HIstoria de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos.
1. La crisis conciliar
El Concilio Vaticano II, celebrado en Roma del 11 de octubre de 1962 al 8 de diciembre de 1965, es, sin duda, el acontecimiento central de la Iglesia en el siglo XX.
Quiere, ante todo, expresar con claridad la naturaleza íntima de la Iglesia y su misión en el mundo. A los religiosos les pide examinar su vida a la luz del evangelio, de la inspiración que llevó a su fundación y de las exigencias de la sociedad moderna.
En 1968, con el Capítulo general extraordinario que plasma las directrices conciliares en un nuevo texto constitucional, comienza para toda la Orden –también para la Provincia de San Nicolás de Tolentino, por tanto— un período nuevo de su historia.
Se alternan en este tiempo ilusión y desesperanza. Son años de protesta, de desconfianza ante la ley y de cantos a la libertad, tiempos de crisis que a algunas Provincias, como la de San Agustín, las golpea ya en los mismos años 60: entre 1968 y 1974 baja de 115 a 82 religiosos.
La Provincia de San Nicolás, sin embargo, comenzará a experimentar esta crisis dos décadas más tarde. En 1991 sus miembros suman 457, apenas siete menos que en 1970.
2. Vida de comunidad
Quizá el fruto principal de la renovación conciliar y de la vuelta a san Agustín es la preocupación por la vida de comunidad. La desaparición legal de los privilegios, unida a un conocimiento más preciso del ideal monástico de san Agustín, de la visión de la Iglesia como Pueblo de Dios y la revalorización de la persona propia del momento, colocan en el centro de atención de los Agustinos Recoletos el tema de las relaciones fraternas.
En el caso de la Provincia de San Nicolás eso se ve favorecido por el hecho de que todos sus religiosos viven las últimas etapas de formación en los mismos centros, Monteagudo y Marcilla, ambos en Navarra, España.
Estos dos conventos se convierten en auténtico crisol en el que las nuevas generaciones conviven, se conocen y aprecian. Y no solo ellos: allí se forman en el mismo espíritu, por épocas, otros muchos recoletos de las otras Provincias de la Orden.
En Marcilla, especialmente, se forman casi todos los que darán consistencia a la Provincia de San Ezequiel Moreno, cuando esta se desgaje de la de San Nicolás, en 1998.
No solo es la formación inicial. Se hace también hincapié en una formación permanente a distintos niveles: comunitario, intercomunitario e interprovincial. Se organizan periódicamente cursos de renovación, semanas de espiritualidad, meses de preparación a la profesión solemne…
Fruto de todo ello es, sí, un mejor conocimiento del propio carisma, pero también un mayor sentimiento de familia dentro de la Provincia y de la Orden.
Aún no había eclosionado la era digital, pero era bien claro el servicio que a la vida comunitaria podían hacer los boletines informativos internos, que se difunden por todas las comunidades: OAR al habla para la Provincia de San Nicolás (1970), y Newsletter (1969) y The Seekers (1976), en la de San Agustín.
Otro factor que refuerza la identidad provincial y como Orden es la elevación al honor de los altares de un puñado de religiosos: san Ezequiel Moreno, beatificado en 1975 y canonizado en 1992; los mártires de Japón Melchor de San Agustín y Martín de San Nicolás, beatificados en 1989; o los mártires de Motril, beatificados en 1999, varios de ellos formados en la Provincia de San Nicolás de Tolentino y que trabajaron en Filipinas antes de ser asignados a la Provincia de Santo Tomás de Villanueva: Vicente Soler, León Inchausti, José Rada, Vicente Pinilla y Julián Moreno.
Madrid, años 50
En 1954, una fundación rompió con siglos de tradición rural en España. Antes de 1835 solo el 25% de los 33 conventos recoletos estaba en ciudades de entidad; y las casas de formación de la Provincia (Alfaro, Monteagudo, Marcilla, San Millán, Sos, Lodosa) se establecieron en el ámbito rural; hasta que en 1954 se abre en Madrid una residencia junto a la Ciudad Universitaria.
La casa sería la nueva curia provincial y centro de acercamiento de numerosos religiosos a las aulas universitarias. En otra parte del terreno, delimitado por las calles Cea Bermúdez y Gaztambide, se inaugura en 1959 un templo de proporciones generosas y arquitectura puntera: Santa Rita.
