La editorial Monte Carmelo publica un libro que corrobora el gran parecido y los matices diferenciadores de otra de las misiones en China de los comienzos del siglo XX, de los Capuchinos en Kansu, con la de los Agustinos Recoletos en Shangqiu, de la que ahora celebramos 100 años.
Vidas paralelas. Las de casi todos los agustinos recoletos de China. Al menos, los españoles. La misma procedencia, idéntica formación, ideales compartidos, penalidades semejantes… Hasta es así en la apariencia física, con sus barbas crecidas, idénticos ropajes, fotos estereotipadas, hieráticas… Muchas veces, no es fácil distinguir a los personajes.
Y este paralelismo de los misioneros católicos de comienzos del siglo XX en China desborda los cauces institucionales, como se pone de manifiesto en un libro reciente: Fulgencio de Bargota. Cartas desde Kansu (China). 1927-1930.
Esta publicación de la colección Fonte de la Editorial Monte Carmelo (146 páginas, 2022) se centra en otra de las misiones católicas en China, la de Kansu, “la más pobre de China”, como titulaba sus memorias, por los años 40, uno de los protagonistas.
Geográficamente, Kansu no está lejos de Shangqiu, y es limítrofe de Qinghai, donde encontraron la muerte varios agustinos recoletos condenados a trabajos forzados.
En el libro se describe ese mismo ambiente eclesial nacido al calor de la encíclica Maximum Illud de Benedicto XV (1919). El mismo espíritu entusiasta de jóvenes recién ordenados, poseídos de un ideal: conquistar el mundo para Cristo. Las cartas que podemos leer en este libro están cortadas por el mismo patrón que las que escribieron los Recoletos, y fueron también enviadas a una revista misional con miras a la edificación y a la captación tanto de oraciones como de recursos para la obra evangelizadora.
Los avatares por los que pasaron estos Capuchinos de Kansu son muy semejantes a los de sus compañeros de hábito recoleto: con su componente de soldados en pie de guerra acosando a los misioneros, bandidos al acecho de toda la población, miseria galopante y hambre omnipresente. Y, en fin, por otro lado, a modo de contraste, hambre de Evangelio y respuesta generosa al anuncio de los misioneros.
A la ida de los Capuchinos, los Agustinos Recoletos ya llevaban años en China. Para los poco entendidos podrían significar “la competencia” pero a ojos de la Iglesia y de sus órdenes no sólo no son rivales; antes, al contrario, enriquecen y añaden matices al panorama misional en el que los Agustinos Recoletos llevan a cabo la misión de Shangqiu, de cuyo inicio cumplimos 100 años.
Fulgencio de Bargota Jerónimo Segura Gómez (30 de septiembre de 1899 – 10 de mayo de 1930), religioso capuchino navarro, falleció repentinamente de tifus en Sifengchen, Prefuctura de Pinpliang (China).
Desde allí escribió regularmente cartas a su comunidad en Pamplona, que luego se publicaron en la revista Verdad y Caridad y que ahora se han reeditado en este libro.
Rafael de Gulina, compañero de viaje y de vivencias de fray Fulgencio, dijo tras el fallecimiento repentino de este: “La vista de tanto dolor, y las privaciones que por atenuarlo se imponía, le rindieron en su plenitud, cuando más alto marcaban sus sueños de grandeza para la Misión”.
El ardor misionero de Fulgencio se muestra en una de sus cartas, en las que recuerda con frecuencia su tierra natal y su literatura, que adapta a la situación en que vive en China:
«Y como el héroe de Amaya de pie sobre la cumbre de Aralar en el pico de Alchueta, empuchando su “ezpata” lanzó aquel grito de ambición: “Tierra de los vascos, tú serás mía”, nosotros con el crucifijo en la mano, lanzamos al aire otro grito de ambición misionera: “¡Tierra de Kansu, tú serás de Cristo! ¿Qué valdrán todos los obstáculos, si Cristo está con nosotros?”».