hasta entonces novicia Francisca Izabela Vale de Mesquita.
Izabela es natural de una pequeña comunidad rural de la vecuba Parroquia de Inhuçu, por lo que junto a su familia y amigos estuvo presente una buena representación de ese municipio con su párroco al frente.
En esta ceremonia Izabela contó con la compañía de la Familia Agustino-Recoleta en la región, incluyendo religiosos recoletos, miembros de la Fraternidad Seglar y de las Juventudes Agustinas Recoletas. La Eucaristía estuvo presidida por el obispo de Tianguá, Francisco Edimilson Neves Ferreira.
En su homilía, el obispo pidió al pueblo de Dios acompañar a Izabela en su ofrenda, de la que destacó “el deseo de estar sirviendo a la humanidad desde la contemplación, siendo corazón de la Iglesia”.
Pidió a Izabela vivir su vocación desde un amor que se concrete en el día a día de la comunidad, pues la base de toda vocación religiosa es la llamada de Dios, por tanto, el amor concreto que Dios tiene por la persona a la que llama:
“Izabela, siéntete llamada, una llamada especial para ser el corazón de la Iglesia, a ser plenamente del Señor en la vida monástica, de un modo personal y único. Jesús no nos trata como masa ni como multitud, sino como discípulos a cada uno de nosotros. Te ha llamado por tu nombre, te conoce, te llama, abraza toda tu persona”.
El obispo también pidió que nadie viese la profesión como un acto institucional o formal sin más, sino como un momento personal de compromiso en el que la profesa pasa a orientar su existencia, a vivir desde ese instante el carisma y la gracia que Dios ha concedido a la comunidad en la que profesa:
“Es una entrega total que solo puede hacerse por amor. Que esta profesión sea una invitación para hacer nuestra opción fundamental por Jesús, cada uno desde su vida y sus posibilidades. Y animemos a nuestra hermana en sus días como profesa. Ella es hoy nuestro estímulo, porque cada vez que alguien se consagra, cada vez que alguien dice ‘sí’ al Señor, toda la Iglesia siente el impacto de ese amor de Cristo hacia una persona”.
Izabela, al final de la ceremonia, aprovechó para dar gracias a Dios por su vocación y, sin dejarse a nadie, citó a todos los que han sido importantes en su camino vocacional y en su proceso hasta llegar a la profesión religiosa: sus padres y hermana, los religiosos y monjas en Guaraciaba…
“Quiero agradecer al Señor por su amor y su cercanía, especialmente a través de quienes me acompañan cada día. Ojalá todos continúen acompañándome a través de sus oraciones por mí y por mis hermanas, para que perseveremos en el propósito de vivir en unión de almas y corazones”.
Terminada la ceremonia religiosa, la fraternidad agustiniana continuó en forma de encuentro alegre y feliz. Las monjas invitaron a los presentes a continuar la celebración y felicitar personalmente a Izabela compartiendo un sabroso pastel hecho en el obrador del monasterio y cantándole el “parabéns para você”, la canción de felicitación brasileña.