Fue un espacio dinámico para el barrio y para la Provincia: ahí funcionaban la Librería Editorial Avgvstinvs, la redacción de Avgvstinvs y Todos Misioneros y los Talleres de Santa Rita, proyecto solidario con aulas de confección y ropero. Llegó a albergar dos Capítulos generales y tres provinciales.
1962 es paradigmático: 44 religiosos de comunidad, once en el año de pastoral —la formación tras la ordenación— y nueve en la Universidad estudiando Ciencias geológicas, Lenguas románicas, Lenguas clásicas, Filosofía y letras, Periodismo y Composición musical. En Santa Rita se dieron 450.000 comuniones, hubo 126 bodas y unas 60 misas de solemnidad. En 1961 hasta 229 religiosos fueron huéspedes de paso.
Las circunstancias cambiaron; el provincialato se trasladó en 1966; el edificio pasó a ser Residencia Universitaria de alumnos externos, con gestión de la Provincia hasta 2004 y de una Universidad privada, por contrato, después. Desde entonces solo hay comunidad recoleta en Santa Rita.
La casa de Cea/Santa Rita desarrolló una gran labor social en los suburbios de Madrid, desbordados con las migraciones rurales. Desde Santa Rita se atendía el barrio de Santa Catalina, donde los religiosos crearon un dispensario médico. Cáritas Santa Rita, heredera de ese compromiso, continúa hasta hoy una actividad intensísima.
En 1965 la Provincia asume la nueva Parroquia de las Santas Perpetua y Felicidad de La Elipa, una zona que ya se atendía desde Santa Rita. Los cultos comenzaron en un local prestado, con seis bancos llevados de Santa Rita. Los religiosos vivían en un piso alquilado.
El templo con su casa parroquial aneja fue inaugurado cinco años después. El tejido social del barrio ha cambiado, no su sencillez: de los migrantes rurales de los 60 a los migrantes latinos de los 90. Fue entregada a la Diócesis en 2016, justo un año después de celebrar su 50º aniversario.
3. Comunidad internacional
Se da también en este tiempo otro fenómeno que va a modificar profundamente la composición de las comunidades.
Hasta 1970, España es un semillero vocacional que exige el mantenimiento simultáneo de cinco casas de formación para las distintas etapas. Pero la progresiva secularización de la sociedad y la disminución de la perseverancia, a pesar de la labor abnegada de los promotores vocacionales y de los formadores, obligan al cierre escalonado de tres seminarios: el filosofado de Fuenterrabía (Guipúzcoa) en 1982 y los seminarios menores de Valladolid en 1992 y Lodosa (Navarra) en 1993.
Otro tanto ocurre en el Reino Unido, donde hasta 1970 las vocaciones, casi todas de procedencia irlandesa, habían sido bastante numerosas. Después comienzan a disminuir hasta convertirse, a partir de los años 90, en un número casi testimonial.
Al mismo tiempo, la Provincia va extendiendo a diversos países las primeras etapas del ciclo formativo, en las que adolescentes y jóvenes cursan los ciclos de enseñanza obligatoria.
En México venía funcionando desde 1955 el Colegio Apostólico San Pío X en Querétaro. Y, en 1981, se inaugura en Coyoacán (Ciudad de México) un centro de estudios filosóficos, que se trasladará seis años más tarde al nuevo y bien equipado Postulantado San Agustín en esa misma ciudad.
En Costa Rica, la promoción vocacional no se plantea de forma sistemática hasta 1984, en que se aprovecha la infraestructura de la Ciudad de los Niños. En 1991 se inaugurará el nuevo Postulantado San Ezequiel Moreno en Pozos de Santa Ana (San José).
Tras siglos de implantación, en Filipinas el proceso va más avanzado y es ya completo. Para 1985, los jóvenes filipinos pueden seguir en su país todas las etapas, al disponer de seminario menor (San Carlos, 1947); postulantado para el estudio de la filosofía (Baguio, 1965); noviciado (Baguio desde 1970, trasladado a Antipolo a partir de 1991); y centro teológico (Quezon City, 1985).
De esta manera la Recolección filipina se va preparando para su independencia, que se consumará en 1998 con la erección de la Provincia de San Ezequiel Moreno.
