25 Años del Centro Esperanza de Tapauá. Agustinos Recoletos. Amazonas, Brasil.

El canal de YouTube “Tapauá Belezas e Encantos”, de Robson Costa, exalumno del Centro Esperanza y ahora reconocido fotógrafo local, publica un documental para celebrar los 25 años de este proyecto socioeducativo de los Agustinos Recoletos.

Hoy vamos a conocer el Centro Esperanza, aquí en el municipio de Tapauá. Este proyecto de la Iglesia Católica pretende servir no sólo a los jóvenes católicos, sino también a jóvenes de otras denominaciones religiosas.

El agustino recoleto Miguel Ángel Peralta explica los orígenes del Centro Esperanza:

“El municipio de Tapauá y su Parroquia de Santa Rita forman parte de la Prelatura de Lábrea. En una Asamblea de la Prelatura, en los años 90, se empezó a abordar un problema emergente: las drogas y la violencia entre los adolescentes. Y la Iglesia católica se preguntó cómo podría ayudar a abordar este problema.

Durante más de la mitad del día los niños estaban fuera de la escuela, inactivos y caían en el peor pozo: las drogas y la violencia. Los Centros Esperanza surgieron para dar respuesta a este tiempo libre y alejarlos de las malas influencias de la calle.

Fue una inspiración de Dios, él fue quien nos dio la fuerza para iniciar el Centro Esperanza en Lábrea, que fue el primero, y luego en Tapauá y Pauiní. Estos proyectos evitaban por completo que los adolescentes durante la mitad de cada jornada hicieran cosas que nadie sabe, sus padres no sabían dónde o con quién estaban…”

José es el actual coordinador del Centro Esperanza de Tapauá:

“Con la coordinación de la Pastoral del Menor, atendemos a 160 niños de 130 familias en situación de vulnerabilidad y riesgo social. Intentamos entretener a los niños y adolescentes cuando no están en el colegio mediante el refuerzo escolar y los talleres: manualidades, costura, crochet, música (teclado y guitarra) e informática.

Además, todos los viernes se organizan actividades deportivas y contamos con un sector psicosocial (trabajadora social y orientadora) que brindan asistencia a los beneficiarios y sus familias durante toda la semana.

Nuestro proyecto, de régimen abierto, se encuadra en la protección social básica, fortaleciendo los vínculos con las familias y la participación de la comunidad en su conjunto. Nuestra principal misión se basa en tres ejes: protección, defensa y promoción de los menores.

Trabajamos con personas en riesgo social, con sus derechos fundamentales conculcados, sin muchas esperanzas. Este es nuestro público objetivo y buscamos activamente a estas familias para darles la oportunidad de contar con un espacio de protección a sus hijos e hijas.

Estos 25 años han sido exitosos: muchas familias, muchas personas han logrado cambiar su historia a través de las actividades del Centro. No se trata solo de una cuestión ocupacional, se trata también de abrir horizontes, de que sepan que pueden ir más allá de lo que parecía que estaba destinado a ser su mundo cotidiano.

Ya hemos tenido varias historias hermosas de personas que salieron de aquí y lograron entrar a una carrera académica o profesional; pero también es una gran alegría para todos nosotros que hoy podemos decir que son buenas personas, buenos padres, buenos trabajadores, que aportan a la sociedad.

El Centro Esperanza es una bendición de Dios porque actúa directamente contra el crimen. Este es especialmente el caso de las familias que emigraron desde la selva, desde el entorno rural, en busca de una vida mejor; pero resultó que en la ciudad encontraron una realidad muy diferente a la que esperaban. Como no podían mantenerse por sí mismos, los adultos regresaban al área rural y dejaban a sus hijos solos en la ciudad, y entonces comenzaban los verdaderos problemas para ellos.

Estas familias están protegidas con nuestra oferta de educación integral que cubre todas las dimensiones de la persona: creemos que cada joven, una vez que salga de aquí, tomará las decisiones correctas para su vida; al haber estado con nosotros ha evitado estar a merced del crimen y de todo lo que destruye nuestra juventud.

Desde sus inicios, el Centro Esperanza ha sobrevivido gracias a donaciones con la colaboración de la Familia Agustino-Recoleta en todo el mundo”.

Lana ha sido coordinadora de uno de los talleres desde los inicios del Centro hace ya 25 años:

“Iniciamos nuestras primeras actividades en la casa de las Hermanas Oblatas de la Asunción, luego ocupábamos las salas de catequesis hasta que conseguimos las instalaciones propias actuales en el barrio de San Agustín. Yo tengo dos hijos, pero aquí en el Centro Esperanza cada año añado más de cien.

