Cien años de los Agustinos Recoletos en China: pasado, presente y futuro. Congreso. Madrid, 18-19 de octubre, 2024.

Un congreso en Madrid, los días 18 y 19 de octubre, clausura el I Centenario de la misión de los Agustinos Recoletos en Shangqiu. Se ha debatido y hablado del pasado histórico, pero también del presente y del futuro de la Iglesia en China.

Del 5 de diciembre de 2023, día de la Recolección Agustiniana, al 20 de octubre de 2024, Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND), la Familia Agustino-Recoleta ha celebrado con intensidad el primer centenario de su Misión en Shangqiu (Henan, República Popular China).

Esta misión ha dejado una profunda huella en la Recolección por sus muy especiales circunstancias, que incluyen el agradecimiento y orgullo por lo conseguido y la memoria de los intensos sufrimientos vividos; y sigue de actualidad ante los grandes retos y desafíos de la Iglesia en la República Popular China.

Justo antes de la jornada de clausura en el DOMUND, los días 18 y 19 de octubre se ha organizado un ciclo de cuatro conferencias: dos especialistas en los campos de la Historia y de la Misionología, y dos testimonios de la realidad actual de la Iglesia en China, los de un sacerdote diocesano español establecido en Shanghái y el de las Misioneras Agustinas Recoletas.

La misión evangelizadora de la Iglesia en China: una perspectiva histórica y de comunión

El primer ponente inició su intervención a las seis de la tarde del viernes 18 de octubre. Esteban Aranaz es sacerdote de la Diócesis de Tarazona (Zaragoza, España), con amplia experiencia pastoral en Taiwán y Shanghái y con las capellanías chinas de Zaragoza y Bilbao en España. Es licenciado en Teología Dogmática con especialidad en Eclesiología.

Esteban presentó a grandes rasgos la historia de la evangelización en China; señaló las raíces confucionistas de la idiosincrasia del país, la llegada del cristianismo nestoriano en el siglo VIII, las vicisitudes y expulsiones de misioneros tras el inicio por parte de los franciscanos en el siglo XVI, y la tarea incansable de Mateo Ricci y Diego de Pantoja.

El ponente explicó la importancia de la encíclica Maximum Illud de Benedicto XV y la celebración del Concilio Plenario de Shanghái (1924) con la puesta en marcha de una Iglesia en China con protagonismo de los agentes locales de evangelización.

El triunfo de la Revolución comunista de 1949, las consecuencias del largo y turbulento régimen de Mao (1949-1976), el inicio de la reapertura con Deng Xiao Ping (1978-1989), las relaciones entre Iglesia Patriótica, comunidad clandestina y obispos fieles a Roma pero dialogantes con el Gobierno, cerraron estas pinceladas históricas.

Esteban recordó que la Iglesia en China no solo debe tener en cuenta los condicionantes sociales o políticos, sino que la renovación y transformación de la Iglesia en China y en todo el mundo depende del ardor misionero de los cristianos, de su testimonio personal y comunitario.

A continuación se centró en la Carta de Benedicto XVI a los obispos, presbíteros personas consagradas y fieles laicos de la Iglesia Católica en la República Popular China del 27 de mayo de 2007, que abrió un nuevo modo de relación entre Iglesia y Estado cuyos fundamentos han derivado en el Acuerdo provisional de octubre de 2018 para el nombramiento de obispos, que ya ha sido renovado tres veces, la última justo tres días después de la conferencia de Esteban.

Esteban ha explicado que actualmente ya no hay en China ningún obispo que no esté en comunión con el sucesor de Pedro. El Papa Francisco reconoció a los últimos siete obispos “patrióticos” y los declaró en plena comunión con la Iglesia; además solucionó rápidamente el último desencuentro tras una injerencia de traslado de sedes.

Estos acuerdos tienen un valor de mejora considerable, son un paso más en un proceso en el que han estado involucrados tres pontificados. Y muestran que hay voluntad conjunta entre la Santa Sede y el Gobierno.

