Retiro de chinos de las Capellanías en España. En Marcilla, 2024

En el convento de Marcilla se formaron todos los primeros misioneros agustinos recoletos de Shangqiu (Henan, China), y en el mismo convento se guardan los restos mortales del venerable Mariano Gazpio. Este hecho y la celebración del I Centenario de la misión recoleta en China (1924-2024) movieron a Pablo Jian a organizar un retiro en el convento marcillés.

Del 29 de julio al 1 de agosto se han hospedado en el convento de Marcilla (Navarra) un grupo de 37 jóvenes chinos de ambos sexos residentes en España. Procedían de capellanías chinas correspondientes a distintas ciudades del país: Madrid, Barcelona, Valencia, Palma de Mallorca, Bilbao y Ciudad Real. Era una experiencia que realizaban por primera vez y como ubicación se eligió Marcilla en recuerdo de los 100 años de la llegada de la Orden a China.

Al frente del grupo venían cinco sacerdotes, entre ellos dos agustinos recoletos: Pablo Jian, de la parroquia madrileña de Santa Rita, y Pablo Meng, encargado de la capellanía de Madrid y residente en la casa de formación San Agustín de Las Rozas, Madrid.

No les ha faltado trabajo a estos cinco sacerdotes, dado que el planteamiento era el propio de un retiro espiritual puro y duro, con eucaristía pausada y cantada todos los días, más una hora de adoración con el Santísimo expuesto por las noches, confesiones etc. Lo cual no ha impedido, obviamente, que hayan tenido también momentos de convivencia y entretenimiento.

Como ha habido también momentos privados y emotivos como el que vivieron los cinco sacerdotes entrevistándose con fray Javier Pipaón, hoy anciano venerable de 88 años, residente en Marcilla. Él fue uno de los protagonistas de la reapertura de la misión de Shangqiu y, en cuanto prior general de la Orden (1986-1998), desempeñó un importante papel mediador entre la Santa Sede y los recoletos del interior de China.

Una única salida: no excursión, sino peregrinación al castillo de Javier, distante de Marcilla unos 70 kilómetros. Allí nació hace más de cinco siglos el patrono de las Misiones, san Francisco Javier, que expiraba a las puertas de China en 1552. Era, además, 31 de julio, fiesta de san Ignacio de Loyola, con rango de solemnidad en el santuario jesuita. Delante de él, en la plaza, el grupo de peregrinos, con su cruz alzada, recorrió las estaciones del viacrucis antes de celebrar la eucaristía.

No faltaron actividades de formación religiosa, a cargo de los sacerdotes acompañantes. Ni podía faltar una conferencia sobre los 100 años de presencia de los agustinos recoletos en la misión de Shangqiu (1924-2024). El encargado había de ser por fuerza José Javier Lizarraga, residente en el convento de Marcilla, que cuenta con varias importantes publicaciones sobre el asunto. Tanto más cuanto que los jóvenes chinos, nacidos muchos en España, no tenían dificultad para entender español.

El mismo Lizarraga fue también el encargado de presentar el último acto de este retiro, que se desarrolló ante el sepulcro del venerable Mariano Gazpio, en la iglesia conventual. Gazpio formó parte de la primera misión a China, en 1924, y allí permaneció 28 años hasta ser expulsado por el régimen comunista de Mao. A partir de ese momento, Gazpio se desempeñó durante años en la formación, primero en Monteagudo y luego en Marcilla, donde falleció el año 1989.

Esta segunda intervención de Lizarraga, que echaba el telón de esta primera convivencia-retiro de los jóvenes de las capellanías chinas, dio pie a una última reflexión de los organizadores y el remate de la oración oficial del Centenario de la Misión de Shangqiu. En labios de aquellos jóvenes, el estribillo de la oración, Gracias, Xie xie, adquiría una fuerza y una riqueza del todo especiales.