Reseña histórico-biográfica de algunos de los principales personajes de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos desde su fundación hasta la actualidad.

Nació en Forcall (Castellón) en una familia que dio a la Iglesia una monja y seis sacerdotes: José, Domingo y Manuel fueron recoletos; los otros tres escolapios, entre ellos Francisco, mártir y beato (1901-1936).

Manuel ingresó en San Millán, en 1916 profesó en Monteagudo y en febrero de 1923 fue ordenado sacerdote en Calahorra. Sirvió, sucesivamente, como profesor, prior local, consejero general y prior provincial, y, siempre, como investigador de su historia.

Desde 1923 hasta 1934 fue profesor en San Millán y Lodosa, donde explicó todas las materias, sin excluir solfeo y piano; luego dirigió las comunidades de Marcilla (1934-1937), Zaragoza (1937-1943) y Monteagudo (1943-1944). En los seis años siguientes fue definidor general y, desde 1952 a 1958, prior provincial de San Nicolás. A partir de 1958 se dedicó al estudio de la historia de la Orden y a la atención de los fieles en la Parroquia de Santa Rita de Madrid.

Servicio de gobierno

Aunó las observancias de la vida religiosa —guarda de la disciplina, pobreza, silencio, clausura y otras—, con la apuesta por la enseñanza, la cultura y la presencia urbana, como muestra la construcción de la iglesia de Santa Rita en Madrid, que siguió con amor de padre (arriba, Carceller mira por el visor del teodolito).

Impulsó los colegios filipinos y los estudios universitarios de los neosacerdotes, el compromiso de la Provincia con la revista Avgvstinvs (1955) y la Librería Editorial Avgvstinvs (LEA), e incluso la fundación de la revista Marcilla (1954), para que los profesos se iniciaran en el arte de la escritura.

Cronista e historiador

La historia doméstica le acompañó toda su vida. De su pluma salieron ensayos, notas y comentarios sobre religiosos, casas, instituciones, devociones, objetos y costumbres. La mayoría aparecieron en el Boletín de la Provincia, del que fue director durante 14 años (1938-52), y en Santa Rita y el Pueblo Cristiano. También fue frecuente su colaboración con otros órganos ajenos.

Como cronista de la Orden (1950-1977) dio gran impulso a su Historia General, estancada desde 1929; entre 1962 y 1974 publicó tres gruesos volúmenes. El primero lo dedicó a suplir las deficiencias del Tomo IX. Los otros dos continúan la narración hasta 1891. Los tres privilegian los aspectos institucionales (Capítulos, vida y disposiciones de los superiores, fundaciones, etc.) y son de impostación descriptiva.

Da información abundante, teñida a menudo de preocupaciones apologéticas y un tanto desvinculada de su ambiente político, social y religioso. Pero, siendo fruto de largas pesquisas por archivos y bibliotecas, ofrecen una visión bastante satisfactoria.