El Equipo de Voluntariado de ARCORES, la Red Solidaria Internacional Agustino-Recoleta, ha organizado un pre-voluntariado formativo y solidario del que han participado diez jóvenes como experiencia previa y conocimiento mutuo para un posible voluntariado internacional.
ARCORES España, en colaboración con la Fundación Escuela de Solidaridad de Atarfe (Granada) ha organizado del 24 de junio al 6 de julio un encuentro formativo y solidario del que han participado una decena de jóvenes que habían mostrado previamente interés por realizar, en el futuro, un voluntariado internacional con ARCORES.
Los diez tenían en común su relación cercana con ministerios de los Agustinos Recoletos en España: así, procedían de los colegios Romareda de Zaragoza, San Agustín de Valladolid, Agustiniano de Madrid o Santo Tomás de Villanueva de Granada; de la Parroquia de Santa Rita de Madrid; y de la casa de formación para religiosos recoletos de la Provincia de Nuestra Señora de la Candelaria en el barrio madrileño de Canillejas.
El objetivo era que los diez voluntarios de ARCORES se integrasen, ayudasen y conviviesen en la Fundación Escuela de Solidaridad, cuyos beneficiarios son personas sin hogar y migrantes sin permiso de trabajo o residencia, en situación de especial vulnerabilidad y desigualdad social.
En la Fundación convivieron durante esos días 154 personas entre voluntarios y beneficiarios, en un ambiente que promueve la riqueza de la interculturalidad y en el que la realidad sorprende y provoca reflexiones y cuestionamientos, elimina prejuicios a través del contraste y del conocimiento personal y mutuo.
Ignacio, el mentor de la Fundación, lleva 40 años dedicado a los más vulnerables y explicó a los voluntarios de ARCORES su motivación fundamental para continuar adelante: el mensaje de amor de Jesucristo y su “sígueme”, que aceptó de forma radical aun en contra de su familia.
Las personas en la Fundación se comprometen por escrito a trabajar por el mantenimiento y a cumplir normas básicas de convivencia. De la comunidad reciben atención integral para sus necesidades elementales y sociales, integración social y apoyo para rehacer sus vidas.
Uno de los voluntarios de ARCORES España describió así su encuentro con esta realidad:
“Llevamos tres días aquí y ya nos hemos dado cuenta de que la vida fluye a otro nivel. Cosas que para nosotros parecían esenciales aquí no lo son; otras cosas inimaginables se viven con total naturalidad; lo precario se vuelve comunitario y fraterno”.
Aunque cada día trajo sus novedades, una jornada genérica de los voluntarios de ARCORES en la Fundación comenzaba con el desayuno comunitario a las 8:30; seguía la reunión de reparto del trabajo de la mañana; comida a las 14:30; y tarde de convivencia y actividades con los beneficiarios. La cena era propia del grupo y terminaba la jornada con juegos y charla distendida en la plaza de Atarfe.
De entre los talleres y actividades en los que participaron los voluntarios de ARCORES estaban la cocina del centro, acciones de mantenimiento (limpieza o pintura), guardería, apoyo escolar, gestión de los almacenes de ropa, atención al huerto y a la panadería…
También colaboraron en las actividades con las que se recaudan fondos para el mantenimiento de la Fundación: elaboración de grabados y mermeladas, talleres de carpintería y costura, y atención a la dos tiendas de la Fundación (Casa Kuna y la Cartuja).
Como refuerzo formativo los diez voluntarios participaron de tertulias de una hora de duración sobre la emergencia alimentaria, la participación de niños en las guerras, la integración social y la interculturalidad o la presentación de los países y comunidades de origen de los beneficiarios.
Se relataron historias de todo tipo: quiénes somos, qué hacemos, cómo nos sentimos, qué sueños de futuro tenemos… Especialmente vibrante fue el testimonio de una voluntaria recién llegada de Palestina.
Otros de los voluntarios de ARCORES relata así su experiencia:
“No nos conocíamos previamente, pero la generosidad común y las ganas de ayudar nos hicieron amigos. La bondad de la gente de la Fundación y de sus beneficiarios nos hizo sentirnos parte de esa comunidad. Los llevaremos siempre en nuestros corazones”.
Los voluntarios de ARCORES España podrán ahora enfrentarse mejor a cualquier tipo de experiencia de voluntariado internacional. No era necesario irse muy lejos para aprender a vivir con lo básico, a integrarse sin prejuicios con los diferentes, a abrir la mente a nuevas culinarias y tradiciones…
Las historias sobre cómo llegaron los beneficiarios en pateras o maleteros, cómo sufrieron abandono o perdieron su documentación, les dio una perspectiva diferente al conocer cara a cara a quienes en un abrir y cerrar de ojos tuvieron que cambiar de mundo, de situación vital…
La experiencia también ha servido para hacer comunidad con otros jóvenes con las mismas inquietudes, algunos más cercanos o de manera más fácil (como el grupo de los diez voluntarios de ARCORES), otros más lejanos e imprevisibles, como fueron la presencia esos días coincidente con voluntarios italianos, letones, rumanos o estadounidenses de los programas Erasmus+ o Global Works.
Por último, la experiencia tuvo también un importante cariz agustiniano, de modo personal al tener que hacer prevalecer la comunidad y el nosotros frente al yo y a los deseos personales; y presentando a todos en la Fundación el carisma agustino recoleto, con énfasis en la amistad como valor a través de la frase agustiniana “Donde hay bondad, hay amistad”, escogida por todos.