En estos 60 años de historia hubo muchas dificultades, y frutos interesantes; así, la Iglesia de China está en manos del clero y de los fieles locales; se descubre entre los jóvenes un creciente interés por la dimensión espiritual, una búsqueda constante al más puro estilo agustiniano; se van dejando de lado prejuicios mutuos con un diálogo constructivo que permite superar incomprensiones y malentendidos. Ha destacado la presencia de dos obispos chinos en el Sínodo de 2018 y de otros cuatro en el actual.

Esteban ha destacado la entrega de los fieles y su colaboración íntima con el clero; la importancia de la vida religiosa en el país; la gran valoración de la familia, muy arraigada en la cultura local; y la presencia cada vez más importante de católicos extranjeros en el país, que animan esa Catolicidad de la Iglesia local.

Ha explicado el proceso para el nombramiento de los obispos; los fieles, religiosos y clero presentan candidatos a la autoridad gubernamental; esta, con sus propios criterios, escoge algunos de entre estos candidatos y los presenta a Roma, que da el placet para su ordenación.

Entre los desafíos están la necesidad de perdón y reconciliación ante las divisiones internas de la Iglesia en China; la falta de obispos, con muchas diócesis con administradores diocesanos; y la necesidad de que el Gobierno reconozca a más de la mitad de los obispos en el país, que siguen sin estar reconocidos por la autoridad civil.

Las Misioneras Agustinas Recoletas

La segunda conferencia testimonial del congreso corrió a cargo de las Misioneras Agustinas Recoletas (MAR). Fue un testimonio vivo, luminoso y clarificador para la audiencia, compuesta principalmente por miembros y amigos de la Familia Agustino-Recoleta y fieles de la Parroquia de Santa Rita que acogía el acto.

La primera parte de la intervención fue histórica y remarcó el papel de la Misión en China para la fundación de esta Congregación misionera femenina. Fotografías de época recordaron a los cofundadores y su tarea en la China de principios del siglo XX.

La segunda parte versó en la restauración de la vida religiosa femenina en Shangqiu gracias al agustino recoleto Nicolás Shi, que tuvo la extraordinaria visión de refundar una comunidad local a partir de 1989, formalizada en 1993; y cómo mediante las visitas del exterior a la misión aumentó la firmeza y relación con las MAR en el resto del mundo, incluyendo la presencia de religiosas chinas en el exterior para formarse o para colaborar en otras comunidades y ministerios.

La tercera parte se centró en el presente de la comunidad MAR en China: la situación de la formación inicial, del trabajo pastoral y de la economía comunitaria han dado un vuelco desde el año 2016, cuando nuevas normativas de la Diócesis de Shangqiu modificaron sustancialmente el statu quo de las religiosas.

Actualmente son sus ocupaciones principales el trabajo pastoral en parroquias, la realización de diversos proyectos sociales con ancianos e infancia en colaboración con ARCORES, la Red Solidaria Internacional Agustino-Recoleta. También se consiguen recursos para subsistir a través de las traducciones lingüísticas chino-español.

A través de las dificultades, las MAR han logrado encontrar nuevos caminos de sustento como comunidad y una mirada mucho más amplia que les lleva hacia otros espacios vitales, pastorales y de promoción de la espiritualidad agustiniana en China.

Agonía de la diócesis de Shangqiu (1952-1978)

El historiador agustino recoleto Ángel Martínez Cuesta fue el ponente de la conferencia que abrió la segunda sesión del congreso, el sábado 19 a las 11 de la mañana. Se centró en la etapa más dura de la historia de la Misión en Shangqiu, que incluye episodios de persecución, martirio, sufrimiento, prohibiciones y condenas.

El ponente recordó que el obispo agustino recoleto Nicolás Shi dijo de esta época que fue para ellos como “la crucifixión del Señor Jesús”; pero él, quizá sin saberlo cuando lo escribió, fue también el artífice de la “Resurrección” de la misión a partir de 1979.

Cuesta se centró en el contexto social y gubernamental, y no solo en Shangqiu, sino en toda China. Como su estudio completo, al igual que las otras intervenciones, será publicado, a la audiencia presente quiso explicarle tan solo las etapas de la persecución del Estado a los cristianos, acusados de contrarrevolucionarios, pese a que la Constitución china sancionase la libertad de culto.

