Encuentro de promotoras vocacionales. Agustinas Recoletas. Federación de México. 2024.

Han participado 21 monjas representantes de otros tantos monasterios que han compartido experiencias, reflexiones, oración y apoyo mutuo en una tarea en la que los laicos se convierten en colaboradores esenciales, dadas las características de los monasterios de clausura.

Del 14 al 19 de agosto se llevó acabo en el monasterio de Nuestra Señora del Carmen de Manuel Doblado (Guanajuato, México) el encuentro de las 21 promotoras vocacionales de monasterios de de la Federación de México de Agustinas Recoletas. Estuvieron acompañadas de los agustinos recoletos Isaac Almaraz, promotor vocacional en México, Héctor Molina y David Molina.

Entre los temas tratados estuvieron una visión general acerca de la vocación cristiana; un análisis de la realidad de la juventud en el presente; las Juventudes Agustino-Recoletas como espacio para vivir la identidad agustino-recoleta, sus cinco notas distintivas y una guía para la formación de nuevos grupos.

También se estudió y reflexionó con detenimiento sobre el Itinerario Vocacional Agustino Recoleto (IVAR) y la creación de itinerarios aplicados de forma práctica a la realidad de cada monasterio y del entorno donde está situado.

También se habló sobre la formación de los Equipos de Animación Vocacional con la ayuda de los laicos y de las personas que más colaboran con cada monasterio; y de este modo las promotoras vocacionales, además de su tarea, se convierten en incentivadoras de la vocación bautismal de todos los laicos.

A la hora de tratar más específicamente la vocación a la vida contemplativa, se establecieron seis criterios específicos para ser presentados a una joven a la hora de iniciar un proceso vocacional, de manera que comprenda la particularidad de la vida contemplativa y comunitaria en un monasterio de Agustinas Recoletas.

El clima fue de convivencia fraterna, oración, estudio, reflexión grupal y evaluación de los trabajos ya realizados para fortalecer los puntos más débiles y aprender de los éxitos, compartir posibles actividades y materiales, así como apoyarse siempre mutuamente en una tarea que, si bien las promotoras realizan en el entorno de su propio monasterio, siempre se enriquece con los conocimientos y experiencias de las demás hermanas promotoras vocacionales.