El centro de los Agustinos Recoletos en Fortaleza (Brasil) acaba de repintar los dormitorios de las beneficiarias. Se ha modificado su estilo neutro anterior por nuevos escenarios con personajes infantiles que llenan de sonrisas y de alegría las mentes de las pequeñas.
Para una verdadera reeducación y sanación tras sufrir violencia, abuso, explotación o abandono, es de vital importancia el ambiente del lugar que acoge a las víctimas. De ahí que el Hogar Santa Mónica de los Agustinos Recoletos en Fortaleza (Brasil), debe rebosar de amor, cariño, acogida, comprensión y seguridad.
Las beneficiarias del Hogar Santa Mónica llegan procedentes de contextos agresores en los que vivían con vulnerabilidad extrema, con poco o nada destinado a su felicidad, su alegría, su bienestar o su crecimiento sano. El espacio físico que habitaban estaba marcado por la miseria, el desorden, la despreocupación, la falta de salubridad y, estéticamente, la fealdad más absoluta. No es infrecuente que viviesen en infraviviendas, entre suciedad y escombros, aguas estancadas o calles sin servicios de iluminación, limpieza, asfaltado, saneamiento…
Llegan al Hogar Santa Mónica por una orden de la autoridad legal competente en materia de menores para recuperarse de esas heridas internas y de las agresiones sufridas. Dentro del servicio de atención integral que reciben se le concede suma importancia al ambiente, al contexto, al espacio vital donde se desarrolla su vida cotidiana.
El Hogar Santa Mónica cuenta con la seguridad de un perímetro amplio lleno de espacios verdes, zonas de juego y edificios bien cuidados destinados a sus necesidades: las tres casas de acogida, cada una para un arco de edad diferente; la zona de aulas y estudios, el espacio deportivo, el auditorio al aire libre, la zona de oficinas y de terapias…
El cuidado de las instalaciones, la limpieza, el mantenimiento constante forma parte de la educación integral: es fundamental que las niñas se recuperen internamente, pero también que tengan experiencia viva de una vida digna en todos los sentidos, también el físico.
En este ámbito acaba de producirse un importante cambio. Dentro de las tres casas-hogar hasta ahora las paredes tenían un color neutro, como lienzos sin mensaje, mudos. No entorpecían el proceso, pero tampoco sumaban en la mejora del bienestar de las pequeñas habitantes del Hogar.
Con unos trazos y pinceladas delicados y sensibles, un artista ha usado estas paredes con mimo para dar vida a un nuevo escenario encantado de princesas, animales que hablan y héroes que, con su sola presencia, representan la valentía, la amistad o la superación. Estas paredes ahora se suman al esfuerzo de crear en todo el Hogar Santa Mónica un ambiente alegre, lúdico y feliz, que coopera en la sanación y en crear un sentimiento cálido de Hogar.
Son personajes icónicos cuyas historias han sido conocidas y escuchadas casi por cualquier niño —y no tan niño—. Un mundo de ensoñación y de color, vibrante y de fantasía, que devuelve los cuerpos y mentes heridos a la inocencia de la infancia de la que nunca deberían haber salido y menos del modo como lo hicieron.
Las habitaciones de las pequeñas son el espacio donde recuperan esa intimidad que un día perdieron con violencia. Es su lugar acogedor, seguro, propio, su mundo, donde pueden construir personalidades que superan el pasado a través de la educación, del cariño, de la autoestima y de la confianza.
La nueva pintura ha podido realizarse gracias a diversos benefactores del Hogar Santa Mónica que han donado con generosidad recursos para llevarlo adelante. Es también una imagen real de que las beneficiarias no están solas en su camino de recuperación, hay toda una red de afecto y solidaridad que las apoya en cada etapa de su camino de vuelta a sí mismas y a una vida sana y constructiva en sociedad.
Las paredes de esas habitaciones lucen ya como un verdadero refugio donde seguir reescribiendo sus historias con nuevos colores y detalles, acompañadas por personas dispuestas a ofrecer amor, apoyo y nuevos horizontes.