Consecuencia, en fin, de todo esto es que, con el paso de los años y de manera progresiva, las vocaciones españolas disminuían a la par que aumentaban las de Filipinas, México, China, Costa Rica y Brasil.
Se ha consumado así un importante proceso de internacionalización de la Provincia y sus comunidades.
4. Sístole y diástole
Ni la crisis vocacional ni la transformación de sus comunidades llevan a la Provincia al desánimo o al repliegue.
Sí se dejan algunos ministerios, por ejemplo en Filipinas, donde ahora el clero diocesano es abundante. Por los años 70 se empieza a pensar en dejar el histórico territorio de Palawan, lo que se hace en 1987; y, entre 1950 y 1985, se entregan a las diócesis 19 de las 21 parroquias administradas en Negros y Siquijor. En compensación, se asume la cura pastoral de parroquias cercanas a residencias o colegios o situadas en comarcas desatendidas pastoralmente.
Extiende también la Provincia su presencia en países como España, México, Estados Unidos o Costa Rica.
En España había conseguido asentarse en Madrid en 1959, con el complejo de Cea y Santa Rita, Parroquia desde 1965, al mismo tiempo que la Parroquia de las Santas Perpetua y Felicidad, en el barrio obrero de La Elipa. En 1972, inaugurará la Parroquia de Santa Mónica, en Zaragoza (fotos).
Pero no todo son ministerios urbanos: las comunidades de Lodosa, Marcilla, Monteagudo y Zaragoza atienden parroquias de sus entornos rurales; y la misma disponibilidad se muestra en la Diócesis de Almería.
Donde más clara resulta la expansión es en América. No tanto en Estados Unidos, país en el que se aprecian dos tendencias contrastantes. Por un lado la entonces Provincia de San Agustín experimenta un fuerte descenso, pasando de 20 casas en 1975 a 11 en 1995.
Por otro lado, la de San Nicolás se afianza en el país al canalizar hacia allá el personal angloparlante que había trabajado en Filipinas. Su primer ministerio, el de Bayard (Nuevo México), se había aceptado en 1973.
La Provincia ya estaba en México cuando comenzó el Concilio, pero para 1971 los ministerios han ascendido hasta 22, atendidos por 65 religiosos. Y a Costa Rica se llega en 1965, a la capilla del Carmen, de Alajuela, y luego a la Ciudad de los Niños de Cartago.
El movimiento expansivo es especialmente notable en el campo misional y social. En general con el Concilio Vaticano II había aumentado el número de religiosos destinados a las misiones, mejorando también su selección.
Más adelante, incluso, a finales de los años 80, se producirá un auge del espíritu misional, con un mayor apoyo a las iniciativas de los misioneros.
La secuencia cronológica es, en todo caso, impresionante:
- en 1963, la Provincia se comprometía a colaborar con la Diócesis de Kaoshiung, en Taiwán;
- en 1966, acepta la Prelatura de Ciudad Madera, en el estado mexicano de Chihuahua;
- en 1974 se hace cargo de parroquias en Guam (Micronesia);
- en 1977 hace lo propio en el cantón de Sarapiquí, en Costa Rica, fronterizo con Nicaragua;
- en 1979 asume de forma definitiva la gestión de Prelatura de Lábrea, en el Amazonas, donde la Orden estaba desde 1925;
- en 1996 se acepta la misión de Kamabai (Biriwa), en la Provincia Norte de Sierra Leona.
Sierra Leona: La Provincia pionera en África
La llegada de los Agustinos Recoletos a Sierra Leona tiene larga prehistoria. En un acta del Consejo provincial del 7 de diciembre de 1990 aparece por primera vez la posibilidad de una misión africana. El Capítulo de 1994 debate el asunto, pues la Santa Sede había pedido a la Orden atender las graves necesidades de personal de los obispos africanos.
La Curia general traslada la petición a la Provincia de San Nicolás por tres motivos: era la que contaba con más personal; ya tenía ministerios en países de lengua inglesa; y serviría para preparar a la futura Provincia filipina con una misión ad gentes nada más nacer.
El 29 de diciembre de 1996 llegan a Sierra Leona los cinco fundadores de la primera comunidad africana de la Orden. Su sede será Kamabai, a 225 kilómetros al noreste de Freetown.
