Jesús envía a sus doce discípulos de dos en dos; serán rechazados por unos y acogidos por otros, liberarán del mal y serán salud y esperanza para enfermos y oprimidos.
El envío de los Doce y el marco que precede el relato en los evangelios
Cuando el evangelista Lucas escriba su evangelio relatará la presencia de Jesús en la sinagoga de Nazaret inmediatamente después del relato de las tentaciones. Es decir, al inicio del ministerio de Jesús. Es como su presentación oficial. La escena está revestida de solemnidad y se anuncia ya lo que será fundamental para el tercer evangelio: la misión de Jesús más allá de las fronteras de Israel, que llega hasta los gentiles.
En el evangelio de Marcos, que se proclama este domingo, escuchamos el relato de la enseñanza de Jesús en Nazaret después de la presentación que ha hecho del Evangelio de Dios. Ya Jesús ha realizado numerosas curaciones y ha ofrecido las claves para entender el reino de Dios en las parábolas. El relato de la visita a Nazaret es mucho más sobrio que el de Lucas. Marcos nada dice del contenido de la enseñanza de Jesús porque enseguida centra su atención en la reacción de la multitud: está asombrada por su sabiduría, sobre todo porque lo conocen bien siendo su paisano, hasta escandalizarse. En este evangelio el foco de atención se da en el contraste de la admiración de Jesús con la admiración de los que le escuchan. Él se asombra de su falta de fe.
La lectura de cualquier texto de los evangelios se ilumina cuando leemos el relato del mismo acontecimiento en los otros evangelios: la coincidencia o discrepancia en el lugar que ocupa ese texto en el conjunto del respectivo evangelio, el vínculo que cada autor hace de ese texto con su entorno o las escenas que le preceden o las que le siguen, las omisiones o los añadidos de un evangelista respecto a los otros. Lo vemos en el texto evangélico leído el domingo anterior sobre la visita a la sinagoga de Nazaret y también en el caso del texto de este domingo.
Marcos y Lucas se iluminan
El texto del envío, paralelo al de Marcos, en el evangelio de Lucas se encuentra en el capítulo 10. Es decir, en la segunda parte de su evangelio, cuando los discípulos ya han confesado su fe en la identidad de Jesús como Mesías, él les ha invitado a seguirle camino de Jerusalén y Jesús comienza a caminar, seguido por ellos, con decisión. Los textos que preceden guardan cierto paralelismo con los que anteceden en el evangelio de Marcos. En ambos se habla del rechazo: en Lucas los samaritanos no reciben a Jesús y sus discípulos, en Marcos el rechazo es el descrito en la escena de la sinagoga de Nazaret. Es abrir los ojos al realismo de aquellos que van a ser enviados. Han de tener en cuenta el posible, y aun seguro, rechazo que van a experimentar en su misión. El rechazo, la indiferencia, el apartamiento sufrido por Jesús anuncia el que también experimentarán los apóstoles o enviados. Lucas lo recoge incluso en las palabras de envío de Jesús: “Mirad que os envío como corderos en medio de lobos” y en ambos evangelistas Jesús orienta a los enviados para que sepan qué hacer cuando no sean recibidos.
Hay elementos que aparecen en Marcos que Lucas al escribir después su evangelio le interesa mantener. El primero de ellos es el de cumplir la misión en compañía: son enviados de dos en dos. No son predicadores solitarios ni independientes, comparten la misión. En segundo lugar, la sobriedad de lo que han de llevar: un bastón, sandalias y una sola túnica; nada de pan, ni alforjas o dinero.
Los discípulos enviados por Jesús a lo largo de la historia
El texto del evangelio continua siendo iluminado por la experiencia de los discípulos de Jesús que han sido enviados a proclamar la misma buena noticia del evangelio. No sólo los primeros sino todos los que vinieron después hasta nuestros días: Pedro y Juan, Pablo y Bernabé, Clemente e Ignacio, Agustín y Alipio, Bernardo y Humbelina, Clara y Francisco, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz… Todos han sido llamados como los primeros discípulos. Unos enviados a proclamar el evangelio en su entorno, otros a ser animadores de renovación de los mismos seguidores de Jesús, otros a ir más allá de sus lugares de origen para dar la buena noticia a los que nunca antes habían oído hablar de Jesús o de Dios.
Los agustinos recoletos estamos recordando y celebrando durante este año el centenario de nuestra misión en China. Los dos elementos comunes de los evangelios de Marcos y Lucas: el ir de dos en dos y la sobriedad iluminan también el relato de aquella misión.
En compañía salieron los primeros agustinos recoletos hasta la misión de Sangqiu. Cuando tengan que distribuirse en los lugares del extenso territorio también irán de dos en dos y valorarán sobremanera sus encuentros y su apoyo mutuo para realizar su misión evangelizadora. Sus cartas describen con viveza lo que para ellos significaba el quedarse en la casa en la que eran acogidos, allí donde encontraban excelentes catequistas colaboradores que supliesen su limitación para evangelizar por la dificultad del idioma. Los primeros agustinos recoletos chinos seguirán estimando su identidad comunitaria en sumo grado. Hacen propaganda de la misión cuando visitan España: Gregorio y Lucas visitan varias provincias de España moviendo a los cristianos a ser solidarios y participar también y desde allí en esa misión. Serán también agustinos recoletos chinos los que en el momento de la persecución están dispuestos a ser compañía -de dos en dos-, a estar el uno al lado del otro aun a costa de no hablarse, de comunicarse sólo con el gesto, con la mirada.
Enviados por Jesús, rechazados o acogidos, con escasos medios y en pobreza, con autoridad para vencer el mal y con el poder para curar: son los apóstoles, son los misioneros.