El agustino recoleto Pedro Colomo Villanueva (Puente La Reina, Navarra, España, 1899 • † Valladolid, España, 1979) coordinó un proyecto que ayudaría a eliminar los prejuicios y reservas contra los extranjeros en la población china y a atraerla hacia valores cristianos que reconocieron como valiosos y asumibles.
Desde que pisan Shangqiu (Henan, China) en 1924, los religiosos agustinos recoletos entienden que la evangelización está ligada a la siembra de los valores evangélicos, incluyendo aquellos valores sociales cuyo punto de partida es “amar al prójimo”.
Dos eran las vías para esta siembra: el ejemplo personal del misionero, que despliega tales valores en su vida cotidiana; y la puesta en marcha de proyectos sociales relacionados con la solidaridad, la igualdad, la justicia social, el respeto, el apoyo a los vulnerables, la paz, la convivencia.
La salud como derecho
Hasta la llegada de los cristianos a Shangqiu la atención sanitaria era privada y muy costosa para el enfermo. La medicina tradicional tenía sus aciertos y lograba la cura, sobre todo para las dolencias leves y frecuentes, pero practicaba la ocultación de las fórmulas y prácticas y un patente ánimo de lucro.
Además, adolecía de falta de colaboración entre los profesionales. Sin investigación científica ni diseminación de nuevos tratamientos, cada médico se especializaba en una única dolencia: de las otras, no sabía nada ni las trataba.
Los protestantes canadienses abrieron un hospital de medicina occidental en Shangqiu que tuvo éxito entre la población; y los misioneros agustinos recoletos tuvieron la gran fortuna de contar en la Misión con un religioso licenciado en Medicina por la Universidad Católica de Santo Tomás de los Dominicos en Manila.
Se trata de Pedro Colomo, que llegó a Shangqiu el 23 de septiembre de 1930. Tras el aprendizaje del idioma y un periodo de adaptación y de preparación material del proyecto, el 20 de febrero de 1932 se abre el dispensario médico católico en dos habitaciones espaciosas, una para el consultorio y otra como sala de espera
En la misión se acariciaba la idea de tener este Dispensario desde tiempo atrás: era una necesidad crucial para el pueblo y ayudaría a romper el vacío al que se veían sometidos los misioneros extranjeros por las fuertes influencias nacionalistas: la gente tenía recelos, sospechas, suspicacias y desconfianza hacia todo lo de fuera.
Humanización de la salud
Colomo fue pionero en salud pública. Años antes de formar parte de los planes normalizados, ideó una vacunación durante una epidemia de cólera que salvó muchas vidas. También hizo prevención frente a la malaria. Con su mente científica, curiosa y abierta, valoró la medicina tradicional y se hizo con la confianza de algunos de sus profesionales para aprender sobre plantas, mezclas y medidas para uso terapéutico.
El dispensario ofrecía atención primaria, farmacia y atención a terminales en sus hogares. Solo pagaban cuota quienes podían permitírselo. Se trabajaba con criterios de humanización de la salud, lo que eliminó de cuajo las prevenciones de aquel pueblo sufrido y abandonado que rara vez había tenido la oportunidad de sentirse alguien, sujeto de derechos y tratado con respeto.
Dar atención a los vulnerables y excluidos y el cuidado, cariño y respeto con el que se trataba a todos hizo mella y muchos se plantearon la ventaja de practicar esos valores cristianos, aceptaron más y mejor a los misioneros, se acercaron a la fe.
Las Catequistas de Cristo Rey, Congregación fundada en la misión a instancias de los religiosos recoletos con vocacionadas chinas, colaboraron enormemente con Colomo. Aprendieron enfermería y mejoraron la comunicación con los pacientes. Se especializaron en las visitas domiciliares a los terminales para darles tratamientos paliativos, escucha, consuelo y atención. Con el tiempo abren pequeños dispensarios rurales y algunas se especializan en tratamientos oftalmológicos.
Avatares históricos
Colomo nada más llegar en 1930 comenzó a atender a 7/9 personas diarias; con el Dispensario abierto desde 1932 y con la ayuda de las Catequistas de Cristo Rey se eleva a 25 consultas/día en 1937 y el pico máximo se da en 1950 con 50.
El consultorio pasó por los mismos avatares que el resto de la misión, lo que frenó su desarrollo y obligaron por épocas a su cierre: sufrió la guerra, ocupaciones, robos, saqueos e intermitencia de la llegada de recursos y suministros.
El primer parón se da en mayo de 1938, cuando llegan los japoneses a Shangqiu. Tras bombardear la ciudad, saquearon la misión y el Dispensario y cargaron siete camiones con lo robado. No quedó nada de valor.
Ante la imposibilidad de trabajar con seguridad, Colomo recibe el encargo de llevar a los jóvenes seminaristas chinos primero a Seliulou y después a Changkungtsi, distritos alejados de las rutas principales y poco atractivos para el pillaje por su pobreza.
En la República Popular
Diez años después, desde 1948, el avance de las tropas maoístas en los últimos compases de la guerra civil pone trabas a la tarea misionera. El 6 de diciembre de ese año Shangqiu queda integrada en la República Popular. En el primer encuentro entre los misioneros recoletos y las nuevas autoridades tuvo un importante papel Colomo.
Así, el general comunista estaba delicado de salud y Colomo se ofrece a examinarle y proveerle de las medicinas que necesitaba. Agradecido y aliviado, prometió su protección, pero solo duró un mes. En enero de 1949, con la batalla de Xuzhou, la guerra civil termina en la región. Los ganadores ocupan la misión y el templo se convierte en lugar de formación maoísta.
Entre 1949 y 1950 lo único que funciona con normalidad en la Misión es el Dispensario médico, que se amplía a tres departamentos: medicina interna, cirugía y oftalmología. Muchos pacientes procedían de las tropas y cuadros del Partido Comunista, cuyas condiciones de vida y estado de salud eran deplorables.
Colomo ejerció sin el más mínimo resquemor su juramento hipocrático y su vocación cristiana de amor al enemigo: los cuidó como a los demás, los aconsejó y les proveyó de lo necesario para su mejora: eran enfermos, no enemigos.
Al comenzar 1951 la Misión católica y el Dispensario son clausurados; las medicinas y utensilios son confiscados. Colomo es enviado a atender la población de Siayi durante un año, pues ya nada puede hacer por la salud de los demás sin medios ni recursos.
Por cierto que las Catequistas de Cristo Rey que habían colaborado con Colomo lograron durante algún tiempo salvaguardar cierta vida de comunidad con otro religioso recoleto chino gracias a esos conocimientos de Oftalmología. Abrieron un consultorio que les permitió subsistir económicamente y mantener la tapadera perfecta para vivir juntos, con un horario y forma de vida muy parecidos al de una comunidad religiosa.
Incluso esto permitió al religioso durante algunos años mantener contacto en Shanghái con el último recoleto español en China y entregar los últimos informes hasta que, en 1955, todo cae definitivamente y comienzan tres décadas de Iglesia de catacumba.
Abandonar toda una vida en unos pocos días
El 23 de enero de 1952 inicia el viaje que sacará definitivamente de China a Colomo, acompañado por el recoleto Mariano Gazpio, hoy camino a los altares. En unas pocas horas se ven obligados a abandonar su proyecto vital y vocacional de los últimos 25 años.
El tren deja atrás Shangqiu en dirección a Kaifeng, desde donde siguen a Zhengzhou y Hankou (Hunan), donde son acogidos por los Agustinos. Con ellos se toman un pequeño descanso y disfrutan por última vez de su carisma agustiniano en China.
El viaje continúa hasta Guangzhou, donde se juntan con medio centenar de italianos, rusos y estadounidenses también expulsados. Siguen hasta Shenzhen, en la frontera con Hongkong, entonces bajo dominio inglés. Pasada la frontera, nunca volverá a China.
Colomo y Gazpio fueron de Hongkong a Filipinas, donde están hasta el 30 de marzo; y el 24 de abril de1952 llegan al provincialato de la Provincia de San Nicolás de Tolentino en Zaragoza, España, previas paradas en Palestina y Roma.
Silencio y enfermedad
Colomo es destinado a Navarra, primero al convento de Marcilla y en 1965 al noviciado de Monteagudo. Durante algún tiempo veló por la salud de los seminaristas menores y determinadas veces al año efectuaba sus revisiones médicas. Sin mayor necesidad de análisis solía detectar cualquier problema de salud, que luego se confirmaba y trataba.
Los últimos 27 años de vida de Colomo son bastante silenciosos. Es posible que el final abrupto y doloroso de su estancia en China dejase mella en su salud, porque ya no aparece mucho ni en crónicas ni en escritos.
En 1976 es trasladado a Valladolid, ya en condiciones de enfermedad y con la salud mental deteriorada por la senilidad. El 20 de octubre de 1979 falleció en el Hospital Clínico Universitari0 tras varios días en coma, a los 80 años de edad.
En su funeral, al día siguiente, se resaltaron la sencillez, bondad y espíritu jovial que fray Pedro había regalado a lo largo de su vida a las diferentes comunidades religiosas recoletas en las que sirvió.