De la mano de Daniel y Julia, antiguos alumnos del Colegio Romareda de Zaragoza, nos acercamos al voluntariado de la Red Solidaria Internacional Agustino-Recoleta ARCORES, esta vez mediante su experiencia en la misión peruana de Chota.
Los voluntarios de ARCORES en Perú han pasado parte de sus vacaciones lectivas de este 2024 en la cordillera andina, en Chota, a 2.400 metros de altitud sobre el nivel del mar. Allí los Agustinos Recoletos y las Misioneras Agustinas Recoletas acompañan al Pueblo de Dios en su realidad cotidiana y actúan, además de en el servicio pastoral, en amplios programas educativos, de promoción humana y de desarrollo social.
Además de Chota, han tenido tiempo de visitar diversos lugares de la misión, algunos muy distantes y aislados: Cochabamba, Llanduma, Atumpampa, entre otros. Han compartido tiempo con ancianos que viven en soledad o en comunidades casi aisladas. También hubo una presentación a la sociedad local a través de Radio Santa Mónica.
El centro de sus operaciones ha sido el Colegio Pitágoras de las Misioneras Agustinas Recoletas. Previo a las actividades disfrutaron de una jornada de convivencia con los profesores, pudieron presentarse y conocerse. Nieves María Castro, que anteriormente ha sido superiora general de la Congregación y que cuenta con gran experiencia en el campo educativo, dirige este centro.
El Colegio ofrece currículo de primero a sexto de Primaria y de primero a quinto de Secundaria. Las actividades de los voluntarios se han centrado en el fomento de la lectura y de la escritura, estimulación de la agilidad mental, la educación física, enseñanza de valores, actividades de promoción de la ecología, el arte o la cultura a través de la creatividad o refuerzo de la asignatura de inglés.
Los alumnos crearon un mural intercultural coloreado por todos los alumnos mediante técnicas de trabajo en equipo. Posteriormente se impartieron talleres con metodología participativa y estilos artísticos realista, figurativo y abstracto.
Los voluntarios también colaboraron en el mantenimiento, pintando los muros, reformando un quiosco y mejorando la biblioteca y jardines, ayudando a crear un ambiente abierto, alegre, sano y sostenible.
Daniel Losilla tiene 19 años, es estudiante de química y antiguo alumno del Colegio Romareda de los Agustinos Recoletos en Zaragoza, España. Conocedor de las misiones recoletas desde niño, ha visto en el voluntariado una oportunidad para “conocer otras realidades y colaborar en todo, aprender lo máximo posible de la cultura, de la gente y de su forma de ser”.
Daniel ha visto que la cercanía es una característica propia de la gente en Chota. “Nos han recibido con mucha ilusión, con mucha alegría”, añade. Y cree que todos deben buscar su forma de construir un mundo mejor: “Para combatir desigualdades no hace falta irse a otro país, cerca de nosotros también hay desigualdades, aunque no sean tan visibles”.
Julia Cueto, de 30 años de edad, también es de Zaragoza y antigua alumna de los Agustinos Recoletos. Especializada en marketing, ser voluntaria es la consecuencia de una inquietud: “Tengo consciencia de que soy muy afortunada por haber nacido donde he nacido y, de cierta forma, me siento en deuda con los que no han tenido tanta suerte como yo”.
Julia se ha sentido arropada y segura, integrada en la Red Solidaria ARCORES, gracias a la formación previa antes de iniciar su voluntariado internacional. Ya en Perú no se acabó ese hálito de familiaridad: “Todo el mundo nos ha tratado de manera extraordinaria, nos hemos sentido acogidos desde el minuto uno. Nos recibían con los brazos abiertos, con más ganas de dar que de recibir y tremendamente agradecidos por nuestra colaboración”.
Del voluntariado, lo que más valora es que “te hace ganar perspectiva sobre la suerte que tenemos; pero, sobre todo y más importante, aunque uno piensa que va a ayudar, al final no hace más que recibir. Es una manera increíble de conocer a personas increíbles con culturas y situaciones muy diferentes a las nuestras. Ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida, me ha mejorado como persona, recomiendo al 100% que se animen todos a probarlo”.
Julia tiene bastante claro que para acabar con las desigualdades e injusticias todos hemos de colaborar: “Podemos ayudar con el simple hecho de ser generosos y empáticos, ponernos en el lugar del otro y hacer todo lo que podamos para mejorar su situación, sobre todo si es injusta. Un voluntariado internacional es una opción increíble, pero todos podemos ayudar en nuestras propias comunidades, basta pensar cómo”.