Por segundo año consecutivo 28 jóvenes agustinos recoletos -JAR- vivieron una experiencia misional en la sierra Gorda de Querétaro, México, junto con otras familias y adultos misioneros.
La organización de la misión duró varios meses y estuvo coordinada por el matrimonio de la Fraternidad Seglar Agustino-Recoleta -FSAR- de San Pío X, en Querétaro: Beatriz Heredia Hernández y Darío Martínez Heredia, que se pusieron en contacto con el padre Isaac Osornio, párroco de Ahuacatlán, que facilitó que los coordinadores y misioneros sirvieran a once comunidades rurales: Pinal de Amoles, el Cantón, el Gallo, las Mesas, Alejandría, el Sauz, la Joya, Puerto Escanelilla, Coatlán, Rodezno y el Arpa.
La misión comenzó el 23 de marzo con una misa de envío presidida por el padre Isaac Osornio en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, Pinal de Amoles, Querétaro, a la que no solo acudieron misioneros de las JAR del colegio Fray Luis de León sino también familias y adultos misioneros procedentes de Querétaro y Guanajuato.
Posteriormente algunos laicos de las once comunidades fueron en búsqueda de sus misioneros, y de esta forma dio inicio formalmente la misión JAR 2024.
Es de señalar que todos los grupos de misión se rigieron por un mismo horario, lo que dio pie a una buena realización y desarrollo de la misión, además de contar con el amplio apoyo de ministros, coros, sacristanes y lectores de las mismas comunidades. En efecto, misioneros, laicos y pobladores se concentraban para iniciar el día con un rosario y a continuación se procedía a un visiteo de las casas de las diferentes comunidades rurales. Por la tarde había catequesis para adultos, niños y jóvenes; finalmente, las actividades concluían con una misa o liturgia de la palabra.
Sin embargo, el itinerario del triduo pascual fue otro, de ahí que las diligencias siguieran su ritmo en función del día santo. Así, el jueves se tuvo una hora santa y vista de las siete casas; el viernes se hizo un vía crucis y una procesión de silencio y el sábado un vía matris. Por supuesto, que cada día se celebró el oficio litúrgico correspondiente.
Por otro lado, la convivencia con la gente, el compartir alimentos con familias, visitar a los enfermos… fueron una constante durante toda la misión, además de que fray David Molina, agustino recoleto, ofreció la oportunidad de celebrar el sacramento de la penitencia y la unción de los enfermos.
La misión concluyó con una Eucaristía el domingo de resurrección con todos los misioneros, presidida por el vicario parroquial Juan Carlos Peniche, y un ágape fraterno que ofreció el párroco Isaac Osornio.