Es una región musulmana y pobrísima. Pero, en aquel momento, las principales dificultades provenían del ambiente político: desde 1991 había una guerra civil, que se agrava especialmente a partir de 1997.
El 14 de febrero de 1998 un agustino recoleto, José Luis Garayoa (1952-2020, foto), es secuestrado; para no sufrir el mismo destino, el resto de la comunidad recoleta huye campo a través protegida por heroicos voluntarios locales. El secuestrado es liberado a los 13 días; otros dos consiguen salir del país el 11 de marzo, y el 12 de enero de 1999 lo abandonan los dos que habían logrado mantenerse en el país.
Terminada oficialmente la guerra en 2002, tras un paréntesis de cinco años y tres meses, los Agustinos Recoletos vuelven al país el 28 de marzo de 2004. La misión ya es gestionada por la Provincia de San Ezequiel Moreno, que en 2006 abre una nueva comunidad en Kamalo, a 90 km. de Kamabai.
La población católica está desperdigada: hay que recorrer muchos kilómetros por malos caminos o sendas a pie para encontrarse con unos pocos fieles, sin peso social. Ciertas costumbres ejercen gran presión sobre ellos: poligamia, machismo estructural, ritos de iniciación, ablación genital, sociedades secretas, superchería, animismo, matrimonio infantil, uso de la violencia como medio educativo…
La Provincia de San Nicolás continuó hasta 2014 apoyando de una manera directa, con personal religioso y con proyectos de desarrollo. Se pagaron centenares de becas de enseñanza media y superior, se construyeron o arreglaron decenas de escuelas, se arbitró la formación de profesores, y pequeñas aldeas de toda la región lograron tener su pozo de agua potable. Decenas de voluntarios profesionales de todo tipo proporcionaron importantes avances en agricultura, energía y sanidad. Los colegios de España movilizaron recursos de todo tipo y aprovecharon para educar en solidaridad.
5. Familia, no solo Orden
El espíritu del Vaticano II no podía menos que afectar profundamente al estilo de vida de los religiosos. Por una parte, poner la comunidad en el centro lleva a valorar mucho más la familia. Y, por otro lado, partir de la Iglesia como Pueblo de Dios conduce a apreciar el papel de los laicos.
La existencia de una Familia Agustino-Recoleta resulta para muchos una novedad del postconcilio; y todos los religiosos, cuando menos, se sensibilizan, comenzando así una fase de trato y apoyo incondicional.
Tanto en España como en México, donde las Agustinas Recoletas llevaban siglos, la Provincia se pone a su disposición: son y se sienten hermanas de pleno derecho de los religiosos; y lo mismo la Provincia de San Agustín respecto al monasterio de Estados Unidos. La colaboración, obviamente, es mucho más intensa en los países donde no hay presencia de otras Provincias de la Orden, como son México y Filipinas.
Con las Augustinian Recollect Sisters, fundadas en el siglo XVIII y extendidas por todo aquel Archipiélago, siempre hubo trato, pero en este tiempo se hace cada vez más familiar, a medida que aumenta el número de recoletos filipinos.
También se hace más intenso el trato con las Misioneras Agustinas Recoletas, cuyos orígenes se remontan a la misión de China y su casa madre está junto a la de la Provincia, en Monteagudo.
El círculo familiar no se limita a las religiosas; también tienen su puesto los familiares directos de los religiosos, reconocidos expresamente por las Constituciones postconciliares; o aquellos bienhechores y colaboradores que han recibido la distinción de “hermanos mayores” por su apoyo y servicios a la Orden.
Algunas asociaciones comparten carisma y misión con los religiosos, como la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta y las Juventudes Agustino-Recoletas; y otras nacidas en el ámbito de la Provincia, como las Madres Cristianas Santa Mónica, asociación que nace en la madrileña parroquia de Santa Rita en 1987; o algunas ONG surgidas en Lodosa (Navarra) y Getafe (Madrid) por su apoyo directo a las obras evangelizadoras y misionales.
La Fraternidad Seglar se había establecido a comienzos de los años 50 y donde mejor acogida tiene es en la entonces Provincia de San Agustín, que la instituye en todos sus ministerios ya en 1951. En 1959 celebra en Kansas City su primera convención, y un congreso general en 1962. En 1967, sus miembros en Estados Unidos llegan a 1.708, con 172 personas en formación previa.