Es muy gratificante, vengo todos los días, sé que no puedo fallar en mi responsabilidad, estos adolescentes de ahora serán mañana médicos, enfermeras, universitarios, muchos de ellos ya viven por todo el país ganándose la vida dignamente”.

Sebastião fue estudiante en el Centro Esperanza y ahora es profesor de informática.

“Fui estudiante hasta 2008 y hoy no puedo expresar la alegría que siento de estar aquí enseñando informática. Mi agradecimiento es grande, por eso trato de ayudar a los chicos. Sí, vale la pena, a veces hay que renunciar a parte de la vida personal, también hay momentos agotadores, pero luego se ve el reconocimiento de los beneficiarios, los frutos conseguidos, su agradecimiento…”.

Fray Juan José Guzmán, es agustino recoleto y prior de la comunidad religiosa que regenta el Centro Esperanza.

“Nuestro mayor desafío es la protección y el cuidado de nuestros niños. Nacimos como respuesta a una situación precaria de falta de oportunidades y problemas sociales, pero la sociedad aún no ha conseguido poner fin a nada de esto. La respuesta a tal desafío necesita un trabajo conjunto.

También es nuestro desafío crear conciencia en la sociedad Tapauá de que todos tenemos que trabajar para cuidar, proteger y crear más oportunidades para nuestros jóvenes.

Y los recursos también han sido un gran desafío: los alimentos, los materiales de enseñanza, desarrollar los talentos de todos nuestros niños y adolescentes no es barato.

Aunque a veces dudemos si valió la pena, nos damos cuenta cómo las personas cambian y tienen más oportunidades, desarrollan sus talentos, brillan dando lo mejor de sí y esto nos hace sentir que hemos logrado el propósito.

Sabemos que no todos responderán y aprovecharán la oportunidad, pero sí que lo que consiguen marcan la diferencia, y eso es muy gratificante”.

Algunos de los beneficiarios del Centro Esperanza hablan de sus logros:

Karina • “El Centro Esperanza aporta mucho a mi vida, aquí me enseñan lo que no sé, me ayudan a ser una niña más responsable y me enseñan a ayudar a otras personas”.

Laura Victoria • “Estoy en el Centro Esperanza desde hace tres años y he aprendido mucho, evolucioné. Cuando entré no sabía nada casi ni leer, pero el refuerzo escolar y los talleres me han enseñado mucho. Ahora sé coser, hacer manualidades, crochet, pintar…

Fabio • Cuando comencé, me enviaron a refuerzo escolar porque ni siquiera sabía leer bien, sacaba notas bajas. Pasé dos años en el refuerzo escolar y ahora tengo buenas notas en Lengua. He pasado ya por el taller de manualidades, luego tejí, pinté y ahora aprendo a tocar la guitarra. Ya hice una presentación el Día de la madre y ahora estamos ensayando para hacer otra presentación pública en la plaza.

José Henrique • Llevo ya tres, cuatro años en el Centro Esperanza y estuve en los talleres de costura, guitarra, informática, cocina, y ahora de vuelta en informática. También pasé por los talleres complementarios de los viernes: baile, capoeira, ping-pong, juegos de mesa… Todo está muy bien para nosotros, los alumnos.

Wenderson • Aprendí muchas cosas en este lugar educativo que nos trae un futuro mejor. Ojalá muchos chicos vengan aquí y hagan las cosas bien, este es un muy buen lugar donde aprender para tener un futuro mejor.

Flavio • El taller de guitarra me ayuda en mi vida, ya he aprendido a tocar varias canciones. Mi mayor sueño es ser jugador de fútbol y el Centro Esperanza contribuye a eso, es como una escuela que te ayuda personalmente.

Ruan • Estoy en el taller de teclado, el Centro aporta mucho a mi vida, aquí puedo jugar al fútbol, algo que me encanta.

María Gabriela • Estoy en el taller de guitarra y ya aprendí a tocar la canción “Janeiro, janeiro”. Los profesores son geniales, aquí puedo bailar y jugar al fútbol, mi sueño de futuro es ser bailarina.

Ana Sofía • Estoy en el taller de manualidades y ya hago muñecas y telas bordadas para botellas. El Centro me ayuda a entender qué es bueno y qué es malo para mí, me ayuda a jugar y a bailar, son cosas que no haría si no estuviera aquí, creo que me pasaría el día durmiendo. Espero que nuestros profesores sigan enseñándonos, porque tenemos mucho futuro por delante.

En una palabra, ¿qué significaría para ti el Centro Esperanza?

  • Flavio: Aprender.
  • Karina: Amor.
  • Ana Sofía: Educación.
  • Laura Vitória: Comprensión.
  • Ruan: Esperanza.
  • Wenderson: Futuro.
  • María Gabriela: Presencia.
  • Fábio Melo: Aprendizaje.
  • José Henrique: Enseñanzas.