Santiago Bellido, Mártires recoletos en China. 2024.

Con motivo del Centenario de la misión de los Agustinos Recoletos en Shangqiu (Henan, China), la Provincia de San Nicolás de Tolentino ha encargado al artista vallisoletano Santiago Bellido un gran óleo que pone cara a los protagonistas y da luz a uno de los momentos más dolorosos y opacos de la historia de los Agustinos Recoletos.

En 1949 finaliza en China la Guerra Civil con la victoria e imposición del régimen maoísta. Enseguida el cristianismo es redefinido como una ideología extranjera nociva y los misioneros y misioneras son señalados como enemigos de la nueva patria.

El desconcierto en la misión de los Agustinos Recoletos en Shangqiu (Henan) fue total. Tras 25 años de tarea y con una misión ya bien estructurada como Diócesis y encaminada hacia la permanencia, toda la obra religiosa y social de la Iglesia quedó, primero, paralizada y después hundida en cuestión de meses.

En los siguientes cuatro años todos los misioneros españoles se verán obligados a abandonar China, no sin pasar varios por detenciones, confinamientos o incluso la prisión. Tras salir del país nunca volverán pero, además, desde 1955 y por 30 años se cortó toda comunicación con la misión desde fuera de China.

Respecto a los religiosos recoletos chinos, los profesos que aún estaban en formación inicial fueron sacados a Hong Kong primero y después a España. Pero los que ya eran sacerdotes esperaban poder continuar la tarea. La realidad fue otra: pasaron a sufrir el control y la vigilancia del nuevo Gobierno.

Todos ellos fueron apresados, interrogados y enviados a campos de reeducación política o condenados a trabajos forzados. Por cierto, varios sobrevivieron y a partir de 1985 lograron reinstaurar la misión, el único caso en toda China de cuantas misiones Católicas fueron clausuradas en 1949.

Cinco de aquellos sacerdotes recoletos murieron durante sus condenas, coincidiendo con uno de los episodios más aterradores de la historia de la humanidad, la Revolución cultural. La Familia Agustino-Recoleta los considera mártires: los sufrimientos a los que se enfrentaron tenían como causa única su fe cristiana y su amor a la forma de vida agustino-recoleta, cuyo carisma habían asumido libremente y deseaban vivir.

Con motivo los 100 años del inicio de aquella misión, la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos ha querido hacerse un regalo y ha acudido al artista vallisoletano Santiago Bellido con el objetivo de sacar a la luz pública, homenajear, recordar y hacer justicia histórica con estos cinco mártires chinos.

Materialmente este homenaje es un óleo sobre lienzo de 160 centímetros de altura por 210 de anchura. El protagonismo, no podía ser de otra manera, está en las figuras de los cinco mártires, motivo principal.

La composición se realiza en bandas horizontales, dando sentido de continuidad y que, como formato paisajístico, inspiran realismo. Leídas en vertical, de arriba a abajo, adquieren el sentido de una lectura temporal, de causa y consecuencia.

En la banda central, mayor y principal, contemplamos a los cinco mártires vestidos con el hábito agustino recoleto. Aparecen sentados en actitud plácida, fuera del sufrimiento de sus martirios. Forman parte de la comunidad religiosa agustino-recoleta, aunque se hallen alejados y separados de sus hermanos físicamente.

Espiritualmente, sin embargo, no abandonan esos lazos y por ello forman parte de una cadena que se extiende más allá del tiempo y del espacio. Los cinco están enlazados a sus hermanos, no son visibles en el cuadro, pero que unen sus manos a las suyas formando un círculo que trasciende la composición.

La banda central sale del cuadro para dar esa sensación de continuidad y aludiendo a la unidad a pesar de las dificultades y sobre ella se divisa otro paisaje horizontal, el de las minas de Qinghai. En la parte superior están sus características montañas áridas, un paisaje de colores cálidos y terrosos. La forma suave de las montañas se transforma en un extremo en la bandera roja de la Revolución China, inscribiendo temporal y temáticamente la escena.

Bajo las montañas, y a la altura de los rostros de los protagonistas, está la inmensa multitud de los esclavizados en los campos de trabajo. La profundidad de la escena extrae a los cinco mártires de ese entorno. Su condición espiritual les permite sustraerse a la dura mecánica de la represión.

En la parte inferior hay otra banda horizontal, en este caso de carácter simbólico. Si en la parte superior se muestra la causa real, en la parte inferior vemos la consecuencia espiritual: las ramas de laurel representan la victoria.

Aquí se abandona el naturalismo para crear un friso celebrante, que no pertenece a la perspectiva de la parte superior sino a otro mundo que representa el futuro, la superación del doloroso presente y el triunfo.

El autor

Santiago Bellido Blanco es doctor arquitecto y profesor universitario. Ha dado clase en universidades de España y Portugal y actualmente imparte las asignaturas de Movimientos artísticos contemporáneos y Expresión gráfica en la Universidad Europea Miguel de Cervantes de Valladolid.

