Ordenación sacerdotal en Kweiteh 31 diciembre 1938

Semana Vocacional 2024 • El temple de José Shan (1905-1975), primer recoleto chino y el primer sacerdote indígena de la misión de Kweiteh/Shangqiu, le posibilitó resistir durante 20 años toda suerte de penalidades e infortunios.

El padre José Shan, nacido el 12 de septiembre de 1905 en la aldea de Yang PoLow, Xiayixian, ingresó de joven en el seminario menor de Kaifeng. Siendo originario de una subprefectura perteneciente a la Misión de Kweiteh/Shangqiu, pasó en 1932 al recién establecido seminario menor San Agustín de Kweiteh, una vez que la Misión de Kweiteh, convertida en Prefectura Apostólica, era ya independiente del Vicariato de Kaifeng. En Kweiteh, al ser ya un estudiante de filosofía y de mucha más edad que el resto, José Shan colaboró activamente en la disciplina y supervisión de los trece seminaristas menores, que estaban aprendiendo chino y comenzaban sus estudios en latín.

En diciembre de 1933 José Shan, junto con Gregorio Li y Lucas Yuo, entregaron al prior general Jesús Fernández, que estaba de visita general en la misión, una carta en la que expresaban sus ardientes deseos de ser religiosos de la Orden de Agustinos Recoletos. Gratamente impresionado, el prior general les contestó que daría los pasos necesarios para que pudieran ingresar en el noviciado.

Ese mismo mes, el día de la Inmaculada, recibiría la tonsura y las dos primeras órdenes menores, recibiendo las dos restantes el 21 de diciembre del mismo año. Habiendo recibido todas las órdenes menores, José Shan desempeñó por un par de años el ministerio de catequista en los puestos misionales bajo la supervisión de los misioneros, como tiempo de probación antes de la ordenación diaconal.

El 28 de junio de 1935, festividad del Sagrado Corazón de Jesús, José Shan, junto con Gregorio Li y Lucas Yuo, fueron admitidos al noviciado con el permiso de la Santa Sede. En aquel mismo día tuvo lugar también la erección canónica de la Congregación de Agustinas Catequistas de Cristo Rey y la admisión de las primeras candidatas. Un año más tarde, el 29 de junio de 1936, harían su profesión religiosa en manos del prior provincial Leoncio Reta.

A finales de 1938 el prior provincial Ricardo Jarauta hizo la visita al Vicariato de Kweiteh. El prior provincial estaba deseoso de conocer de primera mano la situación de los misioneros y de la misión tras la invasión de los japoneses. Esta visita fue la ocasión, para que fray José Shan emitiera su profesión solemne el día 24 de diciembre. En días sucesivos, hasta el 31 inclusive, recibió de manos de monseñor Francisco Javier Ochoa todas las órdenes mayores, incluido el presbiterado. En el año nuevo de 1939, celebraría su cantamisa en la Iglesia de Kweiteh. José Shan fue el primer agustino recoleto chino de votos solemnes y también el primer sacerdote recoleto autóctono.

Desde su ordenación trabajó en Kweiteh, colaboró en las actividades parroquiales y ejerció de vice-rector y profesor en el seminario. Durante los años 1946-1947 trabajó en la misión de Chutsi, y en abril de 1947 fue enviado a la ciudad de Yucheng, donde trabajó hasta su detención por los comunistas en 1955.

Después de la expulsión del obispo Arturo Quintanilla en agosto de 1952, se hizo cargo, como vicario general, de toda la Diócesis. Para protegerse de las autoridades comunistas, rechazó delante de ellas hacerse cargo de la Diócesis. Monseñor Arturo Quintanilla quedó muy preocupado con la negativa del padre Shan, el cual alegaba que no podía hacerse cargo de toda la Diócesis por tener suficiente con la carga de su misión de Yucheng. Sin embargo, en una ocasión en que el padre Shan se pudo ver con el padre Lorenzo Peña en la sacristía, le dijo a este en secreto que informara al señor obispo que aceptaba el cargo, pero que quería encubrirlo a los comunistas, que pretendían a toda costa controlar a los responsables para formar una Iglesia Nacional Patriótica, separada de Roma. José Shan envió a un catequista de su confianza para que informase al padre Lucas Yuo y decirle que se negara también él a aceptar el cargo, como así hizo.

El padre Shan, como todos los misioneros, además de cumplir sus obligaciones como sacerdote y misionero, tenía que ganarse el pan de cada día con el trabajo de sus manos. En verano, cultivar su huerta, buscar forraje en el campo para los animales y moler el grano; en invierno, hilar algodón.

En su misión había tres religiosas que abrieron un pequeño hospital oftalmológico donde se hacían operaciones de párpados para curar y evitar el tracoma. Así evitaban ser considerados parásitos e inútiles a la sociedad, y de este modo podían mantener el culto en la capilla.

Durante estos duros años en Yucheng (de 1952 a 1955), el padre José Shan sintió en especial la protección de su antecesor en el cargo, el venerado padre Venancio Martínez, a quien consideraba un santo y al que le pedía por él y por la misión:

«Yo creo que esta paciencia y aguante ante las contrariedades y miserias presentes no es sino beneficio y gracia que me han conseguido de Dios tanto vuestras oraciones como la intercesión de mi antecesor en esta misión el buen padre Venancio Martínez, a quien siempre me encomiendo, por estar persuadido de que está gozando de la gloria de Dios en el Cielo. (…) No dejo nunca de agradecer al padre Venancio por su indudable ayuda a este su indigno sucesor».

Durante ese tiempo el padre Shan iba dos o tres veces al año a Shanghái, después de pedir permiso a las autoridades, para comprar medicinas, permiso que no solían denegarle. De esta manera pasaba unos días en compañía con los padres de la procuración shanghainesa.

Para comprender lo que fue la tensión con que vivió en la misión durante aquellos años, nos cuenta el padre Francisco Sanz lo que ocurrió la última vez que los visitó  en Shanghai:

«En la última visita, en mayo o junio de 1955, nos comunicó, con el fin de evitar sustos, que cuando se quedaba dormido o adormecido daba unos gritos de terror. Efectivamente, esa misma noche pude comprobarlo. Al sonar las 4 de la mañana en el reloj dio unos gritos pavorosos que me despertaron. Me levanté, entré en su habitación y lo vi un poco jadeante, pero se le pasó pronto. Otra vez le sucedió en el recibidor, al quedarse adormecido; dio un gran susto a los presentes. Lo llevamos a un médico conocido. Después de examinarle, nos dijo que no le encontraba nada, y que los gritos provenían del miedo y pavor que tenía».

El año 1955, durante el “movimiento de eliminación de los contrarrevolucionarios”, fue acusado de espionaje y estuvo preso durante dos años; después fue condenado a quince años de trabajos en una granja de Shanxian. En 1962 obtuvo la libertad provisional para curarse de una grave enfermedad. Regresó a su casa donde se vio obligado a ganarse el sustento recogiendo estiércol animal por los caminos y teniendo que cuidar de su madre, que había perdido la cabeza y no sólo no lo reconocía, sino que incluso lo maltrataba. No tenía otra familia que una tía anciana y un primo. Aunque este lo trataba bien, su mujer, en cambio, le hacía sufrir. Enflaqueció muchísimo y terminó muriendo de hambre en agosto de 1975.