Algunos de los tesoros de la historia de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de la Orden de Agustinos Recoletos y de los ambientes y espacios donde ha desarrollado su tarea a lo largo de la historia y en la actualidad.
Dos imágenes y dos advocaciones de la Virgen, ambas muy populares y cuya historia discurre en paralelo, antiguas, del siglo XVII: la Virgen del Carmen de la iglesia de San Sebastián (arriba, la procesión de 1930) y Nuestra Señora de la Salud (abajo), peregrina por varias ubicaciones de la capital filipina.
La Virgen del Carmen la trajo uno de los recoletos pioneros, Rodrigo de San Miguel, a la vuelta de su segundo viaje desde España, en 1618. La entronizó en San Sebastián tres años más tarde, cuando esta iglesia se inauguró en lo que era casa de recreo de Bernardino Maldonado del Castillo, benefactor de la comunidad.
Enseguida se estableció una Cofradía que, a partir de 1650, pudo ya imponer el escapulario del Carmen. Los fieles lo pedían por miles, y la devoción se extendió por todo el Archipiélago. Para la mitad sur del país, el centro de irradiación fue Cebú, cuya iglesia de Recoletos le está dedicada.
Tal era la devoción que, a comienzos del siglo XVIII, empezaron a reunirse en torno al santuario algunas mujeres, dando lugar primero a un beaterio y luego a una Congregación de la Familia Agustino-Recoleta.
La Virgen de la Salud llega a Filipinas también por barco, algo más tarde, en la misión de 1633. Se la habían obsequiado las Carmelitas Descalzas de México y, ya en el barco, había suscitado gran devoción. Inmediatamente fue instalada en el convento de Bagumbayan, en el retablo principal, con gran pompa y aparato. Pronto se fundó también la Cofradía del Tránsito de Nuestra Señora, que gozó de gran aceptación.
No disfrutó de la misma estabilidad que tuvo la Virgen del Carmen. El convento de Bagumbayan desapareció en 1762, y la Virgen fue trasladada al convento de San Nicolás en Intramuros. En un primer momento gozó de altar propio, pero la devoción fue decayendo y, cuando se reformó la iglesia en 1937, su altar se suprimió. La imagen se encerró en una urna y se colocó en el altar de san Agustín.
Fue uno de los objetos que sobrevivieron al bombardeo de Manila y la destrucción de Intramuros en 1945. Encontró cobijo provisional en San Sebastián. Y, cuando en 1970 se inauguró la nueva curia de la Vicaría en Quezon City, allá se trasladó para guardarla en depósito. Volvió a mostrarse en público a partir de 1988 en el Museo Recoleto.
La celebración en 2006 del IV Centenario de la llegada a Filipinas fue ocasión propicia para trasladarla a la aledaña parroquia de San Nicolás de Tolentino y para recuperar la Cofradía del Tránsito de Nuestra Señora.