Algunos de los tesoros de la historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos y de los ambientes y espacios donde ha desarrollado su tarea a lo largo de la historia y en la actualidad.
Obra de los arquitectos Vallejo y Dampierre, la primera piedra se colocó en 1953 y en 1959 se inauguró.
Dos livianas torres con chapiteles de pizarra y coronadas con cruces marcan el espacio sagrado del templo. La simetría del resto del edificio, de ladrillo rojo, se rompe con el granito gris y la piedra blanca del conjunto escultórico de Antonio Martínez Penella (1917-2008), una gran estatua de cuatro metros con la santa ayudando a una familia y 16 casetones con su vida.
El interior destaca por la verticalidad, brillantez y ligereza de los muros, con la luz coloreada de las vidrieras (amarillo dorado al mediodía, violeta hacia el norte y rojo hacia el este) y la luminosidad azul de la bóveda.
La planta es circular y se eleva a gran altura en forma de cono truncado. En la base de la bóveda, el nivel más alto, la doxología trinitaria en grandes letras.
Bajo este nivel, Javier Clavo Gil (1918-1994) puso un mosaico de la Trinidad al frente; y frases de san Agustín intercaladas con pinturas de santa Mónica, santo Tomás de Villanueva, santa Juliana de Cornelión, beato Vicente de San Antonio, beato Francisco de Jesús, beata Josefa de Benigánim, san Juan de Sahagún y santa Clara de Montefalco.
Bajamos un nivel más. Preside el presbiterio una santa Rita de casi cinco metros, de Penella, en madera. Es sobria y con pureza de líneas, cuerpo casi cilíndrico: no se sabe si sube al cielo o baja para atender a sus devotos. Resalta sobre un tapiz de listones ondulados. El altar es una enorme piedra de mármol negro pulimentado de Marquina, Vizcaya, al igual que el ambón y el suelo del presbiterio.
Javier Clavo hizo el vía crucis, situado en una franja que ciñe casi todo el círculo inferior, a siete metros de altura, de mosaico desgarrado, expresionista.
Las nervaduras del edificio forman ocho zonas: la frontal es el altar mayor y, en el lado opuesto, la entrada; el resto lo conforman seis capillas de escasa profundidad:
— Capilla del Santísimo, con mural de Francisco Farreras (1927-2021).
— Capilla de San Agustín, con una imagen en roble de Penella.
— Capilla de san Pío X, con cerámica de Arcadio Blasco (1928-2013) y óleo de Juan Barba (1915-1982).
— Capilla de san José, en madera, de Restituto Martín Gamo (1914-2006).
— Capilla de la Virgen del Pilar. Réplica de la imagen de Zaragoza y cerámica de Arcadio Blasco.
— Capilla de Nuestra Señora de la Consolación. Escultura de cerámica de José Luis Sánchez (1926-2018).
En la bajada a la cripta, se puede encontrar un óleo de Nuestra Señora de la Consolación de Juan Barba y el Cristo de la Reconciliación de Penella.
La cripta de San Nicolás de Tolentino, con un mural de 32 metros de longitud de Juan Barba se divide en cinco lienzos: Cristo en el centro (1); san Nicolás predicando (2) y celebrando la Eucaristía (3) a su izquierda; el purgatorio (4), a su derecha; y la llegada de los Agustinos Recoletos a Filipinas (5).