Reseña histórico-biográfica de algunos de los principales personajes de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos desde su fundación hasta la actualidad.
Primer prior provincial de la Provincia de San Ezequiel Moreno en 1998, su vida estuvo marcada con ese numeral: el primero. Así, fue el primer director filipino del Colegio San José de Cebú (1970-1973) y el primer filipino vicario (1988-1994 y 1997-1998) de la Provincia de San Nicolás de Tolentino en Filipinas —y el último antes de convertirse la Vicaría en Provincia—.
Aparte del servicio de gobierno, el apostolado que llena su currículum es la educación, que Lluch vivió con intensidad y pasión, unas veces como miembro del equipo, otras como gestor; lo hizo en Cebú, San Sebastián de Manila (1982-1988) y San Sebastián de Cavite (1979-1982 y 1994-1997), lugar de sus delicias. Tampoco le faltó la experiencia del Seminario de Baguio.
Los 70, 80 y 90 no fueron fáciles. Aparte de la situación político-social, eran tiempos de fuertes tensiones en la vida religiosa en Filipinas, también entre los Recoletos. Simplificando, tras cuatro siglos concluía la época de los españoles y comenzaba el tiempo de los filipinos; además del choque generacional, el cambio era más profundo, de época, y jóvenes religiosos filipinos se hacían con la responsabilidad de la entidad que sería la nueva Provincia.
Para liderar este tránsito hacían falta personas con don de gentes y diplomacia, con madurez para no caer en la trampa simplona de español contra filipino; que mantuvieran los ideales, identificándose con la propia historia, orgullosas de ese pasado y decididas a continuarlo. Y Víctor Lluch estaba orgulloso de ser recoleto, de la historia recoleta en Filipinas y de sus protagonistas españoles.
Empleó su indudable ascendiente sobre sus connacionales para inculcarles ese mismo orgullo corporativo, incitándoles a ser dignos continuadores de la misión recibida.
En esta empresa empleó el enorme capital humano que poseía, sus muchas y variadas cualidades, a las que se refería la necrología que le dedicaba la Provincia de San Ezequiel tras fallecer en Quezon City el 18 de junio de 2004:
Probablemente es el recoleto filipino más pintoresco que ha existido.
Y para no dar lugar a imaginaciones, añadía:
Era un padre para todos.
Quizá sin pretenderlo, apuntaba con esta frase a lo que, según san Agustín, es la realidad nuclear del superior religioso, que no ha de ser un buen organizador ni un líder carismático sino, simplemente, un padre.