OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Reseña histórico-biográfica de algunos de los principales personajes de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos desde su fundación hasta la actualidad.

Nació en Mataluenga (León, España) en 1929, en una familia de cuyos siete hijos dos han sido recoletos y una misionera agustina recoleta. Ingresó en el seminario de San Sebastián (Guipúzcoa) en 1941, profesó en Monachil (Granada) en 1948 y fue ordenado en Barcelona en 1952, durante el XXXV Congreso Eucarístico.

Tras pasar el tirocinio en el seminario de San Sebastián, en 1953 es destinado a la recién abierta Parroquia de Nuestra Señora de Lourdes de Ciudad de México. Además de vicario parroquial, era profesor y capellán del colegio de la Congregación de Jesús María. Fueron en total ocho años, interrumpidos por breves estancias en las parroquias de Fabens y Marfa, Texas, EE.UU.

Tras licenciarse en Teología Espiritual por el Institutum Teresianum de Roma (1963-1964), es enviado a Estados unidos, país que ya no abandonaría, como maestro de profesos en Kansas City.

A partir de 1967 su vida, dedicación y compromiso serán ya con los hispanos en Estados Unidos. Recala en el Saint Joseph Center de Nueva York, sede de los Cursillos de Cristiandad; primero como director adjunto (1967-1968) y luego director y consejero espiritual (1969-1978). Conjugó este servicio pastoral con el de gobierno, como consejero y vicario de la Provincia.

En 1978 la Archidiócesis de Nueva York lo nombra director de la Pastoral Hispana y, visto su desempeño, en 1983 es consagrado obispo auxiliar de la Diócesis de Newark (Nueva Jersey) y vicario de Asuntos hispanos hasta su retiro episcopal (1983-2004).

Aunaba una personalidad bien definida, de convicciones firmes, positiva y perseverante, con la cercanía y empatía, de suma facilidad para las relaciones interpersonales.

Su lema pastoral, Pascere populum suum, apacentar a su pueblo, marcó su vida. Desde que en Texas contactó con el mundo hispano en Estados Unidos, vio la necesidad de salvaguardar su cultura y tradiciones, fortalecer sus raíces, como medio paradójico para una correcta integración en la sociedad estadounidense, aportando lo propio sin deshumanizarse ni despersonalizarse.

Para ello definió y puso en marcha programas como Luz y vida (1971), cauces de aparición de líderes que, más allá del campo espiritual, defendían a sus hermanos contra los prejuicios, la explotación, los abusos o la exclusión.

Entre 1960 y 2004 publicó muchas obras, libros y artículos para poner lo hispano en el radar cultural del país, así como dejar constancia de la huella hispana en la construcción de los Estados Unidos.

Falleció el 9 de mayo de 2019, a la edad de 89 años, a consecuencia de una disfagia e insuficiencia renal.