Especializado en Expresión Gráfica Arquitectónica, realiza periódicamente exposiciones individuales y colectivas. Como pintor, trabaja el óleo y la acuarela, además de diversas técnicas de dibujo. Ha expuesto, entre otras muchas salas, en el Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo y en el Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana de Valladolid.

Ha publicado varios libros de ámbito artístico y científico, y colabora como ilustrador para muchos otros autores, entre los que se cuentan a Miguel Delibes o a Joaquín Díaz.

Colaborador de las publicaciones del Colegio San Agustín de los Agustinos Recoletos en Valladolid, donde estudió e hizo sus primeros bocetos de graciosas caricaturas y retratando la vida de san Agustín, Santiago ha retratado a los mártires recoletos japoneses del siglo XVII, al obispo y misionero san Ezequiel Moreno tanto en un gran cuadro como en viñetas, y ha elaborado la portada de libros sobre el venerable Mariano Gazpio o de la propia historia de la misión de Shangqiu, como puede verse en estos enlaces.

Los mártires

Estas son las historias finales de sufrimiento, persecución y muerte de los mártires, que describimos según el orden en que aparecen en la composición, de izquierda a derecha.

Lucas Yuo y Pedro Kuo

Lucas Yuo (1917-1958) y Pedro Kuo (1924-1958) fueron apresados por separado. Lucas, detenido en 1955 en Chutsi, fue condenado por contrarrevolucionario y pasó primero dos años en prisión y luego fue enviado a las minas de Qinghai.

Pedro estaba en Shanghái y fue obligado a asistir a encuentros de adoctrinamiento hasta su detención la noche del 8 de septiembre de 1955, en la que fueron encarcelados todo el clero y dirigentes seglares de la Iglesia local de Shanghái.

Le acusaron de anticomunista, contrarrevolucionario, espía del Vaticano y espía de Estados Unidos y fue sometido a extenuantes interrogatorios y juicios públicos y privados. Finalmente fue condenado también a las minas de Qinghai.

Si están juntos en estas líneas y en el cuadro es porque constituyeron una verdadera “comunidad del silencio”, uno de los testimonios más emocionantes y significativos del carisma agustino recoleto.

Por pura casualidad, Lucas y Pedro acabaron portando en Qunhai la misma vara de la que pendía la cesta con el mineral recién extraído. Jamás hablaron entre ellos en público para que nadie supiese que se conocían y así no los separasen. Se saludaban con una sonrisa y la compañía mutua les daba consuelo recíproco y esperanza.

Durante la gran hambruna en China (1958-1961) fallecieron en el país entre 15 y 55 millones de personas. La situación de los presos era infinitamente peor que el de la población en general. El hambre, el frío, la fatiga y las condiciones inhumanas segaron la vida de ambos en 1958.

José She

José She (1920-1958) fue obligado a abandonar su tarea pastoral y ministerial y a vivir con su familia para ayudarles en las tareas agrícolas hasta que en septiembre de 1955 fue encarcelado dos años. Inmediatamente después de cumplir esa condena, fue condenado a otros cinco años de trabajos forzados en Minchuang.

En 1958 falleció de hambre y fatiga. Buen sacerdote e intrépido en la fe, solía repetir: “un buen sacerdote, si no está en la iglesia, estará en la cárcel”.

José Shan

José Shan (1905-1975) fue el primer agustino recoleto chino. Cuando fueron expulsados el obispo y los misioneros españoles, Shan actuó como vicario general de la Diócesis ocultándolo de las autoridades, para evitarse las presiones para unir la Diócesis de Shangqiu a la Iglesia Patriótica China.

Además de cumplir con sus obligaciones como sacerdote y misionero, se ganaba el pan con una huerta, vendiendo forraje, moliendo grano e hilando algodón. Durante un tiempo logró formar una especie de comunidad mixta con tres de las antiguas Catequistas de Cristo Rey y, manteniendo el culto y los rezos.

La tapadera, que les permitía ganarse la vida y no ser molestados por el Gobierno, fue un pequeño hospital oftalmológico. Las antes religiosas habían trabajado en el servicio médico de la misión, formadas por el recoleto médico español Pedro Colomo.

Además, con este pretexto, José podía viajar a buscar medicinas a Shanghái y así encontrarse con el único recoleto no chino que quedaba en el país, hasta que fue definitivamente expulsado en 1955.

En 1955 fue acusado de espionaje y condenado a dos años de prisión y luego a quince de trabajos fozados en una granja de Shanxian.

En 1962 se permitieron regresar a su casa para curarse de una grave enfermedad. Recogía estiércol animal por los caminos y cuidaba de su madre enferma. Resistió hasta agosto de 1975, cuando murió prácticamente de inanición.

Gregorio Li

Gregorio Li (1917-1980) había sido profesor en el seminario y fue nombrado director de la escuela primaria de Shangqiu tras la Revolución, hasta que renunció al cargo en 1951 para no tener que acatar la ideología del Estado.

Fue detenido en 1958 y condenado a 15 años de trabajos en las minas de Quinghai. Allí murió en marzo de 1980.