Uno de sus principales impulsores es Francisco Moriones, quien asume la tarea de proveer materiales formativos, para lo cual publicará en tres volúmenes un Manual de espiritualidad agustiniana que durante años acompaña la reflexión de las Fraternidades Seglares de todo el mundo.
6. Empoderamiento del laico
El laico se convierte en protagonista después del Concilio, que presentaba la Iglesia como Pueblo de Dios y dedicaba todo un documento al apostolado de los laicos.
La Provincia de San Agustín escribe una página brillante del trabajo con los laicos con los Cursillos de Cristiandad. En 1962 abre una sede en Manhattan, el Centro San José, con cursillos para adolescentes, el cursillo de cursillos y la escuela para líderes. Para 1970 se mantiene contacto con 4.000 cursillistas, y en 1972 el movimiento está presente en 75 parroquias neoyorquinas. Desde aquí se extenderá al resto del país.
En 1970, David Arias lanza el programa Luz y Vida de encuentros en los hogares; dos años después había 45 grupos en 30 parroquias. Al año siguiente, José María Viana (1936-1984) pone en pie la Association of Hispanic Priests of New York. Y, a partir de 1978, Arias es encargado del Apostolado Hispano en Nueva York (1978-1983), para terminar siendo nombrado en 1983 obispo auxiliar de Newark (Nueva Jersey) y vicario de Asuntos Hispanos.
En 1972, Alfonso Gallegos (1931-1991), párroco del conflictivo barrio Watts de Los Ángeles (California), había sido designado director de Asuntos Hispanos de la Conferencia Episcopal de California. Y, en 1981, es nombrado obispo auxiliar de Sacramento.
En línea con esa trayectoria en Estados Unidos, la Provincia de San Nicolás de Tolentino asume en 1997 la dirección del Centro Guadalupe (Union City, Nueva Jersey) para la Pastoral Hispana de la Diócesis de Newark (abajo).
Por lo demás, la colaboración de la Provincia con los laicos se va abriendo camino en todos los frentes. En este aspecto, es de destacar el campo de la educación, que cobra gran importancia en España y México. Datan de estos años las aperturas de los grandes centros educativos preuniversitarios de Valladolid (1966), Querétaro (1970) y Zaragoza (1976, abajo), así como la residencia universitaria Augustinus de Madrid (1965).
Esto hace que suba sensiblemente el nivel cultural de los religiosos que, una vez concluida su formación eclesiástica, acuden en gran número a centros de estudio superior.
En un primer momento los religiosos llegaron a ser muy numerosos en los centros, copando casi todos los puestos docentes. Pero ante la magnitud que adquieren se promueve una creciente participación del laicado, centrando el papel de los religiosos en la formación carismática y en la salvaguarda del ideario.
Los laicos colaboraron primero –años 70, 80 y 90 del siglo XX– en los equipos docentes; y más tarde comienzan a acceder a puestos directivos de área o generales.
7. El frente misional
Muchos son los misioneros que antes trabajaron en el campo de la educación, y muchos los lazos que se establecen entre colegios y misiones.
Madura así un nuevo clima, que favorece la llegada de nuevos recursos a las misiones, la promoción del voluntariado civil y la ejecución profesionalizada de numerosos proyectos sociales en Sierra Leona, Costa Rica, México y, especialmente, Brasil.
Infancia, salud, vivienda, agua y saneamiento, educación, mujer e igualdad, formación de líderes, defensa de las comunidades rurales amazónicas y atención a las víctimas de abusos son los principales campos de acción social por los que se ha movido la Provincia a partir de los años 90 del siglo XX.
En todo ello, las misiones se sienten respaldadas en la retaguardia por todos los ministerios de la Provincia, tanto por los colegios como por las parroquias y casas de formación. Las comunidades enriquecen la dimensión solidaria que siempre las había caracterizado.
Así, entre ellas y el frente misional se establece un flujo continuo de información, cooperación, voluntarios, envío de recursos, con fórmulas variadas que van desde los hermanamientos y apadrinamientos a las campañas informativas, los mercadillos, los encuentros con misioneros y conferencias e iniciativas de todo tipo.
En algunos casos estos grupos locales se transformaron en instituciones reconocidas (ONG) con acceso a los concursos públicos de la Administración para cooperación al desarrollo, haciendo llegar recursos antes impensables para los proyectos de la Provincia.