Explicó las acciones que pretendían desvincular a la Iglesia china de Roma y crear una Iglesia nacional; del fiasco de la Campaña de las Cien Flores, que primero abrió una ventana a la esperanza que se tradujo finalmente en más persecución y dolor; de la campaña del Gran Salto Adelante y de la Gran Hambruna, que se llevó por delante a al menos tres recoletos condenados en trabajos forzados; y de los desmanes de la Revolución cultural, que no solo afectó a la Iglesia, sino a toda la sociedad, todas las religiones y todas las iniciativas sociales no gubernamentales.

Enseñanzas del pasado para tiempos nuevos

El agustino recoleto José Manuel Romero, especialista en Misionología y que fue también misionero en Taiwán, buen conocedor de la cultura y lengua chinas y de la realidad de la misión en Shangqiu, tituló su conferencia Enseñanzas del pasado para tiempos nuevos, animando a que la conmemoración del Centenario dé luz a las misiones eclesiales de hoy y del futuro.

José Manuel puso a la audiencia ante la propuesta misionera actual en China contemplando una breve historia de los paradigmas misioneros, a partir del juego de palabras latino: misión ad gentes, misión adversus gentes, misión versus gentes, misión intra gentes.

Dos documentos papales ofrecen especial luz para entender la misión evangelizadora: la encíclica Maximum Illud de Benedicto XV (1919) y, casi cien años después que esta, el primer gran documento programático de Francisco, La alegría del evangelio (2013).

José Manuel recordó que de una crisis concreta en China surgió toda una nueva forma de acción misionera, que permitió centrarse en los propios chinos para construir la Iglesia china algo que, a la postre, permitió su supervivencia durante el largo periodo de la persecución tras la expulsión de todos los misioneros extranjeros. Sin esa visión, probablemente la Iglesia china no hubiera subsistido, recordó.

José Manuel habló de la Nueva Evangelización adaptada a un mundo completamente globalizado, con todos los significados de este término: reevangelizar lo ya evangelizado y ahora secularizado; renovar la evangelización con nuevos métodos y lenguajes para una nueva situación; y una segunda misión global para un mundo completamente diferente en el que hoy vivimos respecto a cualquier situación social y cultural anterior.

José Manuel se ha valido del método dialéctico del Papa Francisco para proponer a la audiencia su interpretación personal de La alegría del Evangelio y responder a la pregunta de qué anima, fortalece y refuerza la acción eclesial frente a lo que la retiene, encierra y elimina.

Así, el “camino a seguir” se basa en ser todos discípulos-misioneros, desde el primado de Dios y la “salida” hacia fuera, una Iglesia abierta y en salida, alegre, cercana a todos, centrada en la persona, al estilo de Jesús.

Por el contrario, el camino a evitar sería una Iglesia narcisista centrada en sí misma y no en Dios, una Iglesia mundana y poderosa, monolítica y autoritaria, una Iglesia amorfa, individualista y pseudoreligiosa.

Como conclusión, José Manuel recordó que ser Sembradores de esperanza, el lema del Centenario, fue la respuesta evangelizadora de la Familia Agustino-Recoleta en China:

“Lo que la Iglesia nos pide hoy es ser sembradores de esperanza desde la pequeña semilla, esa actitud de siembra constante, humilde y callada que dará frutos con tiempo si sabemos aceptar nuestra misión global en un mundo globalizado”.

“Hubo dificultades, también riqueza, luz y esperanza”

El prior provincial de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, Carlos González, cerró el Congreso agradeciendo a los cuatro conferenciantes su tarea.

“Acercarnos a nuestra historia nos viene muy bien, porque la entendemos mejor. Dios ha sido providente: hubo muchas dificultades pero también mucha riqueza, mucha luz, mucha esperanza. Y junto al entender está el afecto: entender mejor nos ayuda a querer más a nuestros hermanos, a la Iglesia, a aquella realidad. Somos misioneros: cien años en China nos deben animar a renovar en esa dimensión mediante la conversión misionera”.