Reseña histórico-biográfica de algunos de los principales personajes de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos desde su fundación hasta la actualidad.

Nació en San Martín de Unx, Navarra, el 3 de julio de 1913. Hizo la profesión en Monteagudo en 1929. Terminó los estudios de teología en Ivybridge, Devon (Inglaterra), donde recibió subdiaconado y diaconado. La ordenación sacerdotal le fue conferida el 14 de junio de 1936 en Pamplona.

Tras un año en el seminario de Lodosa, Navarra, residió dos años en Caracas y Puerto Cabello, Venezuela. La obediencia lo fue colocando en varios lugares donde se comenzaba a establecer una comunidad agustino-recoleta.

En 1939 la Provincia decide establecerse en Perú y envía a Ojer y a José Gómez, los primeros recoletos en Perú en el siglo XX, que fundan en Chalhuanca (Apurímac) y Cutervo.

A los pocos meses Ojer recibe una nueva misión y en diciembre de 1940 llega a Estados Unidos y es nombrado superior religioso en el país. Desde Marfa, de donde es párroco, atiende varias parroquias de la zona de El Paso (Texas), como Fort Davis y Alpine.

A mediados de 1941 pasa a México, donde la Provincia busca establecerse. Comenzó su labor en Ayotla, Estado de México, y en este país seguirá su misión hasta su muerte.

Cuarenta y cinco años en tierras mexicanas hacen de Ireneo una institución en aquella Vicaría, como el veterano por antonomasia. Con grandes dificultades misionó en Zempoala, La Antigua y Piedras Negras (Veracruz); tras un año en Sinaloa vuelve a Veracruz capital, a la Capilla de La Pastora.

En 1954 se le encomienda supervisar la construcción del seminario de Querétaro. Más tarde es nombrado párroco de San Felipe del Progreso, Estado de México, hasta 1958. A partir de entonces, y trienio a trienio, pasará por varias casas de Ciudad de México, dejando en todas su impronta de constructor de edificios e impulsor de la pastoral.

En 1973 fue nombrado por segunda vez prior de Veracruz, ciudad a la que dedicó 29 años de su ministerio y donde murió el 7 de mayo de 1986: un mes faltaba para sus bodas de oro sacerdotales.

Ojer fue un emprendedor que arrostraba las dificultades con entereza, sin perder los nervios, lo que los superiores aprovecharon para empresas de especial riesgo. Su acierto en el trato con los obispos le permitía llevar a buen puerto las negociaciones.

Ireneo fue admirado y querido por sus fieles; y con los hermanos se mostraba siempre servicial, animando especialmente a los jóvenes en sus comienzos.