Reseña histórico-biográfica de algunos de los principales personajes de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos desde su fundación hasta la actualidad.

Juan Ruiz de San Agustín (1728-1796), el constructor de la catedral de Vigan

Cuando es ordenado obispo, este español de Cáceres tiene ya larga experiencia constructora: como vicario o como prior provincial (1776-1779) ha estado al tanto de la restauración de la iglesia de Intramuros después del enésimo terremoto, el de 1771.

Obispo de Nueva Segovia, una de las cuatro sedes filipinas de entonces, lo es jurídicamente desde diciembre de 1780, y gobierna desde mayo de 1782, por más que su ordenación episcopal no sea hasta enero de 1786.

Para cuando es consagrado, ya ha construido en Vigan (Ilocos Sur) el palacio episcopal y lleva adelantada la catedral. Ambos forman parte de uno de los conjuntos más armónicos de Filipinas: el centro histórico de Vigan, Patrimonio de la Humanidad desde 1999 (abajo).

Su necrología apunta:

Murió, verdaderamente, como pobre religioso; pues todo cuanto recibió siendo obispo, lo gastó en hacer su palacio y su catedral y en adornar esta con preciosas alhajas de oro y plata y ornamentos.

Y aún podía haber añadido que gastó incluso la vida, porque el estar tan a pie de obra le llevó a enfermar y, en definitiva, a la muerte, que ocurrió en Manila el 2 de mayo de 1796.

Joaquín Encabo (1740-1818), el obispo caritativo de Cebú

Llama la atención el paralelismo entre fray Joaquín Encabo (abajo) y fray Juan Ruiz (arriba). Los dos son cacereños y ambos profesan en el convento de Madrid. Encabo pasa a Filipinas en 1767, en una misión organizada, justamente, por Ruiz. Después, Encabo fue sobre todo profesor, pero también desempeñará cargos de gobierno, entre otros el de prior provincial (1782-1785 y 1788-1791), al poco de haberlo sido Juan Ruiz. Entre ambos trienios fray Joaquín fue secretario de fray Juan en Vigan. Finalmente, en 1796, Joaquín pronunciará la oración fúnebre de su ilustre paisano Juan.

También en su caso transcurren varios años –seis, nada menos– desde que es propuesto para obispo hasta su consagración. El rey Carlos IV le propone para la sede de Cebú y el 15 de mayo de 1808 es ordenado obispo.

Si Juan Ruiz empleaba sus ingresos en las construcciones, Encabo los dedica a las personas necesitadas:

Fue muy caritativo con los pobres y desprendido en sumo grado, invirtiendo los 4.000 pesos que cobraba de estipendio en remediar necesidades ajenas.

Atendió especialmente a los leprosos, abundantes en la zona, con una fundación que sostenía un hospital. La dotación inicial la puso de su bolsillo; la Orden hizo también aportaciones hasta comienzos del siglo XX.

Eugenio Sesé (1750-1803), el primer obispo en Colombia

A pesar de haber llegado a obispo, son pocos los datos que conocemos de él. Aragonés de la provincia de Teruel, tomó el hábito en el convento de El Portillo de Zaragoza. Y en esta misma capital fue profesor de teología hasta que, ya con 39 años, marchó voluntario a Filipinas.

A pesar de que seguramente iba con mucha ilusión, solo pudo estar en Oriente tres años: dos, en las misiones al norte de Manila, en la Pampanga; y uno en Manila, dedicado a la predicación y a las clases de teología.

En septiembre de 1793, es nombrado comisario y procurador en Madrid, encargado de gestionar los asuntos de la Provincia de Filipinas ante la Corona y la Santa Sede.

Durante un sexenio desempeñó este delicadísimo cargo con satisfacción de sus superiores y, por lo visto, del Gobierno español, que lo recomendó para el episcopado. El 28 de septiembre de 1801 fue nombrado obispo de Santa Marta, al norte de la actual Colombia; allí murió el 31 de octubre de 1803.

Es significativo que su Provincia filipina de adopción le extienda un diploma de hermandad con fecha 9 de abril de 1804, desconociendo que había fallecido más de cinco meses antes.