Todos los alumnos, todos los monitores, todos los talleres, todos los programas: el nuevo año y curso lectivo comienza en Lábrea, Tapauá y Pauiní con ánimo e ímpetu. Los religiosos recoletos desde hace treinta años trabajan por la dignidad y calidad de vida de los beneficiarios.
Los tres Centro Esperanza que la Prelatura de Lábrea y los Agustinos Recoletos gestionan en la Amazonia brasileña acogen en un modelo de atención personalizada al estilo de un centro de día, en turnos de mañana y tarde, a menores y adolescentes de ambos sexos mientras no están en la escuela.
Son más de medio millar de beneficiarios que tienen la oportunidad de aprender en talleres de informática, música (teclado, guitarra), artesanato, bordado o cocina, entre otros, al tiempo que reciben una merienda reforzada y también cuenta con espacios deportivos, zonas verdes y refuerzo escolar.
El curso escolar sigue en Brasil el año natural, por lo que terminadas las vacaciones de enero y febrero y las fiestas de los carnavales, que paran todo el país, hasta las zonas más remotas de la Amazonia, los tres Centro Esperanza ya han puesto en marcha en las últimas semanas sus actividades ordinarias.
En Lábrea, como un momento especial, los alumnos pudieron conversar y recibir a ocho obispos de las Diócesis del sudoeste de Amazonas, Acre y Rondonia, que constituyen la Región Noroeste de la Conferencia Episcopal Brasileña.
Para uno de ellos fue un encuentro especialmente emotivo: el agustino recoleto Joaquín Pertíñez, actualmente obispo de Rio Branco, capital del estado de Acre, fue en los 90 del siglo pasado uno de los iniciadores y promotores del primero de los Centros, que en este 2024 completará 30 años de vida.
En Pauiní las tareas comenzaron con un encuentro del agustino recoleto Alfonso Lázaro, que dirige el Centro, con los padres y madres de los alumnos. Estas reuniones se repiten mensualmente y buscan hacer del propio Centro un espacio de apoyo para las familias.
Los primeros días han estado llenos de dinámicas de presentación y de acogida, mucho juego y deporte, la configuración de cada uno de los grupos y la implantación desde el inicio de un ambiente que une aparentes opuestos, como son la responsabilidad y la diversión, el esfuerzo y el ocio sano, el compromiso y el ejercicio de la libertad personal.
El objetivo es ofrecer a los beneficiarios todas esas oportunidades que les son negadas a priori en las sociedades amazónicas a causa del aislamiento, la pobreza, la impunidad de la delincuencia o la falta de políticas públicas dirigidas a los menores.
Nos referimos especialmente a las oportunidades de contar de una manera efectiva y gratuita con técnicas de aprendizaje, apoyo de los adultos, seguridad frente a las actividades no legales, los abusos o la explotación, la mejora del rendimiento escolar, la promoción de valores sociales y solidarios, el enriquecimiento de la personalidad y de la interioridad, en definitiva un crecimiento integral en todos los aspectos de la persona: físico, intelectual, ético y espiritual.