Marimar y Sebastián han hecho el pasado verano un voluntariado con ARCORES en Kamalo y Kamabai, Sierra Leona. Son de Chiclana de la Frontera y antiguos alumnos del Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en su localidad natal.
Marimar tiene 25 años, es psicóloga y ha llegado al voluntariado de cooperación internacional a través de los Agustinos Recoletos, a los que conoció en el Colegio San Agustín, en el que estudió. Este centro educativo abre los horizontes de sus alumnos a la solidaridad y son frecuentes las campañas de apoyo a las misiones y los misioneros.
“Los Agustinos Recoletos me daban mucha confianza para experimentar el voluntariado. Además, quería aprender de y ayudar a las gentes de Sierra Leona”, dice. En el país africano fue recibida “como si fuera yo de su familia”. Por su parte, ella estaba “con la mente abierta para aprender de ellos y que ese aprendizaje después me sirviese en mi día a día”.
Marimar explica que por las mañanas tenían programadas actividades de apoyo a escuelas y proyectos y, por las tardes, con la excusa de apoyar a los pequeños en el aprendizaje del inglés, creaban ese ambiente de confianza, cariño y atención.
“El voluntariado es muy recomendable. Creo que a mis amigos y familiares sobre todo les daré a conocer el aprendizaje de humanidad que me ha dado Sierra Leona, y también sensibilizaré a mi entorno para que, desde nuestro lugar, podamos aportar nuestro granito de arena para acabar con las desigualdades y la pobreza. A mí esta experiencia me ha hecho replantearme muchas cosas”.
Sebastián también tiene 25 años, es natural de Chiclana de la Frontera, Cádiz, y antiguo alumno del Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en su localidad natal.
“Quería vivir una nueva experiencia, conocer una cultura completamente diferente a la mía y aportar todo lo que me fuera posible. Me recibieron espectacularmente, nunca me imaginé una acogida tan cálida por parte de gente que era a priori completamente diferente y extraña a mí”.
Para Sebastián el voluntariado permite crecer como persona, aprender de las comunidades locales y de su cultura, de la gente que acompaña a esas comunidades como misioneros y aportar algo positivo mediante las tareas diarias como grupo de voluntariado.
“Ahora puedo contar toda esa experiencia llena de actividades, aprendizajes, hablar del comportamiento de la gente y las diferencias culturales, de la felicidad que transmitían en todo momento los niños… Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para construir un mundo mejor: ir a un voluntariado lejos, o concienciar a tu círculo de conocidos y dar visibilidad a las personas excluidas y desfavorecidas”.
Han sido cuatro los voluntarios que han partido este verano de la mano de ARCORES, la Red Solidaria Internacional Agustino-Recoleta, hacia Sierra Leona, donde los Agustinos Recoletos cuentan con dos comunidades, Kamalo y Kamabai, ambas situadas en la Provincia Norte.
Gran parte de su tarea ha sido acompañar a la población rural a la que sirven los religiosos recoletos. Para ello han tenido que hacer todo un esfuerzo de adaptación al verse inmersos en tradiciones y costumbres ancestrales, desconocidas, y un entorno social absolutamente distinto a cualquier cosa que antes conociesen.
Para respetar estas tradiciones, tuvieron que comenzar visitando a los líderes comunitarios, una forma de obtener su “placet” antes de tomar contacto directo con la población. El imam de Kamalo les regaló una cabra en señal de bienvenida.
Uno de los puntos centrales de la labor de los Agustinos Recoletos en esta región de mayoría musulmana es la gestión de escuelas rurales. El Colegio de Saint Paul de Kamalo estaba en esos días inmerso en la época de exámenes de los alumnos de mayor edad.
Con una de sus profesoras lograron reunirse con una asociación femenina local y hablar de la gestión de los microcréditos que se ofrecen para que las mujeres tengan un apoyo en sus proyectos de autosostenibilidad.
Los cuatro voluntarios también colaboraron en la plantación de árboles cerca de los pozos de agua, puesto que ayudan a mantener los niveles freáticos en la época seca, estabilizan los suelos y ayudan a mantener la calidad del agua al evitar que los sedimentos contaminen los niveles inferiores facilitando el filtrado natural.
En el Colegio Nuestra Señora de África de Kamabai colaboraron en la reforma del centro educativo, en concreto pintando y aprovechando para organizar un taller lúdico y creativo de pintura con los niños, que dejaron en la pared con sus manos un gran corazón.
Este acompañamiento a los niños es crucial, porque en general no reciben mucha atención de los adultos. Comer, jugar, bailar, escuchar los deseos y necesidades y crear un vínculo personal con cada uno les ayuda en su autoestima y su crecimiento.
El obispo de Makeni, Bob John Hassan Koroma, recibió a los cuatro voluntarios y a los religiosos recoletos que los han acompañado durante su estancia en el país, conversando con ellos y ofreciendo una profunda reflexión sobre la situación del país y de la región. Él es originario de Kamabai y estudió en la escuela de los Recoletos.
Los voluntarios han podido certificar que actualmente la sociedad sierraleonesa tiene una ejemplar convivencia entre musulmanes y cristianos, por un lado, y entre las diferentes etnias y tribus, por otro; y también han visto con sus propios ojos el papel de la Iglesia Católica con su compromiso de fe en sus comunidades y su compromiso social y humanitario con todos los sierraleoneses, independientemente de su credo.