Como resultado, desde los años 90 han tomado cuerpo proyectos de gran impacto y complejidad en ámbitos diversificados: vivienda, Handumanan en Filipinas, Hogar Digno y Casas Comunitarias en Brasil ); agua potable y saneamiento en Sierra Leona y Brasil; educación en Sierra Leona (construcción de escuelas y concesión de becas), Brasil (Centros Esperanza) y consolidación, profesionalización y ampliación progresiva de la Ciudad de los Niños de Costa Rica; proyecto sociosanitario CARDI en México; y Hogar Santa Mónica de protección de la infancia y de la adolescencia en Brasil.
Un caso particular es el apoyo a los indígenas y ribereños y la protección del medio ambiente en Lábrea (Amazonas, Brasil). Los misioneros han sido muy activos en el ámbito del asociacionismo, de la demarcación de tierras indígenas, de la universalización de la salud y de la protección a la infancia, adolescencia y maternidad.
Símbolo de todas estas luchas es la hermana Cleusa Carolina Rody Coelho, misionera agustina recoleta asesinada en 1985 y hoy en vías de beatificación.
8. Filipinas y China
Ocurren en la segunda mitad del siglo XX dos acontecimientos transcendentales para la Provincia, ambos en el extremo Oriente.
El primero afecta a Filipinas: en 1998, año del primer centenario de la Revolución que cambió la faz de la Provincia y de la Orden de Agustinos Recoletos, las comunidades y ministerios en el país forman una nueva Provincia –la octava en ese momento–, con el nombre de San Ezequiel Moreno.
Por una paradoja de la historia, la Provincia de San Nicolás de Tolentino suelta amarras de lo que había sido su territorio histórico durante 375 años.
No fue un proceso violento, sino bien preparado, que las autoridades de la Orden habían monitorizado con todo cuidado. Sirva como ejemplo el del campo educativo. Este apostolado se había desarrollado espléndidamente en los últimos decenios, hasta el punto de que, en 1998, se educaban en los centros filipinos –tres de ellos Universidades– unos 40.000 alumnos.
El segundo acontecimiento se da en la misión de China. Había nacido como una extensión de Filipinas, base de apoyo hasta que llegó la República Popular y se cerró en 1949 el llamado telón de bambú.
Durante varios lustros, la incomunicación de los recoletos chinos con el resto de la Provincia fue absoluta. En esos treinta años fallecen casi todos los religiosos tras haber sufrido años de trabajos forzados y cárcel.
Sin embargo, al finalizar la década de los 80, se reanuda la comunicación y se descubren las brasas de fe que se mantienen en la misión de Shangqiu, donde algunos religiosos y religiosas siguen firmes en la fe.
La Santa Sede nombra obispos de Shangqiu (Henan) y Hezé (Shandong), respectivamente, a Nicolás Shi (1921-2009) y José Wang Dian Duo (1921-2004).
Son dos agustinos recoletos que tras sufrir innumerables vejaciones encontraron cómo lidiar con las autoridades. Con la ayuda de un puñado de hermanos de hábito –ellos y ellas–, estos dos pastores logran recuperar el servicio pastoral y revitalizan sus Diócesis.
Al mismo tiempo, algunos de los religiosos chinos que habían logrado salir antes de la Revolución porque eran seminaristas en la época, logran volver a la República Popular a visitar a sus familias y a sus hermanos de hábito.
Con el tiempo, las propias autoridades de la Orden (prior general y prior provincial ) y otros religiosos no chinos también lograrán visitar la misión.
Todo esto parece el anuncio de una floreciente primavera.
SIGUIENTE PÁGINA: 7. Siglo XXI: Cara al futuro
ÍNDICE DE CONTENIDO
Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino:
‘Siempre en misión’
- Historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino: ‘Siempre en misión’
- 1. Introducción: “Navigare necesse est”
- 2. Siglo XVII: La Provincia de San Nicolás de Tolentino
- 3. Siglo XVIII: Filipinas, tierra de gestas
- 4. Siglo XIX: Filipinas, apogeo y desplome
- 5. Siglo XX hasta el Vaticano II: La eclosión
- 6. Siglo XX desde el Vaticano II: marejada en alta mar
- 7. Siglo XXI: Cara al futuro
- 8. Epílogo: Vivir el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza