La inteligencia artificial al servicio de la fraternidad, de la paz y el desarrollo integral.

El 1 de enero de 1968 el papa san Pablo VI publicó el primer mensaje para la celebración del “Día de la paz”. Los sucesores papales han continuado ofreciendo a la humanidad un mensaje para la “Jornada mundial de la paz”, acorde con las circunstancias más variadas.

“Sería nuestro deseo –escribía Pablo VI–, que, cada año, esta celebración se repitiese como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura.” Y ha sido la búsqueda de la paz la que ha inspirado a los sumos pontífices su mensaje para el “Día de la Paz”.

Este año el papa Francisco, en la 57ª Jornada Mundial de la Paz, reflexiona sobre el tema “Inteligencia artificial y paz”. Quizá el propósito de fondo del papa Francisco en su mensaje venga expresado en el último párrafo:

“Mi oración al comienzo del nuevo año es que el rápido desarrollo de formas de inteligencia artificial no aumente las ya numerosas desigualdades e injusticias presentes en el mundo, sino que ayude a poner fin a las guerras y conflictos, y a aliviar tantas formas de sufrimiento que afectan a la familia humana”.

Francisco da la bienvenida a las formas de inteligencia artificial por los bienes que han producido y están produciendo en los diversos órdenes de la vida humana -económico, comunicativo, comercial…-, pero advierte de los riesgos que el uso irresponsable de la inteligencia artificial entraña en una imperante mentalidad tecnocrática, eficientista e inmediatista. Porque “la investigación científica y las innovaciones tecnológicas no están desencarnadas de la realidad ni son «neutrales», sino que están sujetas a las influencias culturales” y a los valores personales y sociales de los que las crean y usan.

Escribe el papa Francisco: “La inteligencia artificial debe ser entendida como una galaxia de realidades distintas y no podemos presumir a priori de que su desarrollo aporte una contribución benéfica al futuro de la humanidad y a la paz entre los pueblos. Tal resultado positivo será posible si somos capaces de actuar de forma responsable y de respetar los valores humanos fundamentales como la inclusión, la transparencia, la seguridad, la equidad, la privacidad y la responsabilidad”.

A lo largo del texto del mensaje nos encontramos con algunas palabras repetidas, como puntos de apoyo del discurso, que manifiestan el sentir de su autor, la red de ideas que preconiza y las ideologías ante las que muestra prevención o rechazo.

Palabras como valores éticos, derechos humanos, dignidad de la persona, bien común, justicia y paz … son una muestra del pensamiento de Francisco, que desea que se salvaguarden esas realidades; palabras como sistema tecnocrático, paradigma tecnocrático, mentalidad eficientista … expresan el mundo en el que prevalecen los aspectos económicos sobre los valores humanos de fraternidad, respeto, solidaridad, y generan desigualdades cada vez más alarmantes que atentan contra la justicia y la paz.

Por esto el papa Francisco hace una llamada a todos para que se realice un sereno discernimiento sobre las formas de inteligencia artificial. El mismo pontífice en su mensaje ya toma una postura clara ante el paradigma tecnocrático, pero apunta también a otros problemas “candentes para la ética” que la sociedad debe resolver y alude a los desafíos que afectan a la educación y al derecho internacional.

Ante la ambivalencia de la inteligencia artificial y su uso, el papa Francisco lanza una pregunta que expresa sus temores, pero cuya respuesta puede hacer desvanecer o confirmar tales temores: “¿Transformaremos las espadas en arados?”. Es decir, el avance científico y técnico que supone la inteligencia artificial ¿contribuirá al bien de la paz o a la fabricación de armamento cada vez más letal y su uso bélico?

Al fin de cuentas, la inteligencia artificial como tantos instrumentos en manos del hombre pueden usarse para el bien común universal o para el mal, el lucro personal o en beneficio de algunos países.

Dada la complejidad y el alcance en todos los órdenes de las formas de inteligencia artificial, el Papa ve necesario que los desafíos de esta realidad se afronten interdisciplinarmente y a nivel global y que se establezca una normativa, una guía ética, a la que se habrían de ajustar investigadores y usuarios, los poderes públicos y los inversores.

Dice el papa Francisco: “El trabajo de redacción de las orientaciones éticas para la producción de formas de inteligencia artificial no puede prescindir de la consideración de cuestiones más profundas, relacionadas con el significado de la existencia humana, la tutela de los derechos fundamentales y la búsqueda de la justicia y la paz. Este proceso de discernimiento ético y jurídico puede revelarse como una valiosa ocasión para una reflexión compartida sobre el rol que la tecnología debería tener en nuestra vida personal y comunitaria y cómo su uso podría contribuir a la creación de un mundo más justo y humano”.

En definitiva, el mensaje del papa Francisco entraña unas componentes antropológicas y éticas que necesita nuestro mundo y que ojalá aceptaran y asumieran los poderes gubernamentales y económicos para lograr una mayor igualdad entre los pueblos y una fraternidad más genuina para llegar a la paz de verdad.