Durante el tiempo de vacaciones y la estación veraniega en España, deiciséis voluntarios de ARCORES, la Red Solidaria Internacional Agustino-Recoleta, colaboraron en cinco de los proyectos sociales de la Familia Agustino-Recoleta en el mundo. Estos son algunos de sus testimonios.
Cuatro voluntarias y un religioso agustino recoleto que ha realizado un voluntariado en los proyectos sociales de la Familia Agustino-Recoleta en Filipinas, Sierra Leona, Panamá y Ecuador durante las últimas vacaciones estivales nos traen su testimonio.
Lucía Llorca
Isla de Apo, Filipinas: cuidado medioambiental, limpieza de playas y plantación de árboles. Aulas de apoyo en el Instituto y actividades de ocio y tiempo libre con adolescentes.
Al estar allí me he dado cuenta de muchas cosas; por ejemplo, todo lo que Dios, Jesús y la religión aporta a las personas. En España hoy no tenemos tan interiorizada la religión. Conozco bastantes personas que han dejado de creer por alguna desgracia que ha ocurrido en su vida. Allí, cuantas más cosas negativas les pasan, más creen.
También me he dado cuenta de lo bien que vivimos en España y lo mucho que nos quejamos, lo egoístas que parecemos. Allí tienen muchísimo menos y, sin embargo, son más generosos y educados.
La oportunidad de trabajar mano a mano con la comunidad local y de contribuir a la conservación del entorno natural me han enseñado la importancia de la sostenibilidad y de la solidaridad.
Creo que la educación es el pilar fundamental en todos los ámbitos. Sus costumbres, su cultura y los desafíos diarios me han dado una perspectiva única sobre la vida.
Marina Rodríguez
Proyecto Handumanan de vivienda social, Bacólod, Filipinas. Acompañamiento a comunidades de distritos más empobrecidos y actividades de acompañamiento para niños y adultos. Talleres ecológicos, restauración de un huerto social y programa de catequesis.
Esta experiencia me ha supuesto un brutal cambio de visión de la vida. Es admirable lo presente que tienen a Dios en cuanto hacen. En su manera de vivir, la atención a la comunidad y a la familia es lo más importante. No tienen ambiciones, son conformistas. Es una inmersión cultural gratificante.
Lo que más me impactó, e incluso agobió, eras las fotos y autógrafos que piden constantemente, hasta formaban una cola. La diferencia entre clases sociales es enorme y el gobierno no hace nada por reducirla.
Marina Ramírez
Apoyo y acompañamiento a las niñas del internado educativo en Sierra Leona, visita a las comunidades rurales y pintura y mantenimiento de aulas y clases en Kamabai y Kamalo.
La palabra que se repite constantemente en mi cabeza desde que he vuelto es “gracias”: a ARCORES, por haberme permitido hacer este voluntariado; a mis compañeros voluntarios, por haber compartido esta experiencia conmigo; a las comunidades de destino, por la excepcional acogida; y a todas las personas que he conocido en África, por haberme enseñado tantísimo.
Lo que más me ha impactado son las condiciones de vida tan difíciles y lo duro que trabajan cada día para seguir adelante. Al igual que el año pasado, me ha vuelto a sorprender que estas condiciones son aceptadas, cada persona encuentra cómo sentirse agradecida y feliz con lo que tiene. Casi todos comparten una conciencia general de la importancia de la educación como base del desarrollo y un fuerte sentimiento de comunidad.
Entre las dificultades, no es fácil digerir cómo se trata allí a los niños, el eslabón menos importante de la sociedad y, por ello, el menos respetado y protegido. La cultura africana es rica, real y auténtica, pero está basada en la supervivencia.
He recibido una visión distinta de la vida que ayuda a redimensionar los problemas, a valorar cosas que antes no valoraba, un cambio de visión del mundo en general y de la realidad que me rodea en particular. Esto me hace interrogarme sobre mi actitud ante la vida.
Silvia Gutiérrez
Apoyo escolar a los alumnos con más dificultades de las escuelas de Kankintú, Bisira y poblados rurales (Panamá). Talleres, actividades y catequesis. Integración con la comunidad indígena.
Ha sido una experiencia enriquecedora, dura en algunos aspectos, como en el choque cultural. Nunca había salido de Europa y fue como entrar en un mundo diferente, pero a la vez igual que el nuestro. Tienen los mismos hábitos, pero los llevan a cabo de una forma muy diferente: usar el río para bañarse y lavar la ropa; andar descalzo por la calle; guardarse la comida del comedor del colegio; trasladarse a todos los sitios andando o en lancha…
Gracias a la comunidad y el apoyo de los compañeros fue fácil adaptarnos a ese novedoso ambiente. Duele cuando las personas, sobre todo los niños, te piden cosas que no puedes dar. Solo tienen una comida al día, es dura la impotencia de querer hacer y no poder.
Las personas que menos tienen lo dan todo. He traído conmigo un sin fin de emociones, sentimientos y valores que me llevan a seguir creciendo en todos los sentidos y a querer seguir participando.
Fernando Martín, agustino recoleto
Programa “Prevención de la violencia sexual y el embarazo adolescente y atención integral a madres jóvenes en Guamote, Ecuador” de las Misioneras Agustinas Recoletas. Atención a las comunidades indígenas rurales.
Ya había tenido la oportunidad de visitar o convivir con personas y familias indígenas, pero no de estar así completamente inserto en una realidad mayoritariamente indígena. Su cultura y sus comportamientos son muy diferentes.
Una sorpresa muy positiva es la ausencia de conflictos, su sencillez natural, su agradecimiento infinito y su fe inquebrantable.
Realizar este tipo de experiencias reaviva mi vocación y reafirma el deseo de seguir ayudando a los más desfavorecidos y vulnerables.