Jaazeal Jakosalem, agustino recoleto, presidente de ARCORES, Red Solidaria Internacional Agustino-Recoleta.

El agustino recoleto Jaazeal Jakosalem (San Carlos City, Negros Occidental, Filipinas, 1973) preside la Red Solidaria Internacional ARCORES desde 2022, así como la Comisión de Apostolado Social de los Agustinos Recoletos. Le entrevistamos.

Como presidente de ARCORES, ¿cuál quisieras que fuera tu aportación principal a la tarea que te han encomendado?

Mis predecesores en este cargo han trabajado intensamente para que ARCORES se convirtiera hoy en esta Red de la misión social de la Orden, tras la integración completa de Haren Alde y de las instituciones, asociaciones y proyectos previos en el campo solidario, ya fueran locales, provinciales o nacionales.

Creo que simplemente debo continuar lo que ellos han empezado, porque esta tarea siempre es de la Orden, no debe personalizarse en alguien en concreto.

ARCORES tiene su propio Plan Estratégico en vigor (2023-2025), que guía nuestro trabajo y determina el progreso de la Red en el futuro.

Desde hace muchos años eres activista del clima y participas en las distintas fases de las Conferencias por el Clima (COP); has colaborado en la fundación de Alianza de la Tierra (Pusyon Kinaiyahan) en Cebú (Filipinas) y hasta has recibido el “anillo verde” de la Fundación The Climate Reality Project de Al Gore. ¿Por qué esta vocación específica?

La preocupación por el medio ambiente tiene sus raíces en las tradiciones monásticas y la Iglesia tiene mucho que ofrecer en todo lo relativo al cuidado de la Naturaleza, desde la visión más espiritual hasta la lucha más práctica.

Creo que mi activismo viene de esta influencia eclesial, soy un convencido de que la Iglesia tiene que estar presente en esta discusión social para hablar con compasión, sobre todo, de los que sufren las consecuencias de la crisis climática y de los que no tienen voz ni voto para defenderse.

Hemos colaborado mucho con movimientos ecologistas, como por ejemplo con el Movimiento Global Laudato Si’ (LSM) o el movimiento Living Laudato Si’ (LLS).

Con toda modestia, trabajamos mucho para reunir casi un millón de firmas en Filipinas que fueron presentadas durante la COP21 París por el Movimiento Católico Mundial por el Clima, ahora llamado Movimiento Laudato Si’.

Esta tarea cimentó con fuerza la presencia de los círculos católicos medioambientales dentro de la lucha general por el cuidado de la Casa Común.

Laudate Deum, la Exhortación Apostólica del papa Francisco, proporciona una guía inmediata muy interesante y práctica para avanzar en esta preocupación ecológica de la Iglesia.

En primer lugar, hace una clara afirmación científica de la Crisis Climática, en contra de los negacionismos, que intentan diseminar su relato por todas partes.

En segundo lugar, concede un importantísimo papel a las comunidades de fe para avanzar en la protección de la naturaleza. Al reconocer los fracasos finales de las Conferencias sobre el clima y la existencia de los grandes contaminadores, el Papa Francisco subraya que “el mundo que nos rodea no es objeto de explotación, uso desenfrenado y ambición sin límites”. El católico ya no puede tener dudas sobre en qué lado de la balanza está.

En tercer lugar, podemos destacar la gran tarea que conlleva la inmediatez de la transición energética, la solución más viable a la crisis climática, preocupación prioritaria de la COP28 Dubai de este año.

Uno de los caminos más interesantes que ARCORES quiere recorrer es la promoción de la “diligencia debida”, la creación de un marco jurídico que obligue a las empresas a hacerse responsables por los daños que ocasionan al medio ambiente y a las comunidades locales. ¿En qué punto estamos?

El problema de la exigencia de la diligencia debida está estrechamente relacionado con la Familia Agustino-Recoleta, ya que algunas de nuestras comunidades están trabajando en las nuevas fronteras climáticas, especialmente en la región Amazónica, en Sierra Leona, o en Indonesia.

Estas son las zonas más afectadas por los abusos contra el medio ambiente y la continuada conculcación de los derechos humanos de los pueblos originarios, ribereños, rurales o cuyo hábitat principal son las selvas tropicales.

Nuestros misioneros tienen historias que contar sobre las luchas sociales y medioambientales de estos pueblos y comunidades, que han hecho suyas propias. Su implicación nos ofrece testimonios reales de todo este intenso e inmenso sufrimiento inhumano.

También para esto son muy importantes los contactos y los trabajos en red. Precisamente así, REDES, se llama la organización que en España representa y aúna a todas las tareas y los proyectos socioevangelizadores de las familias religiosas dentro del ámbito de la vida consagrada.

Esta plataforma, a la que pertenece ARCORES, nos facilita el encuentro con estas realidades globales y nos permiten trabajar activamente en la búsqueda de un compromiso auténtico y verdadero del Parlamento español en este campo.

ARCORES ofrece dentro de REDES la experiencia de nuestras ramas nacionales en estas áreas más afectadas por la crisis climática; por un lado podemos brindarles ayuda y asistencia, al tiempo que de ellos recibimos información y conocimiento de hasta dónde llega el problema en cada región.

¿Es la Familia Agustino-Recoleta una Eco-Familia?

Aunque todos los miembros de la Familia Agustino-Recoleta (consagrados, laicos de las Fraternidades, jóvenes JAR) tienen sus prioridades en cuanto al progreso de su forma de vida y vocación, también animamos siempre a que incluyan entre su formación y actividades una respuesta ecológica desde un enfoque social integral.

Comunidades religiosas, Fraternidades y JAR pueden aportar muchísimo en este campo, puesto que el carisma agustino recoleto tiene como nota propia la solidaridad y la fraternidad, valores clave en la tarea ecológica.

En general, creo que podemos contribuir enormemente en dos direcciones paralelas: el testimonio personal y la respuesta institucional o comunitaria.

El testimonio personal reside en actos sencillos pero que pueden tener gran impacto: evitar el uso de plástico y papel, reducir el consumo de agua, reciclar la basura, cocinar sólo lo que razonablemente se va a consumir, mostrar cuidado por los demás seres vivos, utilizar el transporte público o compartir el vehículo privado, plantar árboles, evitar todo gasto de energía innecesario, reutilizar… ¡Hay tantas formas simples de cuidar el planeta!

La respuesta institucional o comunitaria es también muy importante para llegar a un cambio constitutivo. Entre otras posibilidades, está la desinversión en empresas que hayan contribuido o contribuyan a la destrucción del medio ambiente; o, de un modo más propositivo, abrazar la transición energética en nuestros edificios mediante el uso de energías limpias y renovables en ellos siempre que sea posible.

Todo esto es importante para nosotros como Familia, porque la conversión ecológica es posible y, si ponemos de nuestra parte, todos podemos acabar con la destrucción del planeta, para cuidar el don de la Creación para las generaciones futuras.