Cuando te encuentras con una persona excepcional, la pregunta que surge espontánea es: ¿A qué se debe esa excepcionalidad? En el caso de Nicolás Shi hay que decir: la fortaleza de carácter, la fe profunda, la prudencia, la intrepidez apostólica, el amor a la Iglesia y a los Agustinos Recoletos.
Orígenes de Nicolás Shi
Nicolás Shi nació el 3 de febrero de 1921 en la aldea de Seliulou en la subprefectura de Zhecheng. Subprefectura que se incorporaría a la misión agustino-recoleta en 1932. El padre José Martínez fue el primer recoleto que llegó hasta allí y conoció a Nicolás Shi, quien en aquel entonces contaba con casi 11 años.
Entrada en el Seminario y profesión religiosa
Un par de años después de su llegada a Seliulou, el padre José Martínez reclutaría al pequeño Nicolás Shi como candidato al seminario, donde entraría junto con su paisano José She en 1934.
Nicolás Shi no sólo aprendió en el seminario de Kweiteh/Shangqiu la lengua latina de san Agustín, sino también su amor generoso y misionero que vio reflejado a diario en los religiosos y las religiosas de la misión.
El día 30 de diciembre Nicolás Shi vestiría junto con José Wang el santo hábito de agustinos recoletos. Tras un año largo de noviciado, profesaron finalmente como agustinos recoletos el 16 de enero de 1940.
Tras su profesión simple, Nicolás Shi fue enviado al seminario mayor de Wuhu, en la provincia de Anhui, bajo la tutela de los jesuitas españoles, para estudiar filosofía. Volvería posteriormente a Shangqiu para afrontar los estudios teológicos.
Ordenación sacerdotal de Nicolás Shi
En marzo de 1948, con gran preocupación por parte del prior provincial de la suerte que pudieran correr los seminaristas chinos con la llegada de los comunistas, Nicolás Shi fue enviado junto con los seminaristas que estaban ya casi para terminar la carrera al Vicariato de Suchowfu, en la provincia vecina de Jiangsu, para ser ordenados sacerdotes. De este modo, el 29 de junio de 1948 Nicolás Shi, junto con Lucas Wang y José She, recibió el presbiterado.
Después de ordenarse, tras una breve estancia de un mes y medio en Shanghai, regresaría a la misión para hacerse cargo de Chutsi, la iglesia de la estación.
Ministerio del padre Nicolás Shi en Kweiteh
En 1950, el padre Nicolás Shi regresó a Kweiteh, siendo primeramente vice-párroco y luego párroco en 1951. A su llegada notó que muchas personas que vivían cerca de la catedral carecían del conocimiento necesario sobre la doctrina católica. Con la aprobación del obispo, decidió establecer la Legión de María, de la que fue padre y director espiritual durante más de un año.
En 1952, el Gobierno comunista declaró a la Legión de María como una organización reaccionaria y ordenó que todos sus miembros se registraran ante el Gobierno. A partir de ese momento, el padre Nicolás, como director de la Legión, podía ser convocado en cualquier momento, incluso en la clandestinidad, durante el día o la noche, para ser interrogado durante horas sobre las actividades de la Legión y de la Iglesia. El padre Nicolás relata que prefería haber sido encarcelado en lugar de someterse a esos interrogatorios, ya que eran una verdadera tortura y temía perder la cordura. Sin embargo, a pesar de estos sufrimientos, no se entristeció, ya que consideraba un honor recibir afrentas en nombre de Cristo.
Después de la detención de José Shan en 1955, el padre Nicolás fue nombrado vicario general de la Diócesis. Sin embargo, el ejército comunista ocupó la casa del obispo, la residencia de los padres, el seminario menor y las casas de las monjas, lo que hizo que la situación fuera insostenible. Como resultado, se vio obligado a trabajar como oculista en el hospital unificado de la ciudad.
En 1957, solicitó ser trasladado a la iglesia de la estación –Chutsi-, que era la única que no estaba ocupada. Al año siguiente, el Gobierno lo condenó a tres años de trabajos forzados en una fábrica de ladrillos por ser considerado un “reaccionario burgués derechista”. Durante ese tiempo, vivió en condiciones inhumanas, realizando trabajos agotadores y apenas recibiendo suficiente comida. En 1961, debido a su honestidad y buen desempeño durante esos tres años, fue trasladado a una clínica para seguir trabajando como oculista. Después de un año, logró regresar a la iglesia de la estación, pero fue acusado nuevamente de ser contrarrevolucionario y fue encarcelado por otros dos años.
Desde 1964 hasta 1976 vivió junto a su anciana madre, una fiel cristiana que le brindó mucho apoyo en los momentos más difíciles. Durante estos años, la pobreza y la soledad fueron constantes en sus vidas. Carecían tanto de dinero como de comida, sobreviviendo únicamente con las limosnas de algunos parientes. Fueron tratados inhumanamente y considerados enemigos del pueblo. Lo más doloroso para él como sacerdote fue la imposibilidad de celebrar la santa Misa diariamente, asistir a funciones sagradas o leer libros sagrados. Esta difícil situación duró un total de quince años.
Rehabilitación y tiempo de reencuentros
Después de la muerte de Mao, Deng Xiaoping asumió el poder en China y se llevó a cabo la rehabilitación de los llamados “derechistas”. En 1979, tanto el padre Nicolás Shi como el padre José Wang fueron rehabilitados, demostrando así su inocencia. Este año marcó el primer reencuentro entre los dos connovicios después de diez años separados.
A pesar de ser rehabilitado, al padre Nicolás no se le permitió regresar a la iglesia de Shangqiu como sacerdote debido a su negativa a unirse a la Asociación Patriótica. En cambio, fue enviado a enseñar inglés en una escuela secundaria en Zhechengxian, donde permaneció durante siete años. Durante ese tiempo, muchos cristianos acudieron secretamente a él para recibir los sacramentos. A principios de 1980, el padre Nicolás tuvo la idea de enviar una carta a Filipinas, como un náufrago que lanza un mensaje al mar en una botella. Escribió una carta y la envió a una dirección que recordaba de la Vicaría de Manila, sin saber si alguien la recibiría, pero confiando en la Providencia de Dios.
La carta, escrita en un tono poético y hablando solo de paisajes y naturaleza para no levantar sospechas de los vigilantes de la Revolución, fue interpretada correctamente por el receptor, el vicario de Filipinas, el padre Jesús Sobejano. Se dieron cuenta de que aún había agustinos recoletos en China y que la antigua misión seguía activa.
De ese modo, los padres Pedro Tung y Pedro Ko, que consiguieron permiso para visitar a sus familiares en China, pudieron por primera vez desde 1948, cuando abandonaron China como seminaristas, encontrarse personalmente con el padre Nicolás.
Comunión con el Papa, recuperación de las iglesias y ministerio público
En 1986 Nicolás Shi fue “invitado” a un encuentro en Pekín junto con otros miembros del clero. El encuentro duró tres meses y fue en ese momento cuando Nicolás Shi y José Wang profesaron públicamente su adhesión al Papa y rechazaron unirse a la Asociación Patriótica.
En 1987 Nicolás Shi se jubiló de profesor y regresó a la ciudad de Shangqiu, a la antigua misión de Kweiteh, donde comenzó a dedicarse al apostolado. Después de un año de difíciles negociaciones, la iglesia catedral y otros edificios de la Misión fueron devueltos a la Diócesis. Sin embargo, el Gobierno no reconocía legalmente el estatuto de la catedral como templo debido a la negativa del padre Nicolás a establecer la Iglesia Patriótica allí. Por lo tanto, todas las actividades religiosas realizadas en la Catedral eran consideradas “ilegales”, según el Gobierno.
El Gobierno prohibió repetidamente al padre Nicolás llevar a cabo estas actividades y lo castigaba imponiéndole multas y exigiéndole que escribiera autoinculpaciones. Sin embargo, el padre Nicolás no hizo caso a las prohibiciones ni a las multas, y nunca escribió una sola palabra auto-acusándose, sin importarle el peligro de ser arrestado. A pesar de los obstáculos y amenazas del gobierno, el padre Nicolás recibió una magnífica respuesta por parte de los fieles y la gente sencilla, que le daban fuerzas para trabajar incansablemente en la reconstrucción espiritual de la Iglesia después del desierto espiritual de la Revolución Cultural.
La consagración del padre Nicolás Shi como obispo de Shangqiu/Kweiteh
La consagración del padre Nicolás Shi como obispo de Shangqiu/Kweiteh fue un proceso lleno de reticencias y temores. El padre Nicolás consideraba que, aun siendo necesario, era peligroso y prefería esperar una ocasión más propicia. Además, se sentía indigno de asumir tal cargo y temía las posibles consecuencias que esto podría acarrear tanto para él como para los fieles de la Diócesis.
Finalmente, gracias a la insistencia de los misioneros y del pueblo de la Diócesis, el padre Nicolás Shi fue nombrado obispo de Shangqiu/Kweiteh y consagrado como tal el 8 de mayo de 1991, habiendo cumplido con todos los pasos canónicos requeridos por la Orden ante la Santa Sede.
El Gobierno no cejó en ejercer cada vez más presión sobre él y en amenazarlo de diversas formas hasta el año 1999. El 13 de mayo de 1999 marcó un hito importante, ya que después de décadas de clandestinidad, monseñor Nicolás obtuvo finalmente reconocimiento legal por parte del Gobierno. En 1998, el Gobierno notificó su decisión de establecer la Iglesia Patriótica y exigió a monseñor Nicolás Shi que inscribiera su Diócesis en ella. Habiendo consultado a la Santa Sede acerca del modo de resolver este problema, decidió monseñor Nicolás que para el bien de la Iglesia lo mejor era pedir ser reconocido obispo legal en China, pero conservando siempre su fidelidad a la Santa Sede y al Papa.
Los últimos años de monseñor Nicolás Shi
La misión vivió una segunda primavera. Siendo obispo, se encargaría de actuar también como maestro de novicios y profesos, dando instrucción religiosa a los religiosos Recoletos y a las religiosas Misioneras Agustinas Recoletas. Nicolás fue un ejemplo de vida religiosa y un imán para las vocaciones: Una veintena de religiosos agustinos recoletos y alrededor de 25 misioneras agustinas recoletas de origen chino deben sus vocaciones al ejemplo motivador y al atractivo de vida coherente y feliz del santo obispo.
Nicolás restauró la vida de comunidad, vida que no abandonará jamás hasta su fallecimiento. Amaba la comunidad y supo construir y vivir en comunidad con sus sacerdotes, con los religiosos y con las religiosas, en un claro ejemplo de comunidad agustiniana, donde todo era común. Dejó una Diócesis estructurada, con sacerdotes y profesos agustinos recoletos, así como un nutrido número de religiosas misioneras agustinas recoletas y varios miles de cristianos.
Su fallecimiento el 16 de septiembre de 2009 dejó un legado duradero y su figura seguirá siendo recordada como un modelo a seguir y un ejemplo de vida para todos los Agustinos Recoletos. Su vida y testimonio inspiran a ser valientes y fieles en nuestra fe, y a amar y servir a la Iglesia y a la propia comunidad con pasión y entrega.