Las niñas y adolescentes beneficiarias del proyecto han participado los últimos cuatro meses de un curso que les ha llenado de momentos felices, descubrimientos, aumento de la capacidad de observación y hasta les ha brindado la posibilidad de exponer sus obras.
El Hogar Santa Mónica de los Agustinos Recoletos en Fortaleza ofrece acogida y educación integral a niñas y adolescentes que, por decisión judicial, requieren de un espacio protegido y de una atención especializada tras haber sufrido abusos, violencias o cualquier tipo de conculcación de sus derechos.
El día a día se sucede entre las clases regladas en la escuela, el estudio reforzado, las terapias personales y grupales y nuevas actividades que abren su mente a nuevos y desconocidos mundos, seguros y amables, divertidos y educativos, sanadores y alegres.
Son muchos los amigos, colaboradores o voluntarios, personas individuales o grupos e instituciones, que llevan a estas niñas y adolescentes momentos de especial alegría y aprendizaje. Uno de ellos, desde hace cuatro meses, ha sido el Museo de la Fotografía de Fortaleza, cuya sede está la calle Frederico Borges, 545 del barrio de Varjota de la capital cearense.
Ha sido una experiencia transformadora que se ha servido de la fotografía para conseguir varios objetivos: fomentar las habilidades artísticas, encontrar nuevos modos de ver el espacio y la realidad, comprender qué son las perspectivas y su implicación…
Mediante un curso de fotografía, las beneficiarias del Hogar Santa Mónica han superado un nuevo reto, el de ofrecer una exposición pública de sus obras y recibir un certificado de aptitud terminado el curso.
No solo aprendieron a encerrar la belleza encuadrándola y convirtiendo un momento único e irrepetible, pero caduco, en algo perenne: promovieron la autoestima, su inclusión social, su expresión creativa, fijaron sus propias ideas, contaron sus propias historias a través de imágenes.
Los profesionales del Museo de la Fotografía compartieron sus conocimientos con clases teóricas y prácticas de composición, encuadre, iluminación, edición y hasta algunas pinceladas de la historia de esta modalidad de comunicación. Las clases fueron unas veces en el propio Hogar Santa Mónica, otras en salidas para captar imágenes y aplicar los nuevos conocimientos.
Para las beneficiarias fue la primera vez que vieron y usaron una cámara fotográfica profesional. Sus caras reflejaban en todo momento el entusiasmo y el asombro. Esas caras se repitieron el 9 de junio, cuando recibieron el diploma que acreditaba su participación en el curso. Sus monitores, los representantes institucionales del Museo de la Fotografía y los invitados al acto escucharon qué significó esta experiencia para las beneficiarias y para sus monitores, que raramente tienen la posibilidad de contar con alumnas tan especiales.
En el Hogar Santa Mónica se exponen ahora durante todo el mes de junio las fotos resultado de este curso. Es la mirada de las menores, su sensibilidad, su forma de ver paisajes y la vida cotidiana. Puede descubrirse dónde puso el ojo cada detalle, cada emoción.
Este curso, así como tantos otros que se ofrecen a través de voluntarios y colaboradores, son una enorme oportunidad para las beneficiarias en su inclusión social, descubren sus propias conquistas, su empoderamiento, su desarrollo humano y personal, ven nuevos nichos de expresión personal y horizontes que en sus contextos de origen difícilmente podrían haberse dado.
El Hogar Santa Mónica y la Familia Agustino-Recoleta agradecen al Museo de la Fotografía y sus profesionales esta oportunidad. Transformar vidas y crear un futuro digno, inclusivo y justo para las víctimas de abusos es una responsabilidad de toda la sociedad, una nueva forma de protección para quienes buscan un nuevo comienzo.