El 28 de junio, el Hogar Santa Mónica fue escenario de una tarde mágica y alegre para las niñas y adolescentes acogidas por la institución, que salieron por un momento sus rutinas para llenar sus rostros de sonrisas y sus corazones de experiencias positivas y alegres.
Las fiestas del mes de junio llegan cada año con sus tradiciones y entretenimiento a todo Brasil, a la región Nordeste como lugar donde nacieron estas tradiciones y, más especialmente, al Estado de Ceará, donde se viven con gran intensidad.
En torno a la noche de San Juan, la de los bailes alrededor del fuego, la gente celebra estas fiestas de una manera especialmente comunitaria: hay comidas especiales propias de este tiempo, bailes típicos donde niñas y niños desempeñan papeles fundamentales, prendas típicas como las camisas de cuadros o sombreros de paja, y un feliz recuerdo del mundo rural y de sus viejas costumbres.
En el Hogar Santa Mónica, el proyecto socioeducativo de la Familia Agustino-Recoleta, la fecha prevista para la fiesta fue el viernes 28 de junio. Fue una celebración vibrante y colorida para los beneficiarias, quienes aquí reciben atención integral, capacitación, educación, alimentación y un ambiente seguro y digno donde crecer en paz y seguridad.
El objetivo es que se mantengan alejadas de las situaciones de abandono, abuso, violencia, explotación o conculcaciones de sus derechos fundamentales y de la infancia. Son situaciones por las que pasaron y que llevaron a las autoridades judiciales competentes a enviarlas al Hogar Santa Mónica para recuperarse y prepararse para un futuro mejor.
Todo el ambiente del Hogar Santa Mónica se llenó de una atmósfera de cambio de ritmo y diversión. No faltaron los juegos tradicionales, como la pesca y el aro, que arrancaron carcajadas; ni las comidas típicas, que tienen al maíz como producto central, disponibles para deleitar a todos con los sabores propios de esta época del año.
Uno de los momentos más esperados fue la presentación de las “cuadrillas” de baile. Las beneficiarias bailaron emocionadas con sus trajes coloridos y desplegando la energía contagiosa que sólo la juventud puede brindar. La coreografía había sido cuidadosamente ensayada y cautivó a los espectadores.
La sorpresa especial fue la presencia de Stitch, personaje de Disney, un alienígena azulde singular carisma. Deleitó a las niñas, que se divirtieron tomándose fotografías y recibiendo sus cálidos abrazos.
Fue una fiesta inolvidable, solo posible gracias al generoso apoyo de colaboradores y voluntarios en un esfuerzo conjunto: donaron alimentos y disfraces, ayudaron a organizar las actividades y decoraron el espacio.
Con su gesto generoso jugaron un papel fundamental. La empatía y solidaridad demostradas fueron fundamentales para vivir una verdadera celebración comunitaria: prevaleció el espíritu de unidad y el deseo de todos por compartir la alegría, todo un símbolo del poder de la unión.
La alegría en los ojos de las beneficiarias y el agradecimiento expresado en sus sonrisas fueron la recompensa más significativa. Entre globos, banderas de colores y mucha música, la jornada quedará en su memoria como un día de pura alegría y comunión.
La esperanza es que eventos como este sigan ocurriendo, fortaleciendo los lazos comunitarios y llevando alegría a quienes más lo necesitan y a quienes más agradecen cada momento y experiencia de paz y aliento.