El agustino recoleto José Manuel Romero, en la conmemoración del I Centenario (1924-2024) de la misión en Shangqiu (Henan, China), ha publicado recientemente una semblanza biográfica de los agustinos recoletos chinos Nicolás Shi, obispo de Shangqiu, y José Wang, obispo de Hezé, Shandong.
La Comisión de Comunicación y Publicaciones de la Provincia de San Nicolás de Tolentino, de la Orden de Agustinos Recoletos, en estrecha colaboración con la Comisión nombrada para la celebración del I Centenario de la misión en Shangqiu, ha publicado numerosos materiales sobre la misión, enriqueciendo el acervo con valiosos artículos y otros materiales en el sitio www.agustinosrecoletos.org y las RRSS institucionales de la mencionada Provincia.
Por otra parte, la publicación de un nuevo libro en la colección “Lámparas ardientes”, editorial Augustinus, sobre la biografía de los venerables obispos chinos Nicolás Shi y José Wang, es un merecido homenaje a estas dos figuras de la historia misional recoleta en China, que hay que añadir a los libros publicados en la misma colección en los que se recoge la biografía de figuras emblemáticas de esta misión, como Venancio Martínez, venerable Mariano Gazpio, Javier Ochoa, Ángeles García, venerable Esperanza Ayerbe y Mariano Alegría. Los santos obispos y su testimonio de santidad pastoral y martirial son el fruto que adorna el árbol de la tradición agustino-recoleta en China, plantado por los misioneros y misioneras españoles.
Como otros santos a lo largo de la historia, creemos que estos dos insignes y santos obispos agustinos recoletos merecen también ser recordados juntos, como unidos por un mismo providencial destino. Nacidos en el mismo día, su vida religiosa correría paralela, y serían ellos los encargados de ser los dos testigos vivientes de la fe y de la vida agustino-recoleta en nuestra misión de China; pastores de las diócesis de Shangqiu y Heze, que brillaron con la luz de la fe y la caridad, que vivieron bajo el prisma del carisma agustino recoleto.
El padre Mariano Alegría, en el día que hicieron su profesión religiosa, profetizó sobre ellos diciendo que serían como el tronco robusto de un árbol que la Orden está plantando en esta nación, fundamentales para el futuro de la misión.
Podríamos decir de ellos que van a ser como el tronco del árbol frondoso que la Orden está plantando en esta nación. Por eso tiene importancia suma el acto que comentamos. (…) Fuente, raíz y fundamento de lo que se promete para el porvenir. Así, cuando las disposiciones de la Santa Sede, o los vientos de nacionalismos exaltados —peste de todos los países del mundo— o la persecución, o la falta de medios obligue a los recoletos que hoy sostienen este Vicariato a dejar el campo que hoy trabajan, quedará flotando, victorioso de la adversidad, este pedazo de nuestra propia alma que son estos jóvenes hermanos chinos, para reavivar las cenizas de la destrucción y seguir con la tarea que sus hermanos mayores tuvieron que abandonar. Y así del mal saldrá bien, y de la obscuridad la luz, y del destrozo la reconstrucción.
Las palabras del padre Alegría reflejan con cristalina claridad profética la importancia histórica de monseñor Nicolás Shi y monseñor José Wang para la misión en China. Desde su ordenación hasta la rehabilitación post-Mao, enfrentaron inhumanos interrogatorios, torturas y encarcelamientos. Cuando no estuvieron encarcelados o cumpliendo trabajos forzados en centros de reeducación, sirvieron espiritualmente a los fieles en secreto a pesar de la vigilancia constante de la policía y las dificultades. José Wang pasaría una década en prisión, mientras que Nicolás Shi fue condenado a trabajos forzados en 1958 hasta 1964.
Tras la muerte de Mao, ambos fueron rehabilitados en 1979. A pesar de las dificultades, se dedicaron a la evangelización y al apostolado. José Wang en Heze, y Nicolás Shi en la ciudad de Shangqiu. Sin embargo, su negativa a unirse a la Iglesia patriótica y romper su comunión con el Papa llevó a más dificultades. Wang fue encarcelado nuevamente, mientras que Shi fue enviado a enseñar inglés en una escuela secundaria.
Consagrados clandestinamente obispos con la aprobación papal —monseñor Shi en 1991 y monseñor Wang en 1996—, enfrentaron el escepticismo gubernamental hasta su reconocimiento oficial alrededor del año 2000. Dedicaron sus últimos años al pastoreo de sus comunidades y a la restauración de la vida religiosa y sacerdotal. Monseñor Wang falleció en 2004 y monseñor Shi en 2009, dejando un legado de valentía, fe inquebrantable y una comunidad eclesial fortalecida.
El libro ofrece una mirada íntima a la grandeza espiritual de estos dos distinguidos religiosos y al camino de la comunidad cristiana desde la expulsión de los misioneros en 1952 hasta el nuevo siglo. El lector encontrará también recogidas las figuras de sus compañeros religiosos chinos que murieron en campos de concentración comunistas por fidelidad a la fe, y que fueron siempre ejemplo y sostén para los dos obispos. Por tanto, este libro es un tributo a nuestros hermanos chinos que, con su sacrificio, han escrito una página gloriosa y martirial en la historia de la evangelización agustino-recoleta en China.
Una lectura obligada y un homenaje debido en esta celebración centenaria.