Algunos de los tesoros de la historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos y de los ambientes y espacios donde ha desarrollado su tarea a lo largo de la historia y en la actualidad.

Imus (provincia de Cavite, a 20 km. al sur de Manila) guarda muchos recuerdos de la presencia recoleta, que se remonta a finales del siglo XVII. Uno de sus barrios, San Nicolás de Tolentino, está construido sobre lo que fue la Hacienda del mismo nombre, propiedad de la Provincia (arriba), casi 20.000 hectáreas que se daban en renta por lotes a un gran número de colonos.

Un religioso se encargaba de la administración; entre 1882 y 1885 lo fue san Ezequiel Moreno. Y nunca faltaba un grupo de religiosos hermanos entendidos en agricultura y en construcción.

Son tierras fértiles y con numerosos ríos y arroyos pero, para sacarles rendimiento, hay que hacer continuas inversiones en presas y canalizaciones que recojan el agua y lo distribuyan a la mayor extensión posible. A lo largo del siglo XIX, los religiosos construyeron kilómetros de canales, túneles, calzadas de comunicación y puentes.

Piezas clave para evitar crecidas y sequías eran embalses y represas. Para 1894 se habían levantado 54 presas, varias de las cuales se conservan. La más impresionante tiene casi 20 metros de altura y 286 de longitud, la Presa de Molino, sobre el río Zapote, hoy llamada Prinza Dam (abajo). Requirió de 11 años de construcción, dirigida por fray Hilario Bernal.

Actualmente se han urbanizado buena parte de los terrenos que regaba y hoy sirve de paso peatonal entre Las Piñas y Bacoor. Ha sido restaurada con parques, senderos, puntos de observación y actividades ecológicas. No lejos se encuentra el Parque San Ezequiel Moreno Díaz, inaugurado en 2010.

Otra presa notable, también en Imus, es Casundit, sobre el río Ylang-Ylang. Su constructor fue fray Lucas de Jesús María (1722-1792). Es la presa más antigua del entorno de Manila, si no del país y, a juicio de los historiadores, la obra hidráulica más importante realizada en el Archipiélago durante el siglo XVIII. Recientemente una campaña pide su declaración como bien histórico.

Con todo, no deja de ser una construcción modesta de 7 metros de alto y 44 de largo, la cuarta parte de la de Molino. Está todavía en uso y se conserva parte de la canalización y algunas dependencias, como un arca de agua en piedra que, por su forma abovedada, se denomina con el hispanismo simboryo.


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