Algunos de los tesoros de la historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos y de los ambientes y espacios donde ha desarrollado su tarea a lo largo de la historia y en la actualidad.
El apostolado —razón de ser de la Provincia filipina— y las distancias geográficas conferían particularidades no contempladas y difícilmente conciliables con las Constituciones. Había que dar respuesta a estos condicionantes con leyes y normas especiales.
Las dificultades derivadas de las distancias se tuvieron en cuenta en las Constituciones de 1637 (arriba) y 1745, vigentes hasta 1912.
Las provenientes del apostolado se resolvieron con un directorio, titulado Modo de administrar, del que ya habló el Capítulo intermedio de 1625 y estuvo vigente hasta 1898, con sus oportunas adaptaciones, que tuvieron lugar especialmente en las ediciones de 1719, 1792 y 1844. Regulaba la metodología pastoral y las obligaciones religiosas y comunitarias.
En el siglo XIX, al abrir en España sus propios centros de estudio, trató de acomodarse a esta importante novedad, especialmente con el Plan de estudios de 1879 y las Instrucciones de fray Ramón Miramón a sus novicios de Monteagudo (1879-1888).
El Plan de estudios elevó el nivel académico, equiparándolo a los mejores seminarios de España. Las Instrucciones se articulaban en tres partes: 1ª) excelencia de la vida religiosa, disposiciones al ingresar en el noviciado y significación de los votos; 2ª) explicación de las rúbricas del Oficio Divino e indicaciones sobre la vida social del religioso; 3ª) prácticas piadosas, con especial atención a la meditación, la más excelente y santa de nuestras obras.
Entre 1904 y 1909, la Provincia elaboró el Reglamento del Colegio de San Millán, que llegó a tener un influjo determinante en los demás colegios hasta las vísperas del Vaticano II. Sus 13 capítulos en 22 páginas describían la vida del Colegio, su fin, las condiciones para acceder y el régimen alimenticio, las competencias del director, profesores y demás oficiales, las prácticas diarias, semanales, mensuales y anuales, el estudio, las recreaciones, la disciplina y las relaciones con la comunidad.
Por las mismas fechas, Marcelino Simonena (abajo), maestro de novicios en Monteagudo (1908-1913), redactó el Manual del novicio agustino recoleto. Tuvo dos ediciones: 1912 y 1924. Siguiendo una antigua tradición monástica, lo redactó en forma de diálogo: el maestro, en respuesta a preguntas del novicio, le instruye de modo ordenado y sencillo sobre las exigencias de la vida religiosa y las peculiaridades del carisma agustino recoleto.