CAPSA en la Campaña internacional "Septiembre amarillo" contra el suicidio.

La prevención en materia de salud mental y la concienciación sobre el grave problema del suicidio tienen especial protagonismo durante el mes de septiembre con esta campaña, a la que suman esfuerzos de muchas instituciones y personas. Así lo ha hecho la obra social de los Agustinos Recoletos en la capital del estado brasileño de Ceará.

El Centro de Atención Psicosocial San Agustín de los Agustinos Recoletos en Fortaleza mantiene a lo largo de todo el año actuaciones diversas para promover la dignidad y la justicia social en el entorno del barrio de Jangurussu en la capital del estado brasileño de Ceará, Fortaleza.

Su acción social en el barrio se centra en el seguimiento y acompañamiento familiar en aspectos muy variados: el reparto de alimentos; la asesoría de los asistentes sociales para ejercer la ciudadanía de forma consciente y responsable; la formación de las familias en materias diversas: derechos sociales, higiene del hogar, alimentación equilibrada, uso correcto del agua y gestión de desechos en el entorno del hogar, educación en la familia, atención a los mayores, derechos de la mujer…

La Organización Mundial de la Salud y la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio promueven cada año la campaña “Septiembre Amarillo”, centrada en torno a la depresión, para que quienes la sufren y su entorno sepan buscar y encontrar ayuda para evitar los suicidios y sus tentativas, una de cuyas causas fundamentales es esta dolencia.

El solo hecho de “acompañar”, hablar abiertamente sobre el asunto, expresar sentimientos y opiniones, es ya de por sí una manera de trabajar activamente para prevenir suicidios. Por ello, el CAPSA reunió a un conjunto de psicoterapeutas voluntarios para ofrecer una formación mediante el diálogo abierto con las beneficiarias del proyecto, un centenar de madres cabezas de familia.

Hubo espacios formativos en grupo y encuentros de acogida más personalizada con una palabra clave: escucha. Las beneficiarias del CAPSA son mujeres que viven en un entorno desfavorecido, suelen llevar adelante solas sus familias con presencia de menores y adultos mayores a su cargo. Viven una vida dura, difícil, estresante y, pese a ser mujeres fuertes y con una experiencia vital muy interesante, no es infrecuente que en algunos momentos sucumban ante una realidad que les ahoga.

En el CAPSA, desde la sensibilidad y el compromiso con la vida, los voluntarios escucharon sus historias, calmaron corazones angustiados y animaron a empezar un proceso de sanación y de adquisición de herramientas para mantener la fortaleza y el espíritu de superación.

Para muchas de las atendidas, el encuentro representó la primera oportunidad en sus vidas de hablar abiertamente de sus dolores y angustias, de expresarse sin recibir un juicio o una respuesta agresiva, sintiendo ese apoyo que tanto necesitaban.

Los voluntarios, dada su formación profesional, también lograron identificar los casos que necesitaban un seguimiento más profundo por representar un mayor riesgo de pérdida de la salud mental, para derivarlos hacia una atención individualizada y continuada en el mismo CAPSA.

El Centro de Atención Psicosocial San Agustín reafirma así voluntad de ofrecer una atención integral de las personas, en todas sus dimensiones, especialmente aquellas que reciben menos recursos e interés por parte de la sociedad y de las Administraciones, como puede ser la salud mental y el cuidado emocional.

En un mundo marcado por el sufrimiento y la falta de esperanza, iniciativas como esta traen vida y renuevan la fe en el futuro. Durante las conversaciones públicas y privadas de los psicoterapeutas fue frecuente observar sonrisas recuperadas, miradas de agradecimiento, personas sintiéndose valoradas.

A su vez, tras vivir esta experiencia, se convierten en agentes transformadores de su propio contexto, llevando a sus hogares más comprensión, escucha y aprecio, empatía en un lugar marcado por la vulnerabilidad, la soledad a la hora de enfrentar los problemas con el desinterés o incluso la indiferencia de la sociedad respecto a los más desfavorecidos.

La salud mental es tan importante como el pan en la mesa, es un factor indispensable en la recuperación de la dignidad y la esperanza. Las beneficiarias sintieron este apoyo y orientación, cariño y acogida, y ahora lo llevarán a sus hogares, a sus amistades, a su barrio.