Algunos de los tesoros de la historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos y de los ambientes y espacios donde ha desarrollado su tarea a lo largo de la historia y en la actualidad.
El Purús ha sido uno de los últimos ríos amazónicos completamente explorado en sus casi 3.000 sinuosos kilómetros. Su cruenta civilización ha estado determinada por un único objeto: la explotación del caucho.
Entre 1879 y 1912 cientos de miles de trabajadores del nordeste de Brasil llegaron bajo la tentadora promesa de la riqueza rápida. Se repartieron desordenadamente por la selva al servicio de los millonarios del caucho, que implantaron un sistema feudal, desalmado y violento.
Las primeras víctimas fueron los indígenas en tres oleadas sucesivas: las enfermedades (gripe, tuberculosis, neumonía y sarampión); su inclusión en el ciclo productivo en semiesclavitud (depresión, alcoholismo y suicidio); y, hasta solo hace 50 años, su masacre impune si no se unían al sistema.
Las plantaciones británicas en Asia quitaron al caucho brasileño su rentabilidad y la Amazonia se convirtió en una ratonera para caucheros sin trabajo. La II Guerra Mundial abrió otro breve ciclo (1942-1945): de nuevo miles de trabajadores fueron enviados a la Amazonia y, de nuevo, fueron abandonados allí tras el fin de la guerra.
La actual población amazónica es hija de víctimas: indígenas masacrados y caucheros abandonados. En 1924, los Agustinos Recoletos reciben de la Iglesia la encomienda de una Prelatura al suroeste del Amazonas brasileño de 229.000 km2 (como Rumanía o la mitad de España), cuyo centro es Lábrea.
Ocupa el valle del medio Purús y se corresponde con los municipios de Tapauá, Canutama, Lábrea y Pauiní. La incomunicación, las grandes distancias, la soledad y la particular concepción del tiempo han sido grandes retos para los misioneros de todas las épocas.
Los comienzos fueron muy duros, hasta el punto de que el primer prelado desistió, desanimado y enfermo. Su sucesor, Ignacio Martínez, hoy camino a los altares, ayudado por una joven comunidad, marcó el rumbo de esta presencia humanizadora de la Iglesia y de la Orden en la región.
Desde 1932 hay una casa de apoyo en Manaos. En 1936 se inicia el apostolado educativo con las Misioneras Agustinas Recoletas (1937-1940 y desde 1954 hasta hoy) y los Maristas (desde 1967).
La Provincia de Santo Tomás de Villanueva se encargó de la misión hasta que en 1960 se crea la Provincia de Santa Rita. Esta, falta de personal, solicita la colaboración de la Orden. La Provincia de San Nicolás envió religiosos de forma generosa y comprometida, hasta el punto de que en 1979 asume la gestión de la misión, una vez que sus frailes ya venían siendo mayoría.
El primer Plan de Pastoral es de 1975 y desde 1979 las Asambleas marcan las prioridades. Así, se va poniendo el foco sucesivamente en las comunidades eclesiales de base y el liderazgo del laico, los indígenas, los trabajadores rurales, los movimientos populares, los menores y la infancia, las misiones populares, el catecumenado de iniciación cristiana y la pastoral familiar.
Se desarrollan con ímpetu proyectos solidarios con el apoyo de las demás comunidades de la Provincia, especialmente los colegios, así como de ONG y financiadores públicos. Se consiguen avances para miles de beneficiarios en materia de educación, vivienda, agua y saneamiento, ecología, mujer, producción sostenible, sindicalismo y cooperativismo, medios de comunicación…
Uno de los mayores éxitos es la formación de laicos (catequistas, coordinadores de movimientos y servicios pastorales, líderes y profesores rurales e indígenas, voluntarios), de los que la Prelatura ha sido gran exportadora debido a la frecuente emigración a la capital del Estado o al sur de Brasil.
El mayor fracaso ha estado en la formación de un clero propio y aun de la consecución de vocaciones religiosas. Otro desafío es el éxito de las iglesias neopentecostales que no disimulan sus marcados intereses políticos y económicos, ni su espiritualidad sentimental, sin compromiso social y defensora de la teología de la prosperidad.
La Amazonia ha ganado visibilidad en la Iglesia en el siglo XXI con la Red Eclesial Pan-Amazónica (REPAM), el Sínodo especial (2019) y al apoyo abierto del papa Francisco. Se han querido recuperar los grandes testigos de la evangelización en la región, y la Familia Agustino-Recoleta aporta varios. En los códigos QR pueden verse documentales biográficos de algunos de ellos: Ignacio Martínez, Cleusa Carolina Rhody Coelho, Jesús Pardo y Mario Sabino.
Los seis prelados de Lábrea han sido agustinos recoletos: Marcelo Calvo (†1933), Ignacio Martínez (†1942), José Álvarez (†1974), Florentino Zabalza (†2000), Jesús Moraza y el actual, Santiago Sánchez. La población ha pasado de menos de 30.000 a casi 100.000 habitantes, y la Prelatura de una a cinco parroquias. Hoy cuenta con tres comunidades agustino-recoletas.