Algunos de los tesoros de la historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos y de los ambientes y espacios donde ha desarrollado su tarea a lo largo de la historia y en la actualidad.

La procesión del Nazareno Negro de Quiapo es el fenómeno religioso más multitudinario de Filipinas. Se hace el 9 de enero por las calles de la Manila vieja y resulta impropio hablar de “procesión”, porque no tiene un recorrido ordenado: Jesús con la Cruz a cuestas navega sobre un mar interminable de gente enfervorecida que se esfuerza por tocar la imagen.

Esta escultura a tamaño natural de Cristo es una réplica de la que existía en el convento de San Nicolás de Tolentino de Intramuros. Muy posiblemente es la copia que allí se tenía para procesionar, sin necesidad de sacar el original.

No hay datos de cuándo llegó el Nazareno a Manila, pero para 1650 ya existía una Cofradía que había conseguido de Roma una indulgencia. Posiblemente se instaló desde la inauguración de San Nicolás en 1619, porque la planta original del templo prevé ya el desproporcionado espacio de la capilla del Nazareno (arriba), casi un auténtico templo adosado a la iglesia a la altura del crucero.

Tampoco podemos aventurar nada sobre su procedencia. Se da por supuesto que vino de fuera del Archipiélago; no se sabe si fue tallada en México o en España. Hablamos, en cualquier caso, de la imagen original, no de la réplica que sigue recibiendo culto en Quiapo.

La Cofradía del Nazareno era muy pujante. Alcanzó el rango de Archicofradía y sostuvo durante siglos una obra de apoyo a las misiones de Mindanao. Se ocupaba también de fomentar el culto a santa Lucía, que era muy popular y llegó a difundirse por todas las Islas. En fin, en el Museo Recoleto de Quezon City se conserva el cáliz que el papa León XIII usó durante la celebración de su jubileo sacerdotal en 1888 y que luego obsequió a San Nicolás de Intramuros en correspondencia a la ofrenda que había recibido de la Provincia y de la Archicofradía del Nazareno.

Desde 2016 la Parroquia de San Sebastián quiere poner en valor la raigambre recoleta del Nazareno Negro de Quiapo. Al paso de la procesión del 9 de enero, se saca al atrio del santuario la imagen de la Virgen del Carmen, allí entronizada. Lo llaman el Dungaw –la Mirada– (abajo), o sea, el encuentro entre Madre e Hijo. Es el momento culminante de una manifestación de fe sumamente emotiva y de origen